Capítulo 12

37 5 1
                                    

Cayena

—Cuídate.

La sonrisa entristecida de Caesar me oprime el pecho, por lo que me aferro a su cuerpo para darle ánimos.

—No seas llorón —bramé divertida.

A pesar de ser sincera siento su falta de energía al saber que me voy a manchar con un escuadrón junto a nuestro Alfa y que los peligros van a perseguirnos día y noche.

—Te vamos a extrañar. Ya no tendré una compañera para desayunar todas las mañanas o instruir a cachorros. Siendo sincero, detesto que te vayas —confesó con pena, por lo que me aferré a sus mejillas.

—¡Haces que mi corazón se sienta fatal! —estallé enternecida, viendo su mirada de cachorro mojado—. Haces que quiera quedarme, pero no puedo evitar así de fácil mis obligaciones —musité, palpando con cuidado sus cachetes al dejar de estrujarlos—. Cuídala. Ella va a necesitarme, pero te va a tener a ti para apoyarse en alguien.

—No pienso decepcionarte, ¿sabes? —parloteó, ennarcando una ceja.

En cambio, sonreí satisfecha por su respuesta.

Si tuviera la oportunidad de encontrarte en otra vida, Caesar. Te volvería a elegir para que estés a mi lado una vez más.

—Cuídate. Y cuando ambos me extrañen vean el cielo para encontrar a Mizar —susurré, estrechandolo con fuerza para que nunca se olvide de mi cálidez.

No va a ser fácil el viaje que voy a emprender  por eso mismo quiero que entiendas lo importante que son para mí.

—Yo también voy a extrañarte —contestó siendo sincero, curvando la comisura de los labios para enseñarme una sonrisa.

Es así como mis mejillas se ruborizan.

—Cierra la boca —reproché molesta, cruzándome de brazos para evitar el contacto visual.

No obstante, su mano en mi cabeza revolviendo mi corta cabellera hace que ría.

—No seas arrogante, Cayena —escupió entre risas—. Te detesto cuando evitas las muestras de cariño.

(...)

—Buenas noches —anuncié mi llegada, viendo a todos en la salida del castillo.

No obstante, mi presencia no es grata ante las poderosas fermonas que liberan los licántropos que tengo enfrente, lo cual es un poco extraño. ¿Acaso no debemos ser una unidad?
Además, me doy cuenta que soy la única mujer lobo de la nueva era y eso me estremece, ya que me da cierto margen de responsabilidad porque estoy representando el poder e influencia de mi manada.

"No pienso defraudarte, padre."

Mi padres no criaron cachorras débiles.

—¿Así se ve una Beta de la nueva era?

Mi mirada se dirige al licántropo que habló, por lo que no puedo evitar fruncir el ceño por su comentario.

No entiendo qué tienen en contra de nosotros estos vejestorios, sé que son más poderosos, pero no por eso deben subestimar a nuestras manadas. Además, esa visión altanera que posee el de cabellera dorada me produce una sensación de molestia en el pecho.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADORМесто, где живут истории. Откройте их для себя