Cap. 10

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Desconfianza y dudas:

Melou:

Despierto y el lado izquierdo de mi cama está vacío, me paso la mano por la cara para espabilarme.

Quedo sentada en la esquina de la cama.

¿Habrá sido un sueño?

No, no pudo ser un sueño porque yo no duermo desnuda. Me levanto y voy hacia el baño, hago mis necesidades, me ducho y salgo.

×××

—¿Cuánto le mide?—  es lo primero que pregunta Malibú cuando llego a la mesa donde están también Luciana, Nicole y Francesa.

Arrugo el entrecejo  —¿Qué?.

—Querida, te hablamos del guardia que masturba con los dedos—  habla Nicole.

Casi me ahogo con el café ¿Cómo carajo saben...?

Las miro con confusión y Francesca me observa con curiosidad.

—Lo vi esta mañana saliendo de tu cuarto—  explica Luciana —iba despeinado y muy apurado.

Abro los ojos con sorpresa —¿No tienes nada que decir?—  pregunta Nic.

—¿Se puede saber de qué hablan?—  inquiere Francesca.

—Del ligue de Melou—  aclara Lu.

—¿Ligue?.

—No tengo nada que decir—  bebo otro sorbo de mi café ignorando la pregunta de la francesa.

—Sí que tienes—  insiste Malibú

—¿Cómo qué?.

—Empieza por cuánto le mide.

—Qué rayos se yo, eso es algo íntimo, además en ese momento no se me ocurrió coger una regla y medirlo.

—Pues al menos por el grosor se sabe y deja lo de íntimo que estamos en un barco propensos a morir, tienes que hablar ahora.

Esta mujer sí que no tiene filtros —Ah Malibú, tú si no disfrazas las palabras— se ríe Nicole.

—Bueno, ¿20? ¿23? ¡Qué se yo!.

—¡Madre mía!— exclama Luciana.

—¡Yo quiero uno de esos!—  la secunda Nic y todas reímos excepto Francesca que nos mira como si estuviésemos locas.

—¡Tripulación! Acabamos de desembarcar en el cayo norte de Sidney, Australia— avisa el capitán por la bocina —preparados para desembarcar.

Nos hemos desviado para poder obtener los trajes.

—¡Al fin!— Malibú levanta las manos al cielo —tendremos algo de acción.

Nos levantamos a prepararnos yendo directo a la armería de donde salen y entran los guardias con armas y chalecos antibalas, hay que estar preparados ya que la mayoría de los países en potencia nos persiguen por obtener el virus ese y poder controlar a sus ejércitos a su antojo y disposición.

Luego de vestirnos y coger las armas con la que nos podamos defender, -yo por supuesto con mis cuchillos de combate hasta el final-, vamos a la cubierta donde se encuentran los guardias de la marina que irán con nosotros, Jacob y los subordinados del capitán junto al mismo, son cuatro, el resto se quedará en caso de emergencia.

—Lo primero que encontraremos al bajar será selva por todos lados— explica Jacob —debemos caminar al menos una hora para llegar al laboratorio que se encuentra cerca de la civilización— camina entre nosotros, me encanta cuando toma el papel de líder —el doctor Zeng nos dio la dirección exacta, entramos, nos presentamos bajo su propio nombre, tomamos el material y salimos— detiene el paso —nada debe fallar y nada de separarse, los que han visto películas de terror saben que eso no funciona.

APOCALIPSIS ✓ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora