Capítulo 20

5.9K 594 275
                                    

Henri

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Henri

—¡Agrega dos corderos, dos abadejos y un risotto con trufas!

—¡No le agreguen salsa de maní a las verduras de la mesa 8 o nos comeremos una denuncia, el comensal es alérgico!

El restaurante está igual de ocupado que siempre por lo que no entiendo mi agotamiento el día de hoy. Cada vez que ingresan por la puerta de la cocina gritando nuevos pedidos tengo ganas de sacarme el gorro y la chaqueta y salir corriendo por la puerta de atrás.

Una sutil sonrisa se dibuja en mi rostro cuando me doy cuenta a quién me hace acordar esa actitud de sacarse todo y huir del restaurante. Desvío la mirada hacia su estación de trabajo, pero por supuesto no está aquí. No está aquí hace cinco días y yo ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que me he volteado buscándola.

No saber nada de ella me tiene mal, peor de lo que quiero aceptar. Nunca fui de dormir mucho, no tengo tiempo para esas cosas, sin embargo, estos últimos días las pocas horas de sueño de siempre se volvieron nulas. No puedo evitar dar vueltas en la cama pensando si debería ir a buscarla, ¿habré hecho mal en dejarla ir tan fácilmente?

No, por supuesto que no. Ella fue la que quiso renunciar. Ya somos grandes y debemos hacernos cargo de nuestros propios actos.

A veces desearía no tener tanto orgullo así podría ir a buscarla, al menos para saber si se encuentra bien, porque ella también es orgullosa y dudo que quiera volver a trabajar aquí luego de la escena que hizo. Además, me gustaría saber qué carajo le pasó ese día ya que sé que ella no trabaja así, en poco tiempo demostró ser una de las mejores chefs que han pasado por esta cocina, sino no la hubiera elegido para formar parte del equipo.

Mientras sello los cortes de cordero al fuego sin ganas considero la posibilidad de sacarle información a Rebecca de alguna manera, he notado que se hicieron buenas amigas. Sí, esa es una buena idea, pero tengo que hacerlo de forma disimulada para no quedar como un maldito ridículo de quince años preocupado porque su enamorada no fue a clases.

—¡White!

—Sí, chef—contesta a mi llamado la rubia levantando la mirada de los platos que tiene adelante.

Rebecca también es una gran cocinera y agradezco para mis adentros que Isla se haya vuelto cercana a ella, ambas tienen mucho potencial.

Justo cuando estoy por preguntarle por Quiroga veo que ha confundido las salsas de la preparación y no puedo permitir algo así.

—Estás haciendo mal el risotto, es con hongos—señalo observando el plato y luego a ella.

—Disculpe, chef, pero es con trufas.

—Creo que sabría si es con trufas o con hongos, yo escribo el menú, White.

La rubia no dice nada y se limita a mirarme intimidada y señalar con timidez la pizarra que cuelga en la pared detrás de mí. Me giro con calma solo para ver la palabra "trufas" escrita en tiza blanca con mi letra. Definitivamente tengo la mente en cualquier lado. Estar tan disperso me está estresando, me encuentro fuera de mi zona de confort que es cuando puedo controlar todo lo que pasa aquí dentro, hasta el más mínimo detalle. El restaurante es mi segunda casa. De hecho, sería la primera si hubiera un lugar donde poner una cama.

Crème Brûlée-Un sueño entre sabores | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora