Capítulo 15

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Capítulo 15.

Antes de que Max apareciera en mi vida, no me hubiese imaginado nunca encontrarme en aquella situación. Me sentía algo emocionada por conocer a un hijo de mi madre, ya que no recordaba haber tenido una oportunidad así.

Digamos que conocer a uno era un privilegio y no sabía si generar expectativas sobre dicho encuentro era algo bueno para mí, así que intentaba tomarlo con calma.

Yo no sólo era mitad humana y mitad diosa, mi madre se había relacionado con un hombre al cual nunca conocí y tampoco me interesó conocer por miedo a que me rechazara. Era de esperarse que mi emoción aumentara a medida que me acercaba al sitio donde se encontraba Príapo.

Subía hacía el segundo piso del barco, donde las paredes del pasillo de las escaleras era tan estrechas que por poco me rozaba los brazos. Olía a una mezcla de tabaco, ambientador de flores y madera. Las luces del techo eran amarillentas, tanto que me cansaban la vista.

Llegué a una puerta de madera clara que estaba ubicada en el último escalón y toqué el botón de un pequeño timbrecito, ya que golpear con el puño no me ayudaría de nada por la música tan alta.

No tardó en aparecer un hombre enorme y canoso de traje, con pinta de pertenecer al equipo de seguridad de Príapo cuando se abrió tan sólo un poco la puerta.

—¿Y tú quién eres? —fue lo primero que me preguntó el guardia, mirandomé de arriba abajo y con desconfianza.

—Hermana de Príapo. Soy Ada Gray—contesté, sería.

—Mmm…

Volvió a rebajarme con la mirada y cerró la puerta bruscamente. Me crucé de brazos y apoyé la espalda contra la pared, esperando a que volviera abrir.

No sé cuánto esperé, pero se sintió como una maldita eternidad. La puerta se abrió y me sobresalté.

—Príapo dice que pases—me avisó el matón, quien ahora abrió la puerta sin desconfianza alguna.

—Gracias, grandulote.

El segundo piso me sorprendió. Parecía el sector Vip de la fiesta. A un costado del enorme salón había un bar con varios señores sentados en él, había personas charlando de pie, tanto hombres como mujeres que estaban demasiado elegantes con sus ropas caras. Cuadros y paredes lujosas, y una vista al mar digna de ser fotografiada y subirla a Instagram. 

Pero a pesar de ser un ambiente elegante y que irradiaba dinero puro, lo que capturó mí atención fue el pequeño escenario donde dos mujeres bailaban con el torso desnudo, con enormes pechos y unas bragas que se perdían en su trasero y con dos pelucas oscuras. 

Aparté la mirada, sintiéndome avergonzada por algún motivo.

Frente al escenario, estaba sentado Príapo, sentado en un sofá digno de un rey con detalles de oro y tela roja cara.

Me acerqué a él, cruzándome de brazos y mirando el baile sensual de las bailarinas contra el caño.

—Un show imperdible ¿no?—comenté, sarcástica.

Príapo me miró, y me sonrió, mostrándome su dentadura inmaculada que incluía un diente de oro. Tenía la apariencia de un hombre de veintisiete años, cabello rubio y unos ojos azules hipnotizantes. Tenía un gran parentesco a mi madre.

Se levantó del sofá y me embistió dándome un fuerte abrazo que me arrebató el aire. Lo que atrajo mi atención fue que alrededor de su cintura lo rodeaba una gruesa manta roja...quizás para cubrir su...enorme cosita.

—¡La belleza de Afrodita personificada!—me dijo, con una gran energía—. Si no fueras mi hermana te follaría y te ofrecería tomar una copa de vino desnudos—se echó a reír con gran estruendo.

No te enamores de Ada Gray (Libro 1 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant