✨Cuarenta y ocho✨

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- ¿Estás listo? - 

Joaquín negó nervioso. Cada uno tenía entre sus manos dos pruebas de embarazo. Tal vez había sido una exageración comprar cuatro, pero a ambos les entro la ansiedad cuando fueron a la farmacia a conseguirlas, querían comprobar que los resultados fueran correctos y,  aunque existía la prueba sanguínea, Joaquín no estaba de humor para ir a un hospital. 

El temporizador de pollito sonó, sus manos empezaron a temblar. Realmente no se sentía preparado para una respuesta negativa, sobre todo cuando su cuerpo ya le había estado dando pequeñas señales. Como los mareos, la sensación de gastritis en el estómago y su poca tolerancia a los olores fuertes. Aunque en ningún momento se había dado falsas ilusiones, una pequeña parte de él no podía parar de pensar que un bebé podría estar formándose dentro de él. 

-A la cuenta de tres- Emilio lo trajo de vuelta su realidad- No te preocupes amor, si sale negativo no es el fin del mundo, sabes que podemos seguir intentando- 

Su pareja estaba tratando de calmarlo, pero Joaquín podía ver con claridad que se encontraba igual de ansioso. Sus labios estaban heridos de tanto morderlos y sus uñas casi habían desaparecido. Probablemente se las estuvo comiendo mientras esperaba a que saliera del baño. 

-Sí - Respondió con voz temblorosa - Sólo son los nervios del momento- 

- Sabes que estoy para ti, ¿verdad? - 

-Lo sé- Respondió con el corazón calentándose por las palabras de apoyo. 

-Aquí vamos- Emilio tomó un gran respiro mientras juntaba valor- Una...  -Dos-

- ¡TRES! - Contaron al unísono. 

Volteó las pruebas mirando con miedo el pequeño recuadro. Sintió su alma morirse del susto cuando Emilio soltó un grito lleno de gozo. Frente a él se dibujaban dos líneas rojas que resaltaban perfectamente en el fondo blanco. Su vista empezó a empañarse por las lágrimas de felicidad que empezaban a salir sin permiso. Su deseo se cumplió, estaban esperando a un cachorro. 

- ¡Oh dios! -  Emilio lazó las pruebas en algún lugar de la habitación y jaló a Joaquín para estrecharlo fuertemente y compartir la felicidad que sentía mediante la acción. Los sollozos se hicieron presentes y era tanta la dicha que no supo identificar si el sonido del llanto era de él o de su omega. 

El lazó vibraba, ambos animales corrían y jugaban felices por la nueva noticia, sincronizando sus emociones con sus dueños que se abrazaban y besaban con torpeza. 

-Seremos padres- 

-Si- Afirmo Joaquín conmocionado- Seremos padres-

Dulce Ronroneó Where stories live. Discover now