Adiós

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En la costa la muerte se asoma,
con su cabello blanco y lanza.
El menor no lucha,
solo sonríe.
Entrega su vida
para nadar en la paz eterna.

Su pecho atravesado.
Un último aliento.
En las olas su cuerpo cae,
sin vida.

Las aguas dejan de brillar,
y lentamente se van desvaneciendo.

Las sirenas escondidas entre las rocas,
lloran por su libertad. Aúllan de felicidad.

Él lo ha matado.
Al menor.
Pobre Kenn.

«La cacería comenzó, la cacería comenzó, la cacería comenzó.»

Hijos del marWhere stories live. Discover now