Cap. 18

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¿Qué somos?:

Melou:

Salgo de la habitación de Jacob temprano en la mañana y voy hacia la mía, me doy un baño y camino hacia la cocina.

Aniela está preparando el desayuno.

—Buenos días— me siento en un taburete atrás de ella.

—Buenos días— me sonríe y me da una taza de café, lo pruebo y está delicioso, ya me estaba cansando de el café aguado que tomaba —hice el que quedaba, ya no hay más.

—No importa, de todos modos casi nadie toma café aquí excepto Luciana, Jacob y yo— bebo otro sorbo —¿Cómo dormiste?.

—Bien— me da un bol con frutas cortadas y se sienta frente a mí en el otro taburete —luego le doy una limpieza a esto.

—Oye no estás aquí para estar de empleada.

—Es lo mínimo que puedo hacer, además no me gusta estar sin hacer nada.

Seguimos hablando, le cuento cómo son las ciudades, las maravillas que tiene Estados Unidos, Aniela es demasiado inocente, 23 años y no sabe nada de la vida, no tiene cabida para lo malo, es optimista, vive la vida a ciegas y eso es lo que envidio de ella.

Cuánto daría yo por vivir sin saber nada de lo que nos acecha, sin conocer las cosas negativas.

—¿Ustedes durmieron aquí o qué?— Jacob llega solamente con el pantalón puesto, el pelo alborotado y cara de sueño.

La verdad es que son las cuatro de la mañana, me levanté porque las náuseas no me dejaban dormir más.

Aniela se queda con la boca abierta mirando su torso y yo sonrío.

Seep, Jacob es como una tableta de chocolate, deliciosa y apetitosa.

—Ponte algo arriba— lo regaño.

—¿Por qué?— arruga el entrecejo.

—Porque a la pobre le va a dar un infarto— señalo a Aniela, la cual se pone de pie frente a la meseta con las mejillas teñidas.

—¿Y a ti no?— se acerca, me quita el bol de frutas que no me acordaba que tenía y se sienta en mi regazo.

—Yo ya estoy curada.

—¿Sí?— roza su nariz con la mía.

—Umju— lo miro raro —¿te sientes bien?— toco su frente.

—Sí ¿por qué?.

—Estás muy cariñoso hoy.

Se mete un pedazo de fruta a la boca —Siempre soy cariñoso pero a mi manera.

Aniela le brinda una taza de café y él la coge sin mirarla.

—Gracias ¿no?— hablo y me ignora tomándose el café —no te preocupes— le hablo a Aniela —tiene el ego por las nubes, se cree superior al resto, con el tiempo te adaptas.

Jacob rueda los ojos y sigue comiendo.

—Dime Anilena— por fin le dice algo aunque con el nombre mal.

—Aniela— corrige ella.

—¿Qué harás cuando lleguemos a Estados Unidos?.

Ella se sienta en una de las sillas alrededor de la pequeña mesa que hay a nuestro lado.

—No lo sé, supongo que buscar trabajo.

—¿Y dónde vivirás?.

—Tampoco lo sé.

APOCALIPSIS ✓ [En Edición]Where stories live. Discover now