Capítulo 18

47 6 8
                                    

Cayena

Contemplo la espalda de mi Alfa, el saco largo que lleva puesto se agita con el viento. Los copos de nieve caen sobre sus hombros, dejando una capa de nieve sobre ellos.

Él no ha dicho nada desde que nos alejamos del grupo y yo no considero que sea apropiado romper el silencio que hay entre nosotros.

Hemos caminado por unas cuantas horas.

—¿A qué se refería con "entretenernos"? —pensé en voz alta, a lo que me recriminé en pensamientos.

Aun así, no recibí una respuesta de su parte.

Me encamino hacia él mientras mis pies se hunden cada vez más en la nieve al tratar de subir por la colina.

"Qué vistas."

Pienso, llegando a la cima para contemplar los bosques nevados. El viento se siente con más ímpetu, por lo que me atrevo a decir que su silencio se debe a la razón de detenerse a admirar el paisaje.

Su semblante se encuentra relajado, pero muy en el fondo siento que la mente de Fenrir es más compleja de lo que parece.

—El mundo cambió —murmuró, en voz baja, por lo que lo miré de reojo curiosa.

—Llevaba mucho tiempo encerrado —musité.

Él no responde, pero se cruza de brazos.

—La vida es aburrida cuando eres el más fuerte —declaró desganado.

Guardo silencio, acuclillándome en el sitio para descansar luego de haber caminado por un largo tiempo

—Esa conclusión... —hice una pausa, suspirando al enterrar las manos en la nieve—. Eres el más fuerte o solo es porque eres Fenrir —murmuré, por lo bajo.

Contemplo con admiración el paisaje enfrente de nosotros, la nieve empieza a caer por lo que, sin querer, me diviertio al calentar mis manos y derretirla.

Entonces él se acuclilla para quedar de mi tamaño, siendo silencioso en el hacer de sus acciones.

—A mí también me gustaría saberlo —murmuró, apoyando el mentón en la palma de la mano.

Él sonrió.

—¿Por qué se ocultó? —pregunté ensimismada, olvidándome por completo de qué se está tratando de mi Alfa.

Su expresión relajada se desvaneció, a lo que comprendí su silencio.

—Entiendo —susurré siendo gentil—. A mí tampoco me agrada hablar de lo que me hace daño —confesé, produciendo sorpresa en su expresión impasible.

—Eres alguien compasiva —declaró a secas, poniéndose de pie—. Entiendes el silencio, incluso cuando no sabes a qué se debe —manifestó antes de observar las manos marcadas que deje en el suelo—. Sé cuidadosa o van a aprovecharse de ti —aconsejó sintiendo empatia por mi bondad.

Oprimo los labios.

—Ser bueno no es una condena —contesté—. Si cada decisión se viera condicionada por los pensamientos de los demás, yo viviría para complacerlos —murmuré recordando mi pasado—. Mi compañero, elegido por el destino, me enseñó a vivir sin restricciones y comprender el significado de mi vida —concluí, oyendo la voz de Draco en mi cabeza—. Los sueños logran sacarnos de la oscuridad, incluso cuando creemos que nada puede hacerlo.

La vida de cualquier ser sobrenatural se vio condicionada por la guerra, las órdenes que hay que seguir desde que nacemos y los entrenamientos que no podíamos evitar.

El castigo por no obedecer es severo, los superiores pueden dictaminar el destierro o la muerte de un licántropo.

—Daría mi vida por usted —musité con calma, poniéndome de pie cuando cruzamos miradas—, pero sí debo seguir lo que creo que es correcto no pienso dudarlo —sentencié.

Él esbozó una sonrisa, enseñando los dientes.

—Que la determinación de mis cachorros sea mi fortaleza.

La curva que nace en la comisura de mis labios es genuina.

—Es un hecho —suspiré, acomodando mis cabellos detrás de la oreja por el viento que sopla—. ¿Qué vamos a hacer?

Él se lleva una mano hacia el mentón, teniendo una mueca pensativa en el rostro.

—La magia que sentí en ese lugar es inestable —confesó, tomándome por sorpresa—. Mi prioridad es guiarlos, pero también proteger a quiénes considero débiles. No deseo ofenderte, aun así, eres inestable cuando se trata de ella. A lo largo de este camino vas a aprender a utilizarla o vas a despedirte. Solo tú sabes cuál es la decisión correcta.

—¿Es así? —pregunté con melancolía—. ¿Ese es el destino de un alma enamorada? —susurré, tragando con dificultad cuando las lágrimas se acumulan en mi mirada.

Él suavisa su expresión.

—El amor es una bendición —afirmó, limpiando una de ellas—, pero también puede llegar a ser una maldición —confesó—. Tú amaste en un momento equivocado.

—Entonces Luna se equivocó al unir mi alma con...

La imagen de Draco vestido de emperador me genera escalofríos.

—A veces la desesperación nos une a las personas incorrectas.

Reí.

—Él no era una persona incorrecta —corregí—, fue la guerra que lo quiso así.

—Tú amor y admiración es para estar celoso —advirtió divertido, siendo perverso cuando me observó de soslayo.

Sonreí.

—Soy fiel a los míos, Alfa —concluí.

—No, eres maliciosa, cachorra mía —contestó. A cambio, abrí los ojos con sorpresa—, te falta experiencia. Vamos a entrenar, ¡deseo que seas una loba poderosa! —exclamó, enseñando sus colmillos cuando me agarró del brazo y me lanzó hacia el vació.

Mi expresión se desvanece mientras estoy en el aire, la situación ocurre en cámara lenta mientras la yema de nuestros dedos se roza y me mente se siente abatida.

"¿Mizar?"

Llamo, contemplando los ojos sangrientos de mi Alfa verme caer desde las alturas. ¿No vas a inmutarte? ¿Solo vas a dejarme caer? ¿Acaso crees que necesito ser salvada de mi propia decadencia?

Una sonrisa sádica aborda mis facciones.

Me aferro con una mano a la montaña, lastimando mis manos con la superficie rocosa porque mi cuerpo no deja de caer.
Sin embargo, en algún punto, mientras mis extremidades empiezan a sangrar por los roces no deseados en la caída me percato de la situación.

—¿Es una ilusión? —murmuré.

A pesar de ver a kilometros el suelo nevado, me deshago del agarre con el objetivo de caer, dándome cuenta que ahora mismo estoy de pie en el cielo.

"¿Lo sabías?"

—Los Brujos confunden al enemigo usando esta ilusión. Aun así, ¿adónde termina el hechizo? —pregunté, viendo hacia abajo curiosa por la imagen que veo.

«Advierte a nuestros hermanos, Cayena»

"Lo que digas, Mizar."

Aullo con ese fin.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADORWhere stories live. Discover now