✨ Ocho ✨

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Joaquín cerró los ojos gustoso cuando sintió las manos de su alfa frotar con suavidad su espalda, sentía los dedos tocar y deshacer aquellos nudos que se formaron debido a las horas de trabajo

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Joaquín cerró los ojos gustoso cuando sintió las manos de su alfa frotar con suavidad su espalda, sentía los dedos tocar y deshacer aquellos nudos que se formaron debido a las horas de trabajo. Como inducción del nuevo periodo en la academia, todos los maestros habían tenido entrenamiento después de las clases con los alumnos y pese a haber practicado por su cuenta durante su descanso, se había desacostumbrado al entrenamiento duro por parte de sus instructores de mayor rango.

Abrazó sus piernas y descansó su cabeza en sus rodillas mientras era enjabonado y consentido por Emilio, se sentía dentro de una inmensa nube de paz y tranquilidad. Sin poder evitarlo, un suave ronroneo salió de su pecho y sus orejitas se relajaron dentro de los protectores de plástico que utilizaba para no mojarlas. Había sido un día muy duro al obligar a su animal a mantenerse al margen, el cuerpo le había dolido a horrores, pero estaba feliz de poder volver a enseñar danza.

- ¿Te gusta? - El gatito respondió con un "sí" inaudible, demasiado relajado como para contestar. Su respiración era calmada y sus ojitos amenazaban con cerrarse y dormir lo que quedara de la tarde y noche, además, los analgésicos que había tomado para el dolor habían empezado a tener efecto, provocándole más sueño de lo habitual.

Inevitablemente, poco a poco su mente empezó a divagar, pensando en lo delicioso que se sentiría acostarse en su amada sabanita después de aquel agradable baño, luego su mente viajó a los diversos sucesos del día, hasta que su conciencia empezó a apagarse y dejar los pensamientos atrás.

- ¡Ahg! -

Un gritito escapó sorpresivamente de su boca cuando su entrada se vio invadida por los traviesos dedos de Emilio. Miró sobre su hombro y pudo ver la sonrisa socarrona de su pareja quien sin culpa alguna movía y acariciaba sus paredes internas con absoluta parsimonia. Joaquin quiso molestarse y alejarse del toque de aquellos dedos, pero realmente se sentía bien, aun cuando el agua dificultaba la penetración.

Su cuerpo pronto empezó a responder a las caricias, calentando y extasiando su cuerpo. Maldijo a su omega que se negaba a cooperar con él, dejando que Emilio se saliera con la suya.

-No...no hagas eso- Un jadeo involuntario se le escapó de los labios cuando sintió su próstata ser acariciada y estimulada- ¡Basta! Estoy cansado-

-Mi gatito prometió prepararme la cena cuando volviera, no puedo permitirle dormir- Yoongi se burló mientras seguía tocando esa zona- Además esta mañana alguien se portó mal, no lo puedo dejar pasar-

La respiración de Joaquín se cortó abruptamente cuando sintió como los dedos en su interior se curvaban y presionaban su próstata. Sus caderas empezaron a moverse involuntariamente buscando más y más el contacto ajeno. Su piel comenzaba a hervir, dejando de sentir la temperatura del agua que por el tiempo se había tornado fría.

Cada que Emilio daba una estocada con sus dedos, crecía la desesperante necesidad de correrse. Joaquín estaba seguro de que su entrada estaba húmeda y viscosa, de haber estado en un lugar seco el lubricante hubiera corrido hasta sus muslos por la manera tan eufórica en la que su cuerpo había reaccionado ante las provocaciones de pareja. Su celo estaba cerca, Emilio estaba consciente de ello y lo estaba utilizando a su favor, puesto que el alfa sabía que la sensibilidad en su cuerpo aumentaba cuando estaba previo a esos días.

-Hyung- Lloriqueó cuando sintió el pene de Emilio abriéndose paso dentro de él, ni siquiera había notado cuando lo había alzado para poder penetrarlo.

Sintió los dedos clavarse y aferrarse a sus caderas, Emilio gruñía y gemía contra su oreja demandando que se entregara a él; en respuesta, su cuerpo reaccionaba y soltaba más lubricante, ansioso por complacerlo. Su cabeza empezó a dar vueltas y lo único que pudo hacer fue sostenerse en la orilla de la bañera para tener algún soporte y evitar colapsar por el placer.

-Joaquín-

Emilio mordió y tiró de la piel del cuello, su omega se sentía tan bien alrededor de él, los músculos de la entrada de Joaquín lo apretaban y acariciaban de manera enloquecedora. Su primera intención había sido molestar al gatito travieso que lo había desafiado esa mañana, pero al inhalar aquel embriagador aroma a excitación que soltó el menor no pudo contenerse, era como un afrodisíaco para él.

- ¡Ah! - Joaquin podía sentir las lágrimas caer por sus mejillas, ya no podía más, lo sentía, sus músculos se empezaron a tensar y su pene goteaba sin control. Inconscientemente arqueó la espalda cuando por fin llegó al orgasmo enterrando por completo el pene de Emilio en su interior provocando que el alfa gruñera y clavara sus dientes con fuerza sobre su cuello. Lloriqueó y gimoteó conforme soltaba chorros de semen, su entrada se tensó y apretó el pene de Emilio en un asfixiante abrazo, provocando que el tigre llegará al orgasmo con él.

- ¡Emilio! -

Gritó cuando el nudo se abrió paso entre sus músculos descargando toda la semilla de su pareja. Joaquín creyó que no podía ser posible, pero se encontraba teniendo su segundo orgasmo mientras su cuerpo se retorcía por la sobreestimulación. Emilio abrazó el cuerpo tembloroso del menor mientras esperaba a que los efectos del orgasmo pasarán. Besó la suave piel de la espalda de Joaquín y acarició la piel de sus caderas.

-Hyung malo- Murmuró-Ahora ya no te haré la cena-

Emilio rio ante el pequeño berrinche que tenía su gatito, no podía tomar la molestia del menor en serio y más cuando sus mejillas se abultaban por aquel puchero que se había instalado en su rostro.

-No tenía planeado que lo hagas de todas formas, sabía que estabas cansado, no te habría obligado hacerlo-

- ¡Hyung! -

Joaquín reclamó molesto, Emilio sólo lo abrazó más fuerte mientras reía y lo retenía de su intento de escapar de sus brazos.

 Joaquín reclamó molesto, Emilio sólo lo abrazó más fuerte mientras reía y lo retenía de su intento de escapar de sus brazos

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Dulce Ronroneó Where stories live. Discover now