Capítulo 29

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Entro al departamento algo mojada

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Entro al departamento algo mojada. Cuando llegué a la puerta de mi casa seguía nevando así que me quedé un rato bajo la nieve apreciando el frío y los delicados copos blancos cayendo sobre mi ropa y cabello. Fue una nevada muy suave y nada llegaba a quedar cubierto, los copos caían y pronto de desintegraban, pero aun así me pareció hermoso.

Puedo escuchar que alguien está viendo una película. Me asomo y veo a Dominic y Rebecca estirando sus cuellos para ver quién ha llegado. Al comprobar que soy yo mi compañero de piso y mi amiga me saludan efusivamente con las manos y me desean una feliz navidad a los gritos.

—Qué bonita bufanda— dice la rubia con una gran sonrisa.

—¡Ni me hables de la bufanda! —protesto y me la quito lo más rápido posible para dejarla colgada en el perchero de la entrada.

Camino hasta ellos arrastrando los pies y la angustia regresa a mí. No puedo eliminar de mi mente la mano de la ex de Henri levantándose para tocarlo.

¿Habrá dejado que lo toque en serio? ¿Estará tocándolo en este preciso instante?

Sacudo mi cabeza para despejar las lágrimas y noto que Rebecca se corre y da suaves palmaditas en el sillón indicándome que me siente en medio de ellos dos. Bufando me dejo caer en el acolchonado sofá, tomo el balde de palomitas que descansa en la mesa y mientras me llevo un enorme puñado a la boca Dom cubre mi regazo con una manta.

—¿Están viendo El Grinch? —pregunto, aunque la respuesta se refleja de manera obvia en la pantalla—. Genial, representa justo como me siento. Ésta Navidad terminó siendo una porquería.

—¿Nos vas a contar qué pasó? —consulta Dom frotando mi espalda.

Suspiro agotada y comienzo mi relato con lujo de detalles. Desde la caída patinando, pasando por el intercambio de regalos y terminando con Brigitte parada frente al edificio de Henri y como éste pidió que me fuera.

Dom se pone de pie nervioso y camina hasta la puerta para quitarse las pantuflas y ponerse unas botas.

—¿Qué estás haciendo? —quiero saber entre risueña y preocupada.

—Ese imbécil va a saber que hay cosas que simplemente no se hacen.

Tiene puesta una pantufla en un pie y una bota en la otra cuando Rebecca llega hasta dónde está y agarrándolo del brazo lo arrastra de nuevo al sillón.

—Mejor dejemos la violencia para otro día— le sugiere a su novio quien asiente y respira profundo para calmarse.

Propongo seguir viendo la película como método para distraerme. Aunque no lo termino consiguiendo. En menos tiempo del que conviene me termino yo sola todo el balde de palomitas por la ansiedad que me genera imaginar a Henri en la cama con Brigitte.

Las preguntas no abandonan mi mente. ¿Lo estarán haciendo en la bañera igual que nosotros? ¿Cómo mierda supo dónde vive el chef en primer lugar? ¿Estará gritando su nombre mientras toma su cuerpo?

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Where stories live. Discover now