Capítulo 20

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¿Saben cual es mi estación del año favorita? El otoño, es demasiado agradable. No es ni muy caluroso ni muy frío, los días nublados son mis preferidos y los de Dalia igual. Nuestra pelirroja prefiere aprovechar el rato y quedarse en casa viendo películas, aunque realmente evitaba salir de casa para no toparse con Lorenzo, el pueblo era demasiado chico cuando querías evitar a alguien.

—¡No lo vas a creer! —chillo Grettell después de que Dalia le abrió la puerta de su casa

—¿Qué pasa? —preguntó la pelirroja con su pelo desornado y sus ojos hinchados de tanto ver televisión

—Luces fatal —hizo una mueca

—Lo sé —rodeo los ojos

—Da igual —suspiro —Han publicado que habrá un concierto de la banda de Daniel en el parque principal —dijo emocionada —Haremos picnic mientras los escuchamos. —sonrió

—Tengo mucha tarea Grett —suspiro

—Se la pedimos a Matt, sabes que el hará toda y solo será por esta ocasión —rogó

—Esta bien, solo debo darme una ducha pero...

—No irá Lorenzo —suspiro

—¿Cómo sabias que diría que eso? —dijo con el ceño fruncido

—No hace falta ser bruja para darse cuenta que ese tipo te hace pasarla tan mal —se encogió de hombros

Dalia rodeo los ojos antes de irse a arreglar.

(...)

—¡Uhhhh! —gritaba Grettell parada frente al pequeño escenario que montaron los chicos de la banda de Daniel —¡Eres grandioso amor!

—Es bastante escandalosa —dijo Froy con una mueca en su rostro

—Déjala en paz —regaño Lorena —Algún día te enamorarás y sentirás lo que esos dos —dijo mientras señalaba a Daniel y a Grettell

—El amor no es para todos —murmuró la pelirroja antes de pararse —Ire por un hot dog —aviso

El parque estaba lleno de adolescentes cantando, besándose o comiendo, parecía una agradable película familiar. Hasta que mientras le echaba catsup a su hot dog lo vio, ambos se observaron sin saber que decir o como actuar. Lorenzo no quería estar rogándole, tenía su cabeza echa un caos y no razonaba bien y Dalia solo no quería sufrir de nuevo por algo tan efímero como el amor juvenil. La verdad era que ambos traían unos rostros horribles, ojeras profundas, pelo desordenado y ropa poco atractiva. El pelinegro suspiro y con sus manos dentro de la sudadera se dio media vuelta para irse del lugar, Dalia se sentía más decepcionada de lo que estaba pero al mismo tiempo un alivio la invadió, le gustaba evitar el drama.

El tiempo transcurrió muy rápido entre canciones, chistes y comida que sin darse cuenta eran las doce de la mañana, era demasiado tarde para estar en el parque central. Dalia y sus demás amigos recogían la basura a su alrededor junto a sus sillas y mantas del suelo mientras la pequeña Roma corría hacia ella.

—¡Dal! —grito alterada

—¿Qué ocurre? —preguntó cuando la tuvo de frente

—¿Has visto a Lorenzo?

—Lo vi al inicio de todo esto pero se marchó —dijo confundida

—Salió de casa desde hace rato y no llega ni contesta su móvil —dijo preocupada —No esta con Olivia y tampoco contigo. Sabes que no tiene muchos amigos y ¡maldición! —chillo —Peleo con papá y siempre que pasa eso hace cosas estúpidas —dijo casi al borde del llanto

—Tranquila Roma —dijo tocando su hombro —De seguro esta bien, es Lorenzo —sonrió —Lo buscaré por mi lado y si llego a saber de él te aviso

Suspiro. —Si, gracias Dal. Debo irme —dijo antes de salir corriendo hacia Louis

Sin aviso previo la pelirroja corrió hacia Grettell para pedirle prestada su motoneta y así ir a buscar al chico, la pelinegra no cedía pues era tarde y tenía miedo de que algo pudiera pasarle pero al final se la presto. Dalia conducía por toda la ciudad en busca de Lorenzo o su automóvil y no había rastro de él por ningún lado. Los clubs estaban vacíos, las calles oscuras y realmente no había muchas opciones en donde podría estar en un pueblo como ese, de igual manera recorrió lo que pudo del bosque pero no había rastro del pelinegro cosa que ciertamente la comenzaba a preocupar. Momentos antes de darse por vencida recordó el único lugar que no había recorrido y manejo a toda velocidad hacia allá. Al llegar la presión en su pecho disminuyó pues el coche de Lorenzo estaba en el estacionamiento.

—Si sigues viniendo a estás horas por aquí pensaran que piensas asaltar el lugar —dijo la pelirroja con las manos dentro de su chaqueta. Lorenzo volteo a verla y no pudo evitar sonreír al notar como su nariz estaba roja como una cereza por el frío.

—Tal vez piense hacerlo —se encogió de hombros

—No eres tan inteligente... —bromeó —Y eres un buen chico —dijo mientras lo miraba

—Ya no estoy tan seguro de eso —suspiro

—¿En serio? —Preguntó mordiendo su labio inferior —Yo aún te veo así

—No me querías ni ver Dalia —soltó cansado —Te aleje a ti, aleje a Roma, aleje a Leo y a todos los que alguna vez se preocuparon por mi

—No es cierto, sabes que no es cierto —suspiro —Roma te ama, te andaba buscando junto con Louis, Leo se tuvo que ir y yo...estoy aquí ¿No? —se acercó a él

—Si... —murmuró aún recostado en su auto

Lo siguiente fue un silencio de larga duración mientras ambos miraban al cielo mientras trataban de perderse entre las estrellas. Ambos se sentían muy cómodos en ese momento sintiendo su apoyo.

—¿Qué harás mañana? –preguntó Lorenzo de repente

—¿Eh? —dijo Dalia sin comprender la repentina pregunta —Nada —respondió enseguida

—Deberíamos reunirnos y hacer algo —propuso sin verla todavía

—Si, deberíamos —susurro

No hacía falta hablar del disgusto que habían pasado, se sentían a gusto ahora y no querían arruinar eso, y tal vez no era mala idea pero de igual manera estaban ignorando sus sentimientos y eso era lo peor que podían hacer.

Compras Nocturnas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora