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- ¿Estás nervioso?

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- ¿Estás nervioso?

Era el día de visita para conocer a Dylan , Emilio estaba feliz de poder hacer amistad con los compañeros de Joaquín, a simple vista parecían ser personas amigables, por eso, pese a que era alguien reservado con las personas a quienes mantenía cerca, no le desagradaba la idea de conocerlos y convivir con ellos.

Esperaba poder enmendar la primera impresión que le dio a Ethan, había actuado por puro instinto y eso le avergonzaba.

-No realmente, sólo estoy ansioso, tengo miedo de que la comida que preparé le haga mal-

-Joaquín a él le gustará, además, hablaste con Ethan previamente para confirmar que alimentos no le hacen vomitar-

-Lo sé, pero es que realmente quiero llevarme bien con su esposo-

Emilio le depositó un beso en la sien y acomodó mejor el gorrito cuidando de no aplastar sus orejitas. El deseaba que Joaquín hiciera más amigos, su pareja siempre se sentía tímido e inseguro, manteniendo la sensación de inferioridad por no poder controlar sus partes animales. Él no podía entender como alguien podía rechazar a alguien tan bello y tierno como Joaquín.

-Deja de preocuparte, estoy seguro de que todo saldrá bien- Rozó levemente su nariz con la de Joaquín, sacándole una pequeña risa que hizo que su corazón se calentara. Presionó el timbre y esperaron a que atendieran. Dentro de la casa se escucharon unos pasos acelerados acompañados de un "Dy no corras" correspondiente de Ethan. Enseguida apareció detrás del umbral un Dylan sonriéndoles de oreja a oreja. Su emoción enseguida los rodeo, el suave aroma a caramelo les dio la bienvenida amistosamente, invitándolos implícitamente a relajarse y confiar en el risueño omega que los saludaba eufórico.

- ¡Están aquí! -

Joquin miró sorprendido la belleza que poseía, ni siquiera la ropa de pijama y el nulo maquillaje arruinaban su apariencia. Su rostro se sonrojo levemente, sintiéndose ligeramente celoso de las facciones atractivas del omega, sus pómulos detallados y aquellos ojos penetrantes le daban una madurez envidiable, pero que, junto con la suavidad de su expresión y aquella delicadeza en esos labios rosas y piel tersa, hacían que el rostro de Dylan se mantuviera jovial y fresco, equilibrando sus rasgos perfectamente.

Joaquín fue consciente en ese instante de sus mejillas rellenas de grasa sobrante y de sus facciones aniñadas. Su mirada se posó en sus dedos gorditos, de no ser porque tenía la comida en sus manos, las habría escondido, avergonzado de lo pequeñas que se veían a comparación de las largas y estilizadas manos del contrario.

-Hola- Habló tímidamente. Sintió la mano del alfa apretarle con suavidad su cadera, preguntándole en aquel gesto si todo estaba bien. Joaquín dejó caer la tensión, no debería estar pensando tonterías.

-Es un gusto conocerte- Emilio hizo una leve reverencia, a lo que Dylan le respondió casi de inmediato con tanta emoción que el gesto salió un tanto burdo.

-Pasen, no se queden afuera, se van a congelar- Dylan tomó la bandeja que tenía Joaquín en sus manos y se lo pasó a su esposo que acaba de llegar a su lado. Abrazó al gatito con fervor tomándolo desprevenido. Joaquín se sintió aturdido por un momento, sin embargo, pronto se sintió cómodo en los amables brazos que lo apretaban con sincera emoción.

-Estoy feliz de que por fin vinieran a verme, estuve esperando esto desde que Ethan me contó de ti-

-Yo igual estoy feliz, espero que te guste lo que preparé para ti, de todas formas, si te causa mareo no tienes por qué comerlo-

-Ya quiero probar lo que cocinaste, Ethan me dice que tus almuerzos son mejores que los míos- Comentó sin una pizca de enojo o recelo, por el contrario, Dylan parecía un niño revisando curioso lo que había debajo del papel aluminio que protegía los alimentos.

- ¡No es cierto! -

Joaquín reía mientras se quitaba el sin fin de abrigos que se había puesto para evitar morirse de frío. Emilio lo ayudó inclinándose para desabrocharle las agujetas de sus zapatos y poder colocarle las pantuflas. Joaquín sonrió al ver sus pies envueltos en un esponjoso panda, tenía que pedirle a Emilio unas así cuando fueran al centro comercial.

-Tiernos- Suspiró mientras observaba aquella escena- Ethan nunca me ayuda a quitarme los zapatos-

- ¡Claro que sí! - Objetó.

-Sólo porque tu madre te obliga a hacerlo ahora que estoy embarazado, así no cuenta- Dylan le sacó la lengua y se cruzó de brazos- Además, no es como si mi embarazo me impidiera moverme-

Ethan se rascó la nuca avergonzado, Emilio lo disfrutó internamente, recordando la vergüenza que le hizo pasar cuando se enteró que el coqueteo con su pareja había sido sólo para molestarlo.

-Joaquín me comentó que has estado teniendo muchos mareos, ¿Cómo sigues? -

-Estoy bien, por ratos suelo vomitar, pero mientras no huela nada con un olor fuerte o coma lácteos, está bien-

-Pero, aunque no deba, come helado a escondidas de mí, así que los vómitos son todos los días- Ethan colocó los platos en la mesa ignorando las quejas de su esposo por haberlo delatado frente a sus nuevos amigos. Joaquín sonrió, inclusive su gato interno que se había sentido un poco receloso en un principio ante la idea de convivir con un extraño, mostró el estómago sintiéndose en confianza.

Entonces tuvo la necesidad de mostrarse tal cual era, si iba empezar una amistad quería hacerlo bien, sin secretos de por medio. Tomó su gorrito y aún con la duda carcomiéndole la cabeza, se lo quitó, Emilio lo miró sorprendido, pero no dijo nada, tan sólo lo apoyó con una sonrisa. Se acercó a él y le peinó los mechones revueltos, con una expresión orgullosa de que haya revelado sus orejitas aun con un extraño frente a ellos.

- ¡Wow!, que esponjosas se ven ¿puedo tocarlas? –

Joaquín sintió como la presión dentro de su pecho desaparecía, Dylan había reaccionado tan bien que su animal se había puesto a rodar de alegría. Se dirigió a la mano que esperaba impaciente por él, sintiéndose mimado ante las suaves caricias. Un tenue ronroneo se escuchó en la habitación, inconscientemente dejó caer su cola que mantenía enrollada en su cintura bajo su suéter para que no sea notara, pero poco le importó, ahora sabía que Dylan no iba a juzgarlo.

-Eres muy tierno, no puedo creer que Ethan te mantuvo escondido de mi durante mucho tiempo-

-Lo ibas a asustar, si no fuera porque Emilio está aquí, ya te hubieras abalanzado a atosigarlo-

Dylan le lanzó un trozo de pepino que había en la ensalada, pero Ethan fue rápido atrapándolo en el aire para después lanzárselo de vuelta. Joaquín no pudo sentirse más cómodo en aquel ambiente agradable y juguetón que aquella pareja desprendía. Ahora tenía un amigo más, y lo mejor es que no tenía por qué sentirse incomodo por mostrar sus orejitas y su cola frente a él.

 Ahora tenía un amigo más, y lo mejor es que no tenía por qué sentirse incomodo por mostrar sus orejitas y su cola frente a él

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Dulce Ronroneó Where stories live. Discover now