Capítulo 14

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A pesar de que la sensación de humillación no me abandonó en toda la noche imposibilitando un sueño profundo, decido levantarme del refugio de mantas que es mi cama y dirigirme a la cocina para prepararme un café

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A pesar de que la sensación de humillación no me abandonó en toda la noche imposibilitando un sueño profundo, decido levantarme del refugio de mantas que es mi cama y dirigirme a la cocina para prepararme un café.

Las imágenes de la noche anterior no quieren salir de mi mente mientras escucho distraída a la cafetera vertiendo el líquido en una enorme taza rosada, invadiendo la pequeña pero acogedora cocina con un delicioso aroma.

En cuanto el café está listo tomo la taza entre mis manos para calentarlas. Es hora de prender el calefactor del departamento por más que a Dominic no le guste y tengamos la misma pelea de siempre a esta altura del año. Mi teoría es que mi compañero de piso siempre tiene calor porque en su cabeza solo hay lugar para pensamientos pervertidos.

Sonrío de lado sin darme cuenta, recordando la discusión que tuvimos el año pasado por este mismo tema. Sin embargo, un ruido estruendoso de vidrios rompiéndose en mil pedazos termina con la paz de la mañana y logra asustarme lo suficiente como para volcarme media taza de café hirviendo encima.

Con lágrimas en los ojos por lo mucho que me está quemando la bebida agarro el rollo de papel de cocina y me lo paso por la ropa para luego desviar mi mirada hacia donde algo había estallado.

—¡Perdón! Solo tenía mucha sed y no quería hacer ruido para que no te dieras cuenta que estaba aquí, no quiero que te enojes conmigo. Pero el vaso resbaló de mi mano y, y...

Para mi sorpresa Rebecca se encuentra de pie frente a la heladera, con una botella de agua en la mano. Lleva puesta solo una remera que inmediatamente reconozco como la favorita de Dom, y en cuanto se agacha nerviosa para juntar los vidrios deja ver un poco de su ropa interior de encaje negro.

—¡Casi me matas de un susto, idiota! ¿Por qué me iba a enojar? Me enoja más que me hayas hecho quemar— pongo a hacer más café y corro a ayudar a mi amiga con el vaso roto, aunque noto que ella evade mi mirada.

—Porque estuve con Dominic, y sé que ustedes estuvieron juntos en el pasado. Créeme que no era mi intención y no hubiera estado con él a menos que realmente me gustara, además no...

—¡Becca! Alto— interrumpo a la rubia apoyando mi dedo índice sobre sus labios. Está alteradísima y necesito que frene un poco para poder hablarle—. Vos misma lo dijiste recién, fue algo de una sola vez en el pasado, ya está. No pasa nada entre Dom y yo y jamás va a pasar de nuevo. Si sirve de algo, de hecho, me alegra que al menos alguien haya conseguido tener sexo anoche.

—¿A qué te refieres?

Entre nosotras dos no hay secretos así que procedo a contarle todos los sucesos de la noche anterior en el club de salsa, sí, eso incluye la nalgada que probablemente también se escuchó desde Argentina y que seguro me dejó roja la piel, aunque todavía no me fijé.

—Dios, los hombres son unos cerdos— contesta luego de escuchar todo mi relato.

—Tus palabras serían mucho más creíbles si no tuvieras dos corazones en el lugar donde deberían estar tus pupilas.

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora