Epílogo

604 110 14
                                    

-Papá- 

Unas pequeñas manos jugaron con sus mejillas haciéndolo despertar. Joaquín abrió los ojos encontrándose con la mirada curiosa de su hijo que lo observaba de cerca. El pequeño movía sus piernas inquieto mientras babeaba su mantita.

Sonrió enternecido y acarició las pequeñas orejitas que sobresalían de su fina cabellera. Su hijo se movió hacia su mano restregando su rostro en la cálida palma pidiendo más caricias. 

- ¿Tienes hambre amor? - 

Minho asintió y extendió sus bracitos pidiendo ser cargado. Joaquín lo tomó con cuidado posicionándolo sobre él. El niño enseguida se acurrucó sobre su pecho y buscó el pezón de su papá hasta prenderse en él. 

-Buenos días- 

Emilio bostezo en grande y se movió de su lugar hasta quedar a su lado. Se estiró con pereza, una de sus piernas fue a parar sobre el cuerpo del omega, envolviéndolo en un abrazo, siempre cuidando de no interrumpir el desayuno de Minho. Miró a su cachorro tomar leche completamente relajado. El pequeño succionaba hambriento mientras mantenía los ojos completamente cerrados, inmerso en su propio mundo. 

Minho tenía nueve meses. El pequeño apenas había empezado a unir las sílabas, y aunque sólo balbuceaba papá y leche, Emilio no podía sentirse más orgullo de su pequeño retoño. 

- ¿Cómo dormiste? - Emilio preguntó mientras acariciaba con ternura la espalda de su hijo. 

-Bien, Minho sólo se despertó una vez a comer en toda la noche- Bostezó- Tengo que aprovechar que no es tan activo antes de que descubra que puede saltar y utilizar sus sentidos para algo más que sólo atrapar su ratón de peluche que se mantiene colgado de su isla- 

Su pequeño era un híbrido de gato, pese a todo pronóstico, Joaquín sólo había concebido a un cachorro. Ambos se sintieron relajados cuando la ginecóloga les dio la noticia en una consulta, las posibilidades de un embarazo riesgoso habían sido mínimas, por lo que Joaquín pudo pasar los nueves meses sin dificultad y dar a luz sin mucho dolor. 

-Sólo espero que no se haga cómplice de Holly, puede ser una muy mala influencia, hasta ahora no he logrado que deje de destruir mis zapatos- 

-Espéralo, yo solía usar el sillón de mi casa para calmar la picazón que me provocaban las garras- Joaquín rio al recordar a su padre llorar al ver su sillón nuevo completamente destruido. 

-Dímelo a mí, las marcas de mis colmillos quedaron en las mesas de madera que encontraba- 

Emilio acarició una de las orejitas. El escaso pelo su hijo parecía una abundante pelusa muy suave al tacto. Amaba contemplar el pelaje rayado del pequeño, una parte de él se sentía alegre de ver a su hijo con un rasgo heredado de él, el patrón de color. 

-Estoy feliz-  El alfa ronroneó a gusto. La mano de su pareja se posicionó en su mejilla acariciándola con delicadeza. Joaquín se unió a él, creando un contraste más tenue con el ronco sonido de su garganta. De pronto un diminuto zumbido se hizo presente. Ambos miraron asombrados a Minho que había dejado de alimentarse para responder al llamado de sus padres. 

-Mi hermoso y pequeño cachorro- Emilio besó la frente de su bebé. 

-Está es tu manada amor, siempre estaremos a tu lado- 

Joaquin se acurrucó junto a su alfa. Posicionó a Minho entre ambos cuerpos para que pudiera escuchar con claridad el ronroneo que salía de ambos pechos. El bebé soltó una risa de alegría y dejó que el dulce ronroneo de sus padres lo envolvieran en un bello arrullo de cariño

Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora