Capítulo 06

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Fenrir

—Se hizo una costumbre encontrar a mi cachorra en situaciones desfavorables —declaré divertido, viendo cómo la sangre ha teñido aquel trapo sucio que lleva entre las manos.

Mi presencia rompió aquella tensión que se presenciaba en al ambiente, incluso logré formar una atmósfera extrañamente agradable. La incertidumbre me genera comodidad. La sonrisa que adornó mis facciones fue sosegada por la mirada color zafiro de la mujer que tengo enfrente, la cual no deja de sorprenderme cuando mantiene esa expresión escalofriante en sus facciones.

"Que peculiar."

Sin embargo, me veo interrumpido por un repugnante balbuceo, observé de soslayo a ese licántropo que a simple vista es notorio que pertenece a la nobleza.

Su porte rígido solo logró producirme un monosílabo.

"Una molestia."

Pensé.

—¿Quién eres tú? —escupí sin consideración, incluso percibí inquietud en su evidente temblor cuando hablé.

—Se está tratando de un superior del Concejo. Su nombre es David —puntualizó Indus, mi fiel subordinado, quien me sigue a todas partes para notificarme de lo que sucede o, en estos casos, para recordarme la presencia de seres irrelevantes.

"Ser un lobo que ha vivido por años me ha convertido en un ser olvidadizo."

Al contrario de Fornax, mi segundo subordinado, Indus siempre ha sido dócil y hasta se podría decirse que encantador. Su visión y ambición por ser alguien de buen corazón, quien sea capaz de tenderle la mano a los más necesitados, lo ha llevado a estar a mi lado como mi mente maestra y, en la mayoría del tiempo, una agenda. En cambio, Fornax es la fuerza, ambos son seres opuestos, que se necesitan en los tiempos más desesperados.

Pero al final del día ambos seguirán siendo dos cachorros en busca de un sueño y se deben aferrar a algo para seguir creyendo. Debo suponer que esas esperanzas recaen sobre mis hombros como un padre.

Quizá esa sea la razón de tenerlos a día de voy a mi lado.

—Eres alguien desagradable —musité con simpleza, poniéndolo de rodillas ante mí, haciendo que, con la fuerza de mi presencia, su rostro se encuentre pegado al suelo.

Luego, oyendo sus insufribles quejas, giré en el lugar para quedar enfrentado a ambos cachorros, quienes me observan expectantes y curiosos, quizás, ansiosos por tenerme enfrente de ellos.

"Los jóvenes de hoy en día son un libro abierto."

Pensé o, a lo mejor, sea yo quien se encuentre inquieto por tener a tantas presencias en mi castillo.

—Dime, cachorra mía. ¿Qué tanto dolor estás sintiendo gracias a ese golpe? —cuestioné, llamando su atención, por lo que se vio afectada por el tono de mi voz.

—¿E-Eh? —balbuceó desorientada.

En cambio, su compañero de cabellera castaña, le golpeó sutilmente la espalda para que hable.

—No es nada, de hecho, hay cosas peores —espabiló con seriedad, alejándose sutilmente de su compañero para retirarse el pañuelo ensangrentado.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADORWhere stories live. Discover now