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Joaquín  tomaba su leche de vainilla mientras miraba a su pareja trabajar en su escritorio

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Joaquín tomaba su leche de vainilla mientras miraba a su pareja trabajar en su escritorio. Había decidido ir a verlo después de salir del trabajo para llevarle de comer.

Le había comprado tteokbokki porque sabía que era una de sus comidas favoritas, pero el alfa había ignorado la comida completamente, ni siquiera la había volteado a ver cuando la colocó frente a él.

No estaba molesto, era un día de mucho trabajo y entendía que la prioridad de Emilio no era precisamente almorzar, sin embargo, eso no evitaba que Joaquín se preocupara, sobre todo porque sabía que su pareja podía llegar a ser extremista y dejar de alimentarse por un día completo con tal de terminar el trabajo pronto.

-Mailo- Llamó melosamente obteniendo un bajo murmullo como respuesta, el tigre tenía toda su atención en los documentos que estaba revisando. Joaquín tiró la cajita de leche vacía y se dirigió hacia él.

-No has tocado tu comida-

Emilio ni si quiera le prestó atención, estaba perdido viendo la pantalla de su computadora mientras escribía rápidamente en su teclado, Joaquín se sorprendió por la habilidad que tenía de escribir sin ni siquiera voltear un segundo a ver las teclas. Soltó un bufido y se sentó frustrado en la silla que estaba frente a la de Emilio.

No iba a dejar que su pareja pasara todo el día sin ingerir ningún alimento, así que, aunque Emilio perdiera unos minutos de su preciado trabajo, comería.

Deshizo el nudo de la bolsa y sacó el unicel cuidando de que no tocara ningún papel importante del escritorio. Acomodó los palitos a un lado y abrió el paquete de comida con la esperanza de que el olor abriera el apetito del alfa, pero no obtuvo ninguna reacción de él.

Joaquín hizo un puchero y se cruzó de brazos, si no obtenía la atención de su alfa por las buenas entonces tendría que jugar sucio.

Tal vez el alfa podía resistirse a la comida, pero existía un punto débil en Emilio, y Joaquín lo conocía perfectamente.

Desabrochó los primeros botones de su camisa dejando al descubierto el lado donde se encontraba la marca. Se acomodó mejor en el asiento y dejó que su cabeza descansara de lado en el respaldo para poder dejar la zona del cuello completamente estirada y expuesta. Una vez lista la primera parte de su plan, empezó a soltar leves feromonas, era apenas un tenue olor que rodeaba el área en la que se encontraban. Aquel aroma se asemejaba al que emanaba cuando se encontraba feliz y calmado, este lograba un efecto parecido en su pareja cuando lo envolvía con él. Notó que Emilio iba destensando poco a poco sus hombros, y como el ceño fruncido de su rostro desaparecía con lo segundos. Al verlo un poco más relajado intentó una vez más ofrecerle la comida.

-Emilio ¿vas a almorzar? -

-Mmm-

Estaba seguro de que el alfa le había contestado sin ni siquiera haber escuchado realmente la pregunta. Pero Joaquín no se la iba a poner fácil, aquello era sólo era una pequeña probada de su real objetivo.

Fue soltando sus feromonas cada vez más, provocando que el aroma se intensificara y llegara a cada rincón de la habitación. El aroma ahora era intenso y cargado, el olor se asemejaba al que emanaba cuando estaba excitado y necesitaba de la atención de su pareja.

Notó como las alas de la nariz de el alfa se movían con rapidez tratando de obtener más del aroma que tanto le gustaba. Emilio dejó por fin su laptop y centró su atención en él. Se humedeció los labios al verlo en una posición completamente sumisa y dispuesta para él.

-Joaquín-

Emilio lo llamó con voz ronca, arrimando los papeles a un lado y cerrando su laptop olvidando por completo su trabajo. La piel de Joaquín se erizó levemente al ver aquellos ojos completamente oscuros mirándolo hambrientos, por un momento se encontró dividido entre el querer seguir complaciéndolo y entre el querer darle un golpe en la frente; maldito alfa obsesionado por el sexo.

-Alfa-

Joaquin fingió un gemido y rodeó el escritorio hasta llegar a Emilio para poder sentarse en sus piernas. Enseguida las manos del alfa lo rodearon llegando a su trasero para amasarlo y apretarlo a su gusto. Joaquín lo dejó, disfrutando de la sensación, sin embargo, al mismo tiempo intentaba pensar en tonterías, de lo contrario terminaría cayendo en su propio plan y ese no era el caso.

-Mailo- Movió sus caderas rozando la entrepierna de Emilio provocándole un jadeo. Joaquín sintió el bulto presionar su trasero provocando que se humedeciera. Tragó saliva con dificultad y se obligó a ignorar la punzada que sintió en su entrada

- ¿No tienes trabajo? –

-Puede esperar- Emilio se inclinó buscando con desespero sus labios, pero Joaquín lo impidió poniéndole un dedo encima de su boca -¿Estás seguro?-

-Nunca he estado tan seguro-

El alfa volvió a tratar de besarle, pero Joaquín se separó de él volviendo al sillón donde había estado desde que llegó. Emilio creyó que su pareja prefería tener sexo en aquel mueble, así que se paró de su asiento dispuesto a seguirlo, pero Joaquín lo detuvo en el acto.

-Ni lo pienses alfa tonto, no dejaré que tengas sexo conmigo hasta que hayas comido-

Emilio se quedó en su asiento, incrédulo. Sintió a su tigre hacer berrinche en su interior frustrado por la situación, ¿acaso lo estaba rechazando?, miró hacia el rostro del omega tratando de encontrar algún indicio en su expresión que le indicara que era una broma, pero para su mala suerte no encontró nada.

-Pero Minnie-

-No te quejes y come, porque si no, estarás en abstinencia hasta que yo diga-

Emilio aguantó las ganas de tirarse al piso a patalear y tomó la comida molesto. Joaquín aguantó la risa mientras veía al alfa comer como un niño regañado. Lo recompensaría en cuanto llegaran a la casa, mientras disfrutaría de la escena. Soltó un suspiro y agradeció a su omega por mantenerse en calma, habría sido muy incómodo esperar tantas horas con la ropa interior mojada por su calentura.

 Soltó un suspiro y agradeció a su omega por mantenerse en calma, habría sido muy incómodo esperar tantas horas con la ropa interior mojada por su calentura

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tteokbokki

tteokbokki

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Dulce Ronroneó Where stories live. Discover now