Capítulo 21

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Cuando la lluvia se llega a presenciar en el pueblo es un desastre. Las simples lloviznas y días de frío son increíbles pero cuando va más allá de eso es lo peor. Las casas que no están bien instaladas se inundan a tope y la luz o el internet se van. Pesadilla lo llaman algunos.

—Señorita aquí esta su café con su pastelillo —dijo divertido Dante mientras me los entregaba

—Gracias Dante —dijo Dalia mientras tomaba las cosas

La pelirroja salió de la cafetería con su paraguas verde. La noche anterior había sido un total caos pero su colonia y la de la cafetería eran de las pocas que no se inundaban.

—¡Dali! —chillo su mamá en cuanto la vio —Te dije que haríamos cupcakes ¿Por qué fuiste a comprarlos? —cuestionó molesta

—Madre es día de inundación y fin de semana, solo quiero comer un cupcake —suspiro

—Esta bien, pero los míos saben mejor —dijo antes de marcharse

Dalia tomo asiento en su sala de estar mientras prendía el televisor. Faltaba exactamente un mes para su cumpleaños y solo pensaba en que haría ese día hasta que el sonido de su móvil indicando que la llamaban la espanto.

—¿Sí? —contestó extrañada. Era una lada de su pueblo pero un número desconocido.

—Dalia así no se contesta un teléfono —regaño —Se dice "Hey" o "Diga". Si dices "Sí" te pueden hacer fraude —siguió hablando

—¿Fraude?

—Da igual —suspiro —¿Puedo ir a tu casa? La mía es un caos y no solo por que mi sandalia anda nadando en la cocina —se quejo

—¿Eres...?

—Soy Lorenzo, Dal ¿No reconoces mi voz? Esta amistad me esta doliendo —dijo "dolido"

—Eres una reina del drama —rodeo los ojos —Sabes que puedes venir cuando sea, nunca hago nada —dijo antes de darle una mordida a su pastelillo

—Tienes razón. Abre —dijo antes de que sonara el timbre de la casa

Colgó y fue de prisa a la puerta.

—¿Te han dicho que eres algo... Castroso? — dijo la pelirroja viéndolo frente a su casa con miles de paquetes de palomitas

—¿Te han dicho que así no se recibe a la gente?

Suspiro. —Pasa chencho —dijo burlona

—Con gusto poopy —respondió de la misma manera

—No, no hagamos esto —dijo arrepentida

Después de unas cuantas palomitas, películas y peleas ambos se quedaron dormidos en el sofá, Lorenzo sujetaba la cabeza de Dalia  mientras el tenía la suya recostada en el espaldar del sofá, la televisión seguía andando y las palomitas estaban regadas en el suelo. Parecían una tierna pareja de adolescentes. Lorenzo se desperto mientras observaba a la pelirroja descansar. Su corazón comenzó a palpitar de manera rápida, las mariposas atacaban su estómago y una sonrisa de formó en su rostro.

¿Acaso todo había vuelto a la normalidad?

Los dos habían pasado por tanto y aún así encontraron la manera de volver a estar bien. Él realmente quería estar con ella, quería que fueran pareja, besarla y decirle cuanto la quería pero tenía la estúpida idea de que lo arruinaría, después de todo lo traía en la sangre. No quería arruinar lo más lindo que había tenido en su vida, había encontrado todo en ella, a su mejor amiga y su amor.

—¿Tengo un moco en la cara? —pregunto divertida con los ojos cerrados en cuanto se dio cuenta que la observaba

—Si, es enorme —dijo divertido sin dejar de mirarla

—Imbecil —respondió mientras intentaba sentarse

La pelirroja sintió que la cabeza le daba vueltas por levantarse tan rápido que quedo a pocos centímetros del rostro de Lorenzo. Ambos se miraban nerviosos y deleitados con la presencia del otro, sonreían y sus respiraciones se agitaban. ¿Acaso me volverá a besar? Pensaba Dalia y muy en el fondo quería que sucediera.

—¿Tienes hambre? —preguntó el chico mientras trataba de salir de esa situación

No, no puedo maldecir esta amistad así Pensaba él.

—Eh —dijo confundida —No tengo hambre —respondió decepcionada mientras se paraba

El silencio incómodo invadió la sala, ambos jugaban con sus manos o su cabello y pensaban en que la habían cagado.

—¿Quieres andar en bici? —pregunto de repente Dalia

—¿Ahorita? —respondió divertido —Son las ocho de la noche

—Mejor —sonrió

—Esta bien —dijo emocionado —Vamos

Se dirigieron a la cochera a sacar la bicicleta de Dalia, el lugar carecía de luz pues solo alumbraba una pequeña lámpara.

—¿No tienes una para mi? —pregunto el chico mientras observaba a su alrededor

—La de mi madre —señaló la bicleta rosa con flores

—¿No hay otra? —rasco su nuca

—¿Masculinidad frágil? —dijo divertida

—Para nada —respondió tomando la bicicleta

Esa noche era una buena definición de momento perfecto para los dos. El aire fresco golpeaba sus mejillas y desordenaba sus cabellos, sus risas y la luz de la luna alumbraba sus rostros que reflejaban su felicidad.

—¡Para! —grito Dalia al ver el agua acumulada en la calles frente a ellos

—Mierda —dijo Lorenzo al caer con todo y bicicleta al agua

La pelirroja no paraba de reír viendo como el chico salía de ahí.

—Si, no te preocupes poopy, estoy bien —hablo sarcástico mientras se sentaba en la acera

—Si me preocupo por ti tonto —dijo acercándose —Pero fue muy gracioso —carcajeo

—Trague mucha agua sucia —hizo una mueca de asco

—Vamos para que te bañes —animó la pelirroja poniéndose de pie

—¿En tu casa?

—¿Quieres ir a la tuya?

—No, vamos —dijo parándose para ir con ella

Todo el regreso a casa fue caminando mientras llevaban las bicicletas pues no era muy cómodo para Lorenzo pedalear mientras estaba todo mojado. Y apesar de haber tropezado era una de sus mejores noches.

Compras Nocturnas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora