Cap. 07

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Atracción:

Melou:

Empiezo a saltar sobre la tabla ubicada en la cubierta donde tengo a Freud en la punta temblando de miedo.

—Salta, salta, salta— canturreo —agárrate Freudsito— río —cierto, no tienes de donde.

Lleva las manos y los pies atados tambaleándose de un lado a otro intentando obtener equilibrio para no caer, Luciana está a mi espalda, cruzada de brazos junto a dos guardias.

—Deja que los tiburones se lo coman— espeta ella con rabia.

Decido dejar de saltar y camino hasta estar al lado de Freud que mira hacia abajo, yo también lo hago, las olas chocan contra el casco del barco.

—Está alto ¿verdad?— comento como si nada y lo tomo de los pelos tirando hacia atrás —¿sabes cuál sería tu peor castigo? Morir de hambre— sonrío —por eso no te voy a echar a los tiburones, no ahora.

Por el mismo cabello lo arrastro hacia abajo, fuera de la tabla y suelta un quejido.

»Mejor lo encerramos y luego veremos qué hacer— me dirijo a uno de los guardias y tiro al vegestorio de Freud a sus pies —llévalo a los calabozos y mantenlo siete días y siete noches a base de pan y agua.

La traición se paga con muerte pero una muerte lenta, aunque rápida y dolorosa también serviría.

—La comunicación con el comando se cortó ayer y no he vuelto a comunicarme con Celin— me avisa Luciana mientras caminamos hacia el comedor.

—Es decir que estamos a la deriva sin órdenes por delante.

—Algo así, pero Celin dijo que haría lo imposible por arreglarlo.

—Bien, mientras tanto debemos bajar a ver la mercancía— nos sentamos en una de las mesas y como no hay casi nadie nos atienden rápido.

—Ahora dime una cosa.

—¿Qué?.

—¿Por qué te tardaste tanto en el camarote de Murk cuando fuiste a atraparlo?.

—Pues... — ella sonríe —la verdad no lo sé, me gusta molestarlo- me enarca una ceja —no hay nada más— aclaro —si apenas lo conozco.

—Ok, lo que tú digas.

—¡Es verdad!- exclamo como exigiendo que me crea.

—Mel, tuviste dos encuentros bien feos con ese hombre, y a pesar de que no se hablan mucho prácticamente saben lo indispensable uno del otro.

—Bueno sí, pero estamos en una misión y no hay más nada, además tu me conoces y sabes que me gusta joder— objeto —tampoco es que quiera pelearme todo el tiempo con la francesita.

Luciana frunce el ceño —¿Y ella que tiene que ver?.

—Que tiene con limonc... con Jacob— corrijo y Lu me mira divertida —algo así como una relación.

—Ya sospechaba pero creí que estaba paranoica.

—Pues no, y por mucho que quiera romperle los tímpanos a esa rubia mejor me mantengo aislada.

Seguimos hablando un buen rato sentadas ahí en el comedor hasta después de la hora de almuerzo que se acerca el cuarteto Protective sentándose junto a nosotros.

—¿Ya tienen su veredicto?— cuestiono.

—Sí— responde Murk dándome el privilegio de deleitarme con el color de sus ojos, color que me hace suspirar.

APOCALIPSIS ✓ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora