Lee Minho, residente de Seúl, vive en un pequeño apartamento con su acogedora soledad pero un día se encuentra con un lindo gatito que resultó ser un híbrido, este le cambiará la vida totalmente.
- Ow, pero que lindo gatito...
[•]
- ¿Podrás amarme c...
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— ¿C-cómo...? — Su expresión se desfiguró un poco. ¿Cómo era eso posible? — Debes estar bromeando, Felix. Eso que tú dices es imposible, de seguro te fumaste algo antes de venir — Quería pensar que no era cierto, quería creer que lo que el peligris le decía era mentira.
Solo esta delirando...
— No Hyunie... — se acercó y colocó sus manos en el rostro ajeno, acarició con cariño sus mejillas y limpió el resto de lágrimas que había en ellas. — No estoy mintiendo, sé que es difícil de creer pero es la realidad... no puedo mentirte y lo sabes.
Ambos se miraron por unos segundos. Felix quería decirle que era mentira pero no era así. Él lo sabía, no debía involucrarse de más con los humanos pero lo ignoró completamente cuando conoció al pelinegro. Emociones que nunca había sentido comenzaban a florecer en su corazón, ¿cómo le nombraba a eso? ¿amor? ¿nostalgia? ¿felicidad? no lo sabía.
Él no estaba hecho para estar con los humanos.
Después de mirarse unos segundos el pelinegro se acercó un poco a su rostro. Negó, no podía hacer esto. Se levantó y quitó un poco de las arrugas que se habían hecho al sentarse, tenía que irse de ahí.
— Tengo que irme Hyunjin, ahora que sabes la verdad no podemos vernos tan seguido — lo último le causó un nudo en su garganta, pero sabía que era lo mejor — Nos vemos...
Hyunjin no dijo nada, solo dejó que se fuera.
♥
La mañana había cubierto la vista del apartamento. Hannie se despertó al sentir los suaves rayos de sol entrar por la ventana y disiparse en su cara. Abrió los ojos y observó su alrededor. ¿Desde cuándo las cortinas eran azules? la última vez que las había observado eran blancas.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegó a la vida de Minho? Probablemente meses, el tiempo pasaba tan rápido. Pareciera que fue ayer cuando se dió cuenta de que el castaño le gustaba.
¿Era extraño? ¿Realmente merecía gustar del mayor? muchas preguntas azotaban su mente, no quería volver a llorar, se había dado cuenta que era una persona muy sensible. Se odiaba cuando sin quererlo las lágrimas salían de sus ojos, pareciera como si su cerebro no funcionara ¿Era eso fastidioso? lo que menos quería hacer era causarle problemas a Minho.
La curiosidad le entró por unos segundos, giró su cabeza hacia el otro lado para ver si el mayor seguía a su lado, su sonrisa desapareció al ver que el lugar estaba vacío, las sábanas arrugadas como rastro de su desaparición. Se sentó y suspiró, de seguro se había ido con la rubia o quizá al trabajo. Se estiró un poco y se levantó con pereza de la cama, odiaba que esta fuera tan cómoda, pareciera como si tuviera pegamento para que no se levantara de ahí.
