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- ¡Hay un perro en nuestra cama! -

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- ¡Hay un perro en nuestra cama! -

Emilio corrió a la habitación cuando escuchó el grito de horror de su pareja. Cuando entró lo primero que notó es que la cola de Jimin se había erizado doblando su volumen de pelo, tuvo el impulso de pasar su mano sobre la esponjosita extensión, pero se contuvo sabiendo que probablemente obtendría un arañazo en el rostro.

-La traje del refugio ¿Te gusta? -

Joaquin lo miró mal, no se esperaba llegar a la casa y encontrar un animal extraño invadiendo su espacio. No era que odiara a los animales, al contrario, los amaba, simplemente fue inesperado. Además, si le hubieran preguntado que mascota prefería, hubiera escogido algún animal tranquilo o algo que no lo atacara mientras estaba transformado.

- ¿Por qué no me avisaste? - Le reclamó- Se supone que una mascota es algo que deberíamos escoger juntos-

- Fue algo que sucedió de último momento, además mírala- Emilio la tomó entre sus manos y la acercó a su pecho- ¿No es bonita? –

- Lo es ahora, pero cuando crezca terminaré siendo comido por una enorme bestia-

Emilio rio ante el comentario, se le había olvidado que en la secundaria Joaquín fue correteado por el perro de su mejor amigo. Corrió alrededor de cinco esquinas como un loco intentando salvarse, sin embargo, su intento de huir fue completamente en vano. El pobre terminó babeado por un juguetón labrador que sólo quería divertirse. Tal vez había sido mala idea dejar que su amigo llevara a su mascota a casa, pero no era su culpa, él no sabía que Joaquín estaría convertido en su forma animal.

-Es una caniche, no crecerá mucho- Lo tranquilizó- Y si la criamos desde ahora se acostumbrará a nosotros-

Aquello pareció flaquear la postura de Jimin porque se quedó en silencio sin poder argumentar nada, además de que la curiosa apariencia del animal empezó a tener efecto en él.

Aún con incertidumbre se acercó y pasó su mano por su cabecita. Enseguida la cachorra se movió feliz hacia su palma y con el cuerpo temblando de la emoción trató de pasar a sus brazos. Joaquín no pudo resistirse y la sostuvo, era tan pequeñita que cabía fácilmente en la extensión de su mano.

-Mírate, eres tan tierna- El pequeño animal movía su cola feliz de recibir mimos por parte de sus nuevos dueños. Joaquín sintió su corazón calentarse, se veía tan contenta que no pudo resistirse a ella.

- ¿Tiene nombre? – Preguntó.

-No realmente- Respondió volviéndola a tomar- Pero estuve pensando uno en el camino-

- ¿Cuál? -

-Samay- Emilio la sostuvo en lo alto y la presumió orgulloso- Samay Osorio-

- ¡Oye! Podría ser Samay Bondoni-

-No le pega- Joaquín quiso oponerse, pero al ver a su pareja tan entretenido jugando con su nueva mascota, prefirió callar.

Emilio parecía embelesado por la pequeña bola de pelos que se movía alegre entre sus manos. Aquella imagen era tan bella que Joaquín la guardo como un hermoso recuerdo que deseaba poder recordar siempre.

-Está bien- Accedió- Bienvenida a casa Samay Osorio- Se acercó a su hocico obteniendo un pequeño lengüetazo en su nariz que le hizo sonreír. Nunca deseó tener un can de mascota, pero en esos momentos al ver la emoción de la pequeña bola de rizos, sintió que tal vez había estado equivocado todo este tiempo

 Nunca deseó tener un can de mascota, pero en esos momentos al ver la emoción de la pequeña bola de rizos, sintió que tal vez había estado equivocado todo este tiempo

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora