Capítulo 13

33 8 1
                                    

Cayena

Sublime.

Es la palabra que describe los aullidos de mis superiores cuando finalizó el discurso de Fenrir.
Mi corazón palpita con tanta intensidad que siento que en algún momento se va a salir del pecho, de hecho, no lo dudo porque percibo la cálidez de aquella seguridad que no sentí en años durante la guerra. Y, por alguna razón, tengo esperanza sobre los resultados en esta contienda devastadora que hemos vivido durante años.

¿Es así como se siente tener a un Alfa?

No, realmente, pienso que esta escena no se compara al verdadero sentimiento que debería transmitir a simples licántropos como nosotros. Es un afecto que todavía no comprendo, pero la idea de saber que en algún momento voy a entender me hace sentir emocionada.

—Ustedes son predecibles —murmuró Corvus, en mi oído, haciendo que me erice por completo.

Me cubro la oreja, sintiéndome extraña al oír sus palabras.

—¿A qué te refieres? —pregunté alarmada, sintiendo escalofríos cuando veo su ceja ennarcada.

La curva que nació en sus labios se hizo filosa con mi mirada confundida, por lo que me sentí extraña.

—Los de la nueva generación ven a Fenrir como un dios y no entienden que nuestra única deidad es Luna —suspiró desganado, jugando con sus cejas, cruzando los brazos al verme divertido.

Mi boca se abre al no poder hablar con propiedad y tengo que relamer mis labios con nerviosismo. A su vez, el calor que me produce la situación me hace liberar fermonas, por lo que me encojo en el lugar cuando mis orejas se sienten calientes porque me abochorne por completo gracias a su insinuación.

"Qué vergüenza, ¿en serio me quedé viéndolo por tanto tiempo?"

—No deberías avergonzarte, de hecho, es normal que admires en secreto a Fenrir —bramó con pudor, apretando mi hombro, por lo que oprimí los labios.

No sólo siento pena, también detesto que sea un desvergonzado y se aferre a mi cuerpo sin mi consentimiento.
Me siento incómoda, pero creo que estoy exagerando. Aun así, en mi posición solo puedo asentir porque no es novedad que todos hayan escuchado su comentario y percibido mis acaloradas fermonas.

Supongo, en primer lugar, que eso fue lo que me delató porque siento cómo las miradas de mis superiores están quemando mi nuca. Por otro lado, su comentario descarado sobre mí admiración desmesurada me acaba de dejar en evidencia.
Aunque, no siento que lo segundo sea un problema. La nueva generación es apasionada, está repleta de deseo y es sumamente orgullosa, por lo que no tenemos vergüenza al decir que nuestro referente a lo largo de nuestra vida es Fenrir, el crepúsculo de los dioses. La meta de cualquier hombre lobo es ser igual de poderoso que nuestro Alfa.

"No voy a quedarme atónita."

Me aferro a la mano que está puesta en mi hombro.

—¿A qué llamarías lealtad? Si no eres capaz de sentir devoción por nuestro rey —formulé siendo sincera, liberando en un movimiento seco su tacto de mi cuerpo—. Buenas noches.

«Levanta la cabeza, Cayena»

"No necesito su aprobación, Mizar. Pero no voy a dejar que me intimiden, yo soy más que eso."

¿El significado de lealtad?

Observo sobre mi hombro la mirada de mi Alfa, la cual está puesta en mí. Las tropas se desvanecen ante esta conexión y esa mirada gélida que posee se percibe sofocante.

Pienso demostrarle de que está hecha la nueva generación, de que estoy hecha. Yo no soy una traidora, ni mucho menos una niña en esta guerra. Te demostraré mi sabiduría y verás a través de mi alma mi voluntad.

(...)

"La noche es preciosa."

Mi visión contempla las estrellas con admiración y mi diosa se encuentra cada día más bella, en especial cuando su brillo nos guía por la noche.

Y cuando la luna llena surca los cielos no puedo evitar recordarlo a él, incluso si mi mente está ocupada o estoy luchando, mi marca arde al recordar su tacto contorneando mis caderas o mis labios. El cuerpo no miente cuando extraña a su otra mitad, menos el alma, y mis manos tiemblan por el recuerdo de sus brazos al rodearme con cariño.

"Te extraño, Draco."

Cierro los ojos, disfrutando de la brisa. Mi cabellera corta se agita por el viento y mis labios susurran su nombre con dulzura como si fuera una dulce melodía.

—¿Por qué te detienes?

Mi mente se tranquiliza y mi loba se recuesta con calma. Siento cálidez en mi hombro, el tacto es lento al bajar y detenerse en mi brazo, aferrándose a él cómo si estuviera seduciendo mi cuerpo con su caricia.
Yo me siento sorprendida porque la memoria muscular llega a ser extraordinaria, por lo que abro los ojos enternecida por el afecto que recibía en aquel entonces. No obstante, la respiración relajada en mi oído me dejó sin aliento, giro mi rostro a la derecha procediendo a subir la mirada para encontrarme con los ojos de mi Alfa.

—No me di cuenta —susurré, bajando la mirada, observando su hombro para evitarlo.

Él no responde, pero el suave apretón en el brazo me transmite una sensación que no soy capaz de descifrar. Además, siento que su silencio me obliga a devolverle la mirada, ambos de pie en medio de la llanura y bajo la luz de mi diosa.
Pongo atención a sus acciones, contemplando de cerca como sus labios se abren. Entonces, siento una punzada en el pecho que me obliga a subir la vista con rápidez hacia sus ojos, los cuales me dan a entender que han seguido cada movimiento que realice.

Y por un momento mi expresión se suaviza.

—Eres alguien distraída —confesó, haciéndome titubear al inclinarse en mi dirección. A cambio, relamí mis labios recibiendo automáticamente su atención, a lo que mi respiración empezó a ser agitada—. No seas curiosa —murmuró en mi oído, por lo que mis vellos se ponen de punta al sentir la cálidez de su respiración y él lo sabe—. Yo voy a tus espaldas —liberó mi brazo, llevando una mano hacia mi espalda para darme un leve empujón—. Adelantate.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADOROpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz