Capítulo 12

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Dalia caminaba por las calles del pueblo después de haber visitado su lugar especial. Ya extrañaba tanto estar sola, cuando se alejaba de todos era cuando mejor se sentía consigo misma, no se sentía presionada en lucir bien o cosas por el estilo pero cuando mantenía su vida social activa sentía que las personas le exigían mucho - cosa que no era del todo cierta.

Al llegar a casa se percató de que su madre había salido, se adentro a la cocina en donde había una nota pegada en la nevera que decía:

Dali iré a casa de mi amiga Paola, hay lasaña en el horno, vuelvo tarde, te amo

Era raro cuando su madre estaba en casa, normalmente trabajaba, hacía las compras o salía con sus amigas a diario, no era algo que le molestará a la chica, le agradaba estar sola, podía ver la televisión hasta la hora que quisiera sin que su madre estuviera regañando, podía poner música a todo volumen o invitar a sus amigos sin embargo esa noche se limitó a leer un poco mientras escuchaba su playlist favorita.

...pero no, decidiste escuchar spotify...

Gruñó a sus adentros. Debía de comenzar a pagar esa aplicación pues ya había memorizado sus anuncios y cada que leía era realmente abrumador. Su estómago comenzó a gruñir avisando que tenía hambre cosa que no era extraña, había desayunado una manzana y almorzado un poco de lechuga con agua, sus "dietas" siempre llegaban al extremo por que ni siquiera comía, la manzana solo la mordisqueo y la lechuga solo la jugueteo.

No tengo hambre
No tengo hambre
No tengo hambre

Se repetía esa frase a si misma, no podía ceder a su lado "glotón" y comer lasaña, aún así fuese su comida preferida. Sin aguantarlo más comenzo a acercarse a la cocina, a pasos lentos saco la comida del horno, se veía tan deliciosa, la salsa, la carne, olía demasiado bien, se limitó a oler por un buen rato cosa que capto la atención de Lena, una chica chismosa y pesada de su clase; el error de Dalia fue hacerlo enfrente de la gran ventana que tenían en su cocina.

Sin aguantarlo más comenzo a comer de manera desesperada, no sabia por que lo hacía pero lloraba mientras cada bocado atravesaba su garganta, no podía evitarlo. Era un atracón, no le había dado uno desde primero de secundaria, no soportaba lo que estaba pasando mientras comía solo pasaba por su cabeza todos los insultos que había recibido de pequeña de parte de sus compañeros de clase e incluso de primos.

"Estas demasiado gorda no puedes jugar con nosotros"

"Pareces una albóndiga, aléjate"

"No brinques que harás que comience a temblar"

Seguía comiendo mientras lloraba, era un escenario demasiado triste y desesperante, Lena al darse cuenta solo pensó una cosa "Tengo que contarle esto a las chicas", eran un terrible grupo de cuatro que se pasaban chismes de todo el pueblo, así que comenzó a sacarle fotos a la pelirroja para luego mandarlas a su desagradable grupo.

(...)

Era un nuevo día, Dalia había pasado una mala noche pero ansiaba ver a sus amigos, solo ellos podían mejorar estos días. De un momento a otro vio como Grettell corría a ella antes de que cruzara la calle para llegar al colegio.

-Dali, ¿Nos fugamos hoy? -preguntó nerviosa

-¿Por? - preguntó con una mueca de confusión por su actitud

-Solo... -rasco su nuca -No me apatece estar en clases

-No lo sé, solo dejame entro a la primera hora y nos fugamos las otras - sonrió la pelirroja mientras cruzaba la calle

Grettell trato de alcanzarla pero por alguna razón no logro reaccionar rápido y pasaron demasiados autos cuando por fin iba a detenerla. Dalia entro dándole una sonrisa amable al guardia, ella quería que este día fuera bueno, lo necesitaba.

Al estar en los pasillos del colegio todos se le quedaban viendo, algunos con tristeza, preocupados, otros con burla y a una pequeña parte le daba igual, Dalia no comprendía el por que de esa actitud hasta que llegó a la puerta, habían pegado una foto de su atracón de la noche anterior, la habían editado con la frase "Oink, oink no toquen mi comida". La pelirroja comenzó a sentir un nudo en la garganta, eso era demasiado infantil a su parecer pero de igual manera dolía.

—Al menos ya sabemos por que Dalia no salía después de las ocho —comentó burlona Lena —A esa hora se convierte en un marranito —terminó a lo que todos rieron

Dalia sentía que iba a caer al suelo a llorar, sus piernas temblaban, su corazón se aceleraba, sentía tanto miedo, tristeza pero no dejaría que personas así la hundieran, no permitiría que llegara Grettell o algunos de sus amigos a defenderla, tenia que enfrentar esto o todo sería mucho peor. Comenzó a reír amargamente.

—¿Realmente crees que esto me molesta? —se dirigió a Lena —Todos solo son un grupo de niñitos inmaduros que creen que esto da risa, soy consciente de lo que tengo, de que lo hago es un problema, una enfermedad, burlarse de una enfermedad solo los hace estúpidos —explicó molesta —Lena hazme el favor y consíguete una vida —dijo a lo último para sacar su dedo corazón y entrar al salón de clases empujando a todos.

Tomó la clase ignorando a todos sus compañeros los cuales a decir verdad no decían nada al respecto, les había parecido suficiente lo que ella había dicho. Al finalizar la clase salió rápidamente, planeaba irse a casa. Si bien había logrado callar a todos no podía soportar seguir ahí. Iba demasiado perdida en sus pensamientos como para percatarse de que Lorenzo estaba frente a su salón con una rosa.

—Dal —hablo el pelinegro llegando a su lado ocasionando que lo volteara a ver

—¿Qué pasa? —trato de sonar tranquila. No necesitaba que nadie sintiera lastima por ella.

—Me he enterado lo que paso —rasco su nuca. La pelirroja solo tenía su vista en la rosa. —Te la manda Roma, se entero, Louis le trajo rosas y quiso regalarte una —sonrió mientras se la entregaba

—Gracias —respondió mientras las sostenía

—¿Estás bien?

—Si, todo en orden —mintió

—¿Qué harás hoy por la noche? —trato de cambiar de conversación

—He quedado con mi madre —mintió, de nuevo

—Ah vale — dijo nervioso —Nos vemos luego entonces —sonrió a medias.

—Hasta luego —trato de sonreír

Dalia tomo sus cosas con fuerza mientras caminaba hacia la salida del colegio. Su estómago sentía un nudo por el miedo tan grande que se había creado en ella. Su madre estaría muy decepcionada, ni siquiera podía imaginar que todo esto llegara a sus oídos. ¿Han sentido que algo esta mal pero aún así no pueden parar de hacerlo? Eso sentía ella, no era nada lindo. Sentía que hiciera lo que hiciera siempre decepcionaba a alguien. Paso el resto de su día a lado de Isabela, contándole lo que sentía, en esa roca fría pero prefería que estuviese fría y no hirviendo por un fuerte sol.

Compras Nocturnas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora