Capítulo 30

382 35 31
                                    


𝕵𝖔𝖊𝖑

-No puede ser.

-Te estoy diciendo que si.

-No puedes hacer esto, no...no puedes hacerme esto.

-Escucha bien, maldito infeliz, fuiste tú quien decidió joderla, fuiste tú quien se revolcó con otra persona, fuiste jodidamente tú quien se olvidó de que iba a casarse.

-Eri...

-Vamos a hacer esto por las buenas porque no quiero que mi mamá sufra y tu padre tampoco merece que haya un problema en esta casa solo porque no pudiste dejar tu polla quieta. Yo voy a irme con Chris, me regreso a New York de donde no debí irme y tú haz tu jodida vida de puto a tu propio gusto.

-Erick no...no...yo...yo te amo, te amo, bebé, no puedes dejarme así, no puedes irte. No lo voy a permitir. -Caminé desesperado en su dirección, nunca lo había visto tan seguro de algo y yo no podía dejar que se marchara, me destruiría.

-No seas cínico, me das asco y ni siquiera quiero que me mires nunca más. Eres un ser despreciable y lamento el día en que me fijé en tí. -Su palabras cayeron como dardos venenosos en mi pecho, dardos listos para matar a mi corazón sin misericordia, estaba realmente molesto y lo peor era que ni siquiera alzaba la voz.

-Erick...

-Alégrate de que no soy alguien que cuente sus cosas, no disfruto humillando a otros como haces tú y no voy a decirle a nadie lo aqueroso que eres porque me da vergüenza a mí mismo. Así que quédate tranquilo, tu fachada de persona ejemplar va a seguir intacta y Rob va a seguir creyendo que realmente cambiaste para bien, al final no tiene la culpa de que su hijo sea un jodido mentiroso infiel. -Dió la espalda como si no tuviera nada más que decir y yo corrí a sostenerlo, no podía dejar que se marchara.

-No te atrevas a poner tus garras sobre mí.

No esperé jamás que me golpeara, nunca creí que alguien tan delicado como él sería capaz de cruzarme la cara de un plumazo pero lo hizo, lo hizo y pude ver el total desprecio en sus ojos, el asco y la decepción absoluta plasmada en esos ojos verdes que ya no me miraban con amor y fui cobarde, no lo volví a tocar, no intenté detenerlo. La puerta se cerró casi en silencio, nada de estruendo y golpe como sería normal en una situación así más fue precisamente eso lo que marcó la diferencia, él no estaba enojado, él estaba decepcionado y eso era peor.

Habría preferido mil veces que gritara en mi contra, que se largara a chillarne todo lo que me merezco, habría preferido que me golpeara hasta el cansancio, habría dolido mucho menos que la frialdad con la que me enfrentó. Me dejé caer en el suelo sin poder controlar las lágrimas, el dolor se abría paso para comerme vivo, se impregnaba como una maldita capa dentro de mí, como si el veneno de una serpiente caminara libre por mis venas. ¿Qué había hecho? ¿Qué jodida mierda hice?

La pasada semana había viajado a Seattle por una convención nacional para empresas como la nuestra, el mundo de bienes raices se expandía con vida propia por todo el país y eso nos traía beneficios directos y limpios, por eso papá insistió en que fue yo en su lugar, para que me familiarizara ahora que sería un hombre casado y responsable pero nadie podía presagiar la catástrofe que sería ese jodido viaje. Erick no pudo acompañarme porque tenía exámenes esos días, por mucho que intentó arreglarse con la Universidad, no le dieron el permiso y muy en contra de nuestras propias voluntades, él me alentó a asistir solo, con una carita de pena y un puchero precioso, me abrazó fuerte para desearme un viaje, tan hermoso y adorable.

Me fui sintiendo su ausencia con mucho pesar, faltaba poco para la boda y no quería separarme ni un segundo de su lado pero tenía que hacerlo, por papá, por la empresa, por mí, por Erick sin embargo la cagué, la cagué como nunca pensé que podría hacerlo y ahora estoy pagando las consecuencias. La noche antes de regresar hubo una fiesta, no me apetecía ir, tenía muchos deseos de volver a casa con mi pequeño y solo pretendía dormir pero terminé uniéndome a la celebración.

