Capítulo 29

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Capítulo 29.

MAX.

Lo único que hacía para soportar el dolor de perderla, era beber, beber y fumar cómo un maniático sin control. Cómo si un estado de ebriedad pudiera evadir mis ganas de ir a buscarla y hacerla mía otra vez. Carajo.Tres meses sin ella, sin sus labios rosados, delicados y sus preciosos ojos grises que me hacían temblar cada vez que me los clavaba. Mis manos extrañaban el contacto con su cuerpo, con su rostro de porcelana y que quizás, les faltaban días de sol.

Pero lo que tenía cómo favorito eran sus enormes ojos intensos y enmarcados por las pestanas más largas y naturales que podía poseer una mujer sin maquillaje. Me sentía descolocado cada vez que la veía, cada vez que besaba su cuerpo y ella se estremecía bajo mi contacto. Aún sigue vigente tu rostro en mi cabeza. Ada Gray tenía una belleza que ahora sí, tenía explicación: nariz respingona, pómulos marcados y su piel tan suave cómo una pluma.

Bebo otro sorbo de mi wiski y lo apoyó en la barra del bar.

La extraño tanto. Se me llenan los ojos de lágrimas. Aún no puedo creer todo lo que hemos vivido juntos y que las cosas hayan terminado así, de aquella forma tan brusca. Si tan sólo hubiera sabido que ella era la hija de Afrodita...

Si tan sólo fuera una simple humana...

Bebo otro sorbo. La música del fondo retumba sobre mi pecho. Necesitaba un trago y quizás, a alguien que me hiciera olvidarla. A alguien con quién follar porque sabía que aquella noche no dormiría. No duermo desde su partida.

Trabajar, eso es lo que había hecho todo el día, estaba rodeado de personas que trabajaban en los restaurantes, con la intención de ver si todo marchaba bien. Pero la soledad me golpeaba por las noches y su recuerdo me torturaba de una forma tan intensa que aquel vacío en mi pecho se abría y no pretendía cerrarse.

Todo lo relacionado con lo laboral marchaba bien, los empleados estaban conformes con los pagos, los horarios y los veía contentos, satisfechos, luego de hacer las mejoras que Ada me había indicado y que había seguido al pie de la letra.

Todo gracias a ella. Todo me recordaba a ella.

Maldita sea la hora en la que me enteré que era hijo de Hades. Desde supe la historia del rapto de Perséfone, tuve la sensación de que lo nuestro podía llegar a funcionar. Obviamente que la mujer fue raptada contra su voluntad por mi padre (el cual nunca había visto en mi vida, pero sabía de sus intenciones). Yo no iba a secuestrar a Ada y llevarla al Inframundo, lo que menos quería era eso.

Incluso temblé cuando Ada me mencionó que yo no era humano. Tuve terror, incertidumbre y no sabía cómo afrontar aquello. Esa noche me había vuelto loco y la había dejado ir. Cómo un imbécil.

Obviamente que ella no sería capaz de arrastrarme al Inframundo. Yo no quería estar allí y Ada no sería capaz de eso ¿o sí? Bebí otro trago, inquieto.

Pero, un mensajero de mi padre se me apareció a la edad de quince años y me mencionó una profecía que, hasta el día de hoy, no podía descifrar: “La astucia, la inocencia y la belleza se enamoraran perdidamente de lo oscuro, de lo prohibido y de aquel fruto nacerá la copia exacta de la seducción y el juego. La copia exacta de la perfección. La cual pagará el karma de las que ustedes hoy odian”.

Años que intentaba descifrar a qué hacía relación aquella frase y continuaba perdido cómo aquel día que la escuché.

Y ahora que aparecía la hija de Afrodita, tenía miedo de que ella estuviera relacionada con aquella profecía y que todo aquello terminara en tragedia. El termino tragedia estaba relacionada a nuestra rama familiar de dioses y semidioses.

No te enamores de Ada Gray (Libro 1 TRILOGIA EL PECADO DE LOS DIOSES)Where stories live. Discover now