Capítulo 22

394 136 27
                                    

Primer día.
Cuatro días antes del último día.

— ...Estaba dentro del auto, mis manos flotaban sobre el volante, el vidrio delantero crujió en mil pedazos, podía escuchar aún las sirenas de las patrullas y pequeños destellos rojos y azules se veían por encima del agua, pero ya no importaba, expulsé el último aliento que quedaba en mi cuerpo y, en cuestión de instantes, perdí el conocimiento—La doctora Dalia Rosemary mantenía esa profunda e inagotable mirada de incertidumbre cada vez que contaba la misma historia, me estaba sacando de quicio ya— Si, eso... Eso fue todo, eso es lo último que recuerdo, lo juro, es la última cosa que viene a mi mente, la última.

Se quedó en silencio por unos segundos, luego presionó un botón de la grabadora y la detuvo.

— Lo sé, te creo, ya no tienes que volver a contarme, ya lo he grabado, si necesito repasar algo... Todo está allí. Dijo, señalando la grabadora.

— Bien, como ya sabes, esto no es una cárcel, es un hospital psiquiátrico, nuestro trabajo se basa, mayormente, en estudiar la mente de los que aquí habitan, sé que has pasado por diversas pruebas, pero queda una restante, será la última. Es de vital importancia documentar tu actitud al enfrentarte a ciertas situaciones, y no, no serás nuestro conejillo de indias, esto es simple protocolo.

— Bien, ¿Qué quieren que haga?

— Ese es el punto, no harás nada, simplemente pasarás ésta noche en una habitación distinta.

— ¿En serio eso es todo? ¿Cuál es el truco?

— Si, eso es todo, no hay ningún truco, no somos monstruos—Dijo en un tono extrañamente amable— Se te fue transferido aquí por una razón, no estás en condiciones adecuadas para enfrentar una condena real, al menos eso es lo que ordenó el juez luego de que los médicos de la Estatal arrojaran los resultados de las supuestas pruebas a las que te sometieron... No son los adecuados para determinar si estás en condiciones o no, humildemente digo que yo si, a ellos solo les interesa tener más espacio para albergar al próximo "asesino" que capturen.

— ¿Y bien? Pregunté.

— Por ahora has sido diagnosticado con esquizofrenia, estrés postraumático, ya que afirmas que eso es lo único que recuerdas acerca de lo anteriormente sucedido. Mi trabajo es averiguar si ese diagnóstico es correcto, o si hay alguna... Discrepancia.

La doctora se puso de pie lentamente, rodeó el escritorio y caminó hacia la puerta detrás de mí, la abrió y dos guardias del hospital entraron, me pusieron de pie, caminamos por el largo, blanco y escalofriante pasillo por donde había caminado cada tarde durante dos semanas, una vez mas, el choque de los tacones de la doctora contra el piso hacían eco en el, al parecer, infinito pasillo.

Nos detuvimos al final de éste, frente a una enorme puerta de metal que no había visto antes, la doctora ingresó una clave en el pequeño teclado junto a la puerta y esta se abrió de golpe, encandilándome con una fuerte luz blanca que provenía del interior, los guardias entraron, jalándome hacia al centro de la habitación, las paredes estaban acolchadas y el suelo iba en juego con las paredes, no había ventanas, solo un gran espejo que abarcaba toda una enorme pared.

— ¿Que...? ¿Qué hago aquí?

— Esta es la habitación donde dormirás. Aclaró Dalia.

— ¿Por qué no es igual que las demás?

— Porque esta es exclusivamente para ti. Dijo, dirigiéndose a la puerta.

— No quiero dormir aquí.

— Pero ya lo habíamos discutido, demasiado tarde para decir que no, buenas noche. Dijo, finalmente llegando a la puerta.

— No, no, no, ¡NO!—Grité desesperado— No pueden dejarme aquí, no me encierren aquí—Imploré, viendo a la doctora que estaba a punto de cerrar la puerta. En un intento desesperado por escapar me abalancé sobre ella, jalando la bata blanca que llevaba puesta, haciendo que tropezara y por poco cayera— Por favor, ¡POR FAVOR, NO ME DEJES AQUÍ!

Ella simplemente miró a los guardias, y estos se lanzaron contra mi, intentando ponerme una camisa de fuerza, pateé y grité en vano, porque terminé en la misma posición en la que me dejaron, ahora el doble de aprisionado, en el medio de la habitación, mirando hacia todas las direcciones posibles, confundido, con mucho miedo y amenazado.

Recuerdos Vacíos ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz