Recuerdos Vacíos ©

Capítulo 25

19 de noviembre del 2007.

Morgan Steinfeld

Conduce, conduce, solo conduce y no mires atrás. Haz caso a tu mamá por primera vez en la vida, solo hazlo.

Me dirigía a casa de mi madre luego de casi medio año sin verla, y sinceramente, esperaba ir pronto, pero no por éstas razones.

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— Hey. Susurró alguien.

— Hey Morgan, despierta. Ahora ya no era un susurro, era una petición clara, abrí mis ojos para encontrarme con Nathan de pie junto a mi cama.

— ¿Qué mierda haces aquí?—Pregunté, ya molesta mientras me ponía de pie— ¿Cómo entraste?

— Solo quiero hablar.

— ¿Irrumpir en mi habitación en medio de la noche es tu definición de hablar? —Nathan rio irritante al escucharme— Además, tu y yo no tenemos nada que hablar.

— Por favor, solo cinco minutos.

Maldita sea.

— Habla, voy contando.

— Morgan, te amo—Bufé— Solo quería decirte que si tú no me amas a mi, está bien, no te molestare más, pero quiero que sepas que siempre estaré esperándote, anhelando aquel momento en el que me abras tu corazón.

— Eso nunca va a pasar.

— Tal vez si, tal vez no, aún no lo sabemos, no puedes asegurarlo.

— Bien, ¿Eso es todo?

— Si.

— Tu estabas en el bosque.

Se quedó en silencio, eso lo confirmaba.

— Respóndeme.

— Si.

— Tu estuviste en el bosque junto a la ventana de mi salón... Observándome, cada día, cada maldito día durante más de una semana—Inhalé aire y lo expulsé lentamente, sabía que no estaba loca— Lárgate ahora mismo antes de que llame a la policía.

— No, no, me iré, no tienes que hacer nada, me rindo, te dejaré en paz. Dijo, saliendo por la ventana de mi habitación, maldita sea, debería acostumbrarme a cerrar las ventanas.

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Era solo por precaución, pero sinceramente en este momento preferiría estar lejos del campus, muy lejos, hay algo en él que no permite que me fíe.

Llegué a casa, mi casa, y todo seguía exactamente igual, a excepción de la ausencia de Violet, no podía permitir que atrasara sus clases también solo por mi.

Luego de abrazar a mi madre subí rápidamente a mi antigua habitación y me dejé caer sobre mi cama, me sentía segura, sabía que aquí nada malo me sucedería.

Y así fue por meses, nada de imitadores de Richard Ramírez, nada de mensajes, nada de nada. Y estuvo bien para mi.

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Enero del 2020.

San Diego, California.

Morgan Steinfeld

— ¿Tu secretaria, Klaus? ¿No podías escoger algo menos cliché?

— Sé que la cagué, no tienes recordármelo cada 5 segundos.

— Oh, oh, lo siento, disculpa por lastimarte al recordarte que me fuiste infiel CON TU MALDITA SECRETARIA—Grité, bañándolo con la copa de vino tinto que tenía en la mano— Te quiero fuera... ¡TE QUIERO FUERA YA!

— No, Morgan, no puedes echarme así, ésta también es mi casa... ¿Qué hay sobre Alice? ¿Qué hay sobre nosotros?

— ¿Ahora si piensas en eso? Eres un descarado.

— Perdóname.

— ¿Perdonarte? Créeme, no tengo tiempo para eso, te dije que conmigo era todo o nada, no estoy para jueguitos.

— ¿Ma...?

Escuché el pequeño susurro somnoliento descender por las escaleras, Alice se encontraba casi al pie de éstas, arrastrando su manta morada por el suelo.

— Alice, cariño, lamento haberte despertado.

— ¿Qué le pasó a papi?

— Oh, él... Él está bien, solo se le cayó el vino. ¿Puedes subir a tu habitación? Voy en unos segundos.

Alice asintió y regresó por donde vino.

— Ya lo dije, te quiero fuera, mañana te llamará mi abogado.

— ¿Abogado? ¿En serio me pides el divorcio solo por esto?

— ¿Y qué esperabas, querido? ¿Qué llamara a la veinteañera para que viviéramos todos juntos?

— Bien... Okey, tienes razón.

Asentí.

— ¿Dónde pasaré la noche?

— Si tan solo tuvieras una idea de lo tan poco que me importa... Pregúntale a Jennifer, seguro te dará alojamiento a cambio de una revolcada. Vete.

— Eres una perra. Dijo entre dientes mientras recogía su saco y salía de la casa.

— No es la primera vez que me lo dicen, cariño—Logré decir antes de que cerrara la puerta de golpe— Idiota. Susurré.

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— ¿A donde se fue papi?

— El tuvo que salir de viaje, una urgencia del trabajo, no hay porqué preocuparse.

— Está bien. Dijo acurrucándose a mi lado en la cama, empecé a acariciar su cabello hasta que cayó en un profundo sueño.

Me puse de pie para salir intentando lo más posible no despertarla, bajé las escaleras y entré a mi habitación, encendí la luz, y tomé mi teléfono que estaba sobre el gavetero junto a la puerta, caminé hacia mi cama para sentarme.

"Tenías razón, Klaus es un idiota." Envié el mensaje a Violet, ya era tarde, no esperaba que me contestara, seguro estaría dormida, pensé, pero contestó.

"Siempre tengo la razón." Creo que el ego es algo de familia.

"¿Estás bien?" Preguntó.

"Mejor ahora, lo veía venir."

"Siempre estoy aquí si necesitas hablar, ¿Okey?"

"Lo sé, lo tomaré en cuenta, pero por ahora iré a dormir."

"Está bien, descansa." Respondió.

"Quiero que sepas que Klaus y yo vamos a divorciarnos, no le digas a mamá aún, pero ya está prácticamente hecho."

Ese fue el último mensaje que envié, puse el celular sobre la mesa junto a la cama y me dormí en cuestión de minutos.