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Emilio miró con tristeza las condiciones en las que se encontraba el albergue

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Emilio miró con tristeza las condiciones en las que se encontraba el albergue. El lugar parecía no haber recibido mantenimiento desde su construcción. Las paredes estaban sucias y con pedazos de pintura cayéndose al suelo, mientras que las columnas que nunca fueron pintadas estaban manchadas y en un pésimo estado. Notó como el moho y la humedad habían acabado con las jaulas, inclusive algunos perros se encontraban permanentemente amarrados para que no se escaparan por la falta de rejas. Emilio de pronto tuvo el impulso de desamarrarlos y curarles las heridas abiertas a causa de la fricción de las cuerdas.

-Le agradezco mucho su donación señor Osorio, estos animalitos han estado mucho tiempo sin esperanza- La mujer habló con emoción. Era una señora grande de aspecto desalineado y avejentado. Su cabello cenizo estaba sujetado descuidadamente en un improvisado chongo, por lo que algunos mechones salían sin control alrededor del peinado. Llevaba un sencillo suéter de lana gastado que iba a juego con la arrugada falda llena de retazos de otras prendas para tapar los agujeros.

Ella le dio una sincera sonrisa. Su rostro estaba surcado por varias arrugas y en su dentadura falsa ya faltaban algunos dientes. Emilio presentía que ella se había deteriorado de la misma forma que lo hizo el albergue.

-Mi pareja y yo queríamos ayudar a los animales, de hecho, fue él quien encontró este lugar-

-Me siento agradecida porque así fuera, espero un día tenerlo de visita por aquí-

No pudo evitar fruncir el ceño en desagrado cuando la mujer abrió la puerta para ingresar al lugar donde estaba la mayor aglomeración de animales. El hedor era insoportable, Emilio tuvo que sacar su pañuelo para cubrirse la nariz y evitar tener arcadas. Aquella habitación era incluso más deplorable que las anteriores. No había ni si quiera divisiones, era un cuarto grande que mantenía a los perros quietos a una cadena incrustada a la pared. Los pobres animales ladraban desesperados, sus pelajes estaban manchados por la orina y las heces que se esparcían por el suelo, muchos estaban en los huesos, otros ni si quiera podían estar sobre sus dos patas, inclusive había uno que otro cadáver de cachorro, lo más probable era que no habían sobrevivido al parto.

Emilio se sintió profundamente consternado, eso no era un albergue, parecía más bien un matadero para perros. No lo soportó, se disculpó con la mujer y se excusó diciendo que tenía que contestar una llamada. Salió de la habitación lo más rápido que su cuerpo abatido le permitió y se sostuvo en la pared más limpia que encontró para recuperar el aliento. Se frotó los ojos como si aquello fuera a borrarle la imagen de los perros sufriendo, nunca había visto un lugar tan espantoso como ese. Agradeció haberle negado a Joaquín que lo acompañara, estaba seguro de que él no hubiera guardado la compostura y se hubiera puesto a llorar y a pelear con la señora en cuanto hubiera puesto un pie en el lugar.

-Lamento que los viera así, pero usted debe entender que si los dejaba en la calle los hubieran matado-

Emilio no pudo contestar, en esos momentos ya no sabía que era peor, que el gobierno se hubiera desecho de ellos o que sufran a cada minuto en ese lugar mientras esperaban su muerte.

-Tiene suerte- Respondió mientras volvía en si- Si protección animal se hubiera enterado de este sitio se los habría llevado hace mucho tiempo-

-Lo sé, pero no podía dejarlos en la calle, debe comprenderme-

La mujer lo miró con gesto alicaído. Suspiró, había una gran posibilidad de que ella sufría algún tipo de trastorno que le hacía acumular a los animales, la mujer no veía más allá, parecía estar en un estado de negación, inclusive prefería que los perros estuvieran en esas condiciones a que se los quitaran.

-Contactaré a un equipo para empezar la limpieza de este lugar, es necesario pasar primero la inspección de un oficial para poder abrir como tal el albergue-

-Claro-

-Pero Señora Sook-

Emilio le apretó levemente el hombro en consuelo antes de terminar la oración, pudo ver en los ojos tristes de la mujer que sabía lo que también implicaba su intervención en aquel lugar.

-No puedo garantizarle que los animales puedan quedarse, muchos de ellos están en graves condiciones y será necesario que protección animal se los lleve para poder rehabilitarlos-

La vio llorar, a pesar de que era una beta y no despendía mucho olor, podía sentir la tristeza y el profundo dolor que la inundó en esos momentos. Emilio la rodeó contra sus brazos y la consoló, no sabía nada de su vida, pero podía apostar que esos animalitos eran todo lo que tenía.

Entonces se preguntó cuál episodio de su vida la llevó a desencadenar esa conducta, él sólo podía imaginarse lo peor.

-Lo lamento- Dijo mientras le ofrecía su pañuelo- Pero es necesario-

-Está bien- Respondió tomándolo- Presentía que en algún momento esto iba a pasar-

La señora Sook caminó hacia el pasillo que servía como recepción, no era más que un espacio con una mesa y una silla vieja. Emilio la siguió de cerca, pudo notar como arrastraba los pies sin ánimo, temió que ella cometiera algún atentado contra su vida. Luego llamaría a alguien para que la vigilará mientras se tramitaba todo.

-Señor Osorio, sé que no estoy en posición de pedirle otro favor, pero quisiera que aceptara algo-

Emilio vio como la mujer tomaba una caja que estaba en un rincón y se lo entregaba. La agarró dudoso entre sus manos sintiendo un pequeño peso dentro de ella cuando finalmente la sostuvo por completo. Intentó descifrar su contenido, pero una de las tapas estaba caída, por lo que no pudo ver bien que era lo que se encontraba dentro.

-La dejaron en mi puerta hace unos días, es apenas una cachorra, es la única que está completamente sana- Comentó afligida- No soportaría ver que se la lleven de la misma forma que los otros, por favor, tómela-

Ella abrió la tapa revelando a una pequeña bola de pelos acurrucada en una esquina. Emilio nunca había considerado tener una mascota, ni si quiera lo había discutido con Joaquín, pero al ver el rostro suplicante de la mujer no pudo negarse, no podía decirle que no a lo último que le traía felicidad a la señora Sook.

-Está bien, la adoptaré-

Metió la mano y acarició los pequeños risos castaños del animalito. De pronto la imagen de su pareja siendo perseguido en su forma gatuna por un travieso canino le hizo sonreír. Tal vez quedarse con ella no era tan mala idea

 Tal vez quedarse con ella no era tan mala idea

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Dulce Ronroneó Where stories live. Discover now