Lee Minho, residente de Seúl, vive en un pequeño apartamento con su acogedora soledad pero un día se encuentra con un lindo gatito que resultó ser un híbrido, este le cambiará la vida totalmente.
- Ow, pero que lindo gatito...
[•]
- ¿Podrás amarme c...
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¿Qué como se sentía MinHo? Terrible.
Terrible en el sentido de que no debió de haber dejado a su gato... se veía muy traumado el pobre. Después de esa charla el pequeño chico estaba muy cansado así que volvió a su forma animal y se acurrucó en los brazos de su dueño. MinHo acariciaba con cariño sus pelos rubios, tan indefenso se veía. Temía por su gato, que si el no estaba le pudieran hacer algo...
Apenas llevaba con el pequeñín una semana en su casa y ya se había encariñado. Ridículo, así pensaba MinHo pero realmente no lo era. Ambos no estaban conscientes de el lazo que se comenzaba a crear entre ambos.
Ya estaba oscureciendo así que el castaño cargó en sus brazos al gatito y se dirigió a la habitación. Claro, esta estaba hecha un desorden y lo que el no podía descifrar es el por qué toda su ropa estaba tirada en el suelo hecha bolita, como si alguien se hubiera acostado ahí.
No pudo ser el ¿Verdad?
Dejo al pequeño en la almohada de a lado de su cama y se fue al baño a cambiarse para ya poder dormir. El gatito estaba sumido en su sueño cuando al no sentir las cálidas manos que lo rodeaban hace unos minutos ya no estaban, abrió los ojos con pereza y se dio cuenta que el castaño ya no estaba.
¿No pudo dejarme verdad?
Cierto, el celo lo hacía estar más sensible por lo que se transformó en humano delatando las lágrimas que salían de sus ojitos.
¿Tan mal me porte...?
Estaba por levantarse y buscar a su dueño cuando el ruido de algún lado de la casa se escuchó. Salto de golpe y se transformó de nuevo en gato escandiéndose bajo las sábanas de la cama.
— ¿Hannie? ¿Te desperté? Perdón, gatito — se acercó a la cama y donde estaba el bulto en las sábanas posó su mano y acarició la zona.
El minino levantó su cabecita mirando con sus ojitos brillantes a su dueño, este se enterneció.
— Descansa, Hannie... — se acosto a el otro extremo de la cama y se giró quedando de espaldas con el gato.
El gatito estaba dispuesto a dormir igual pero....
¿Por qué su espalda se veía tan bien?
Trato de evitar esos pensamientos pero fue imposible.
¿Cómo sería si el me tomará? Basta, no pienses eso.
Inconscientemente sus garras salieron pero se alarmó y las metió de nuevo.
Basta, bola de pelos, no voy a pelear contra ti, déjame salir.
La figura de animal fue remplazada por la de un humano.
— Ahora si... no te haré nada... jamás lo haría — miro la espalda de el castaño la cual bajaba y subía de manera lenta lo cual significaba que ya estaba dormido el chico.