En un comienzo solo estuve sentado en la barra, pensando todo lo que había alcanzado, lo que había construido en los últimos meses. Pensé en nuestra boda, en lo hermoso que se vería Erick en su traje de novio, pensé en cada cosa buena que me sucedió pero bebí de más, ni siquiera me percaté de cuanto hasta que desperté en una habitación que no era mía con el cuerpo de alguna mujer que no conzco completamente desnudo a mi lado. No necesité preguntar para saber lo que había hecho, solo bastó verme ahí sin ropa y un condón usado al lado para comprender la cagada que había ocurrido.

El viaje de regreso fue una mierda, las horas de vuelo se hicieron eternas mientras mi mente solo trataba de recordar lo que hice pero no había nada, solo yo en esa barra bebiendo como un idiota y el amanecer oscuro al lado de alguien más. Cuando llegué a casa y lo ví, con esas esmeraldas preciosas que tanto necesitaba, el mundo entero se redujo a nada, me había hecho tanta falta, lo había extrañado tanto que no pude evitar correr a sus brazos y cargarlo fuertemente. Él lucía tan bonito, con su pijama de ositos y el cabello revuelto, tan jodidamente perfecto y me olvidé, me olvidé del error que cometí hasta que lo notó.

Al principio no supe por que se alejó de mí, me tomó de sorpresa la forma brusca en que me empujó lejos pero solo una mirada dirigida a mi cuello, fue suficiente para entender. El alma se me cayó al suelo al ver como me miraba, como la decepción se apoderó de sus pupilas y su cuerpo se enfrió, no dijo nada, solo me dió la espalda y yo corrí detrás de él. De alguna forma lo seguí a mi habitación, él caminaba jodidamente callado, más cuando estuvimos separados del resto de la casa fue que el verdadero infierno llegó.

Ahora se había ido y yo no podía ir tras él, no cuando rompí una promesa que le hice cada día, la promesa de amarlo y cuidalo para siempre, la promesa de nunca hacerlo sufrir, la promesa de ser suyo en cuerpo y alma hasta el final de mis días. Lo poco que pude recordar de esa noche, se lo dije, no le podía mentir, ya había visto la marca en mi cuello y no tenía caso fingir pero verlo endureserse mientras me escuchaba, fue peor de lo que pude imaginar, ver el asco acumularse en sus ojos, fue duro y doloroso. Lloré como un niño mientras le confesaba mi error, lloré porque realmente lo amo y nunca quise lastimarlo, lloré porque ni siquiera soy capaz de saber como llegué a esa cama ajena.

Las horas pasaron eternas mientras la oscuridad de mi habitación me consumía, ni siquiera me levanté del suelo mientras me lamentaba por lo sucedido. Papá y Daysi no estaban en el país y de cierta forme me aliviaba porque no podía lidiar con nada más. Tenía que hacer algo, no podía solo quedarme llorando mientras él estaba a solo metros, tenía que buscarlo y rogar por su perdón, tenía que intentarlo todo por él, porque lo amo, porque es mi vida, porque nunca he pensado en otra persona desde que lo ví por primera vez. Tenía que casarme con él, estaba malditamente feliz porque al fin sería mi esposo y no podía permitir que un error nos destruyera. Sequé mis lágrimas y miré el reloj de mi muñeca, iban a dar las nueve de la noche, el tiempo había pasado horriblemente rápido y yo no podía perder un segundo más. Salí corriendo a su habitación pero al abrir la puerta me quedé estático en mi lugar.

-¿Rita? -Nuestra ama de llaves y cocinera se encontraba ahí, acomodando lo que ahora era casi una habitación vacía y el miedo se apoderó de mí.

-Hola niño Joel.

-¿Dónde... dónde está Erick? -Cuestioné temblando por completo, temiendo que su respuesta me destruyera, más no solo eso hizo, fue peor que destruirme.

-Él se fue, Joel, Erick se llevó sus maletas y se fue.

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.
Walls ll JoerickHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin