eleven

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Había transcurrido aproximadamente una semana y HeeSeung apenas se había enterado de que SungHoon obtuvo un nuevo trabajo el cual acaparaba todo su tiempo junto al trabajo en la florería. Tal vez se sintió algo ¿decepcionado? de que que no se lo haya contado antes, pero por otra parte pudo entenderlo ya que no había tenido tiempo suficiente para decírselo al menos por un mensaje, era probable que llegara a casa y lo único que quisiera fuera dormir sin pensar en nada más.

En esos días en los que no supo nada de su novio, se había sentido irremediablemente triste ya que creyó que SungHoon lo estaba ignorando, cumpliendo las palabras que había formulado hace tiempo sobre alejarse de él al no revelar quien realmente era. Y se sintió tan devastado por dentro que vagas ideas sobre acabar con su mundo le habían pasado por la mente, aunque no le prestó mucha atención.

Ahora se sentía más relajado al saber que no se trataba de que SungHoon se había alejado de manera repentina, sin embargo; comenzaba a extrañarlo ya que hace días no lo veía y sentía la intensa necesidad de estár con él, recitarle palabras bonitas y regalarse cariños. Sabía que SungHoon se lo merecía, estaba esforzándose en su trabajo para tener algo de comer en su mesa y probablemente estaba muy agotado.

Ciertas veces, por no decir siempre, se sentía apenado y triste de que SungHoon no haya tenido la oportunidad de ser adoptado, de tener una familia y de haber tenido una infancia normal y sin tantas dificultades como las tuvo en el orfanato. Ni siquiera había recibido la oportunidad de estudiar como se debía, de graduarse y realizarse en lo que más le gustaba. Y eso lo hacía sentir triste, porque sabía que si hubiera tenido otro destino, ahora sería mucho más feliz, a pesar de que no lo hubiera conocido, pero no le importaba, sólo deseaba la felicidad de su amado a pesar de que jamás se lo hubiera topado realmente y que jamás se hubiera cuestionado el estár dentro del armario, siendo un cobarde incapaz de salir.

Seguía siendo esa gallina asustadiza de sus padres, pero al menos empezaba a tomar conciencia de que eso le afectaba más de lo que creía. Ocultarse era lo peor, siempre debía estár alerta para no ser descubierto y no recibir el rechazo de su vida por parte de quienes lo crearon. Si fuera capaz de inflar su pecho del valor inexistente que tenía, podría decirlo y ya no temer de ser descubierto a pesar de que recibiría un gran regaño de todas formas, pero ya no le importaría mucho una vez estuviera fuera, siendo lo más libre que jamás fue.

Pero ahí estaba, hundiéndose en su mente sin hacer algo realmente importante por su futura felicidad y encogiendo su cuerpo contra la esquina del armario, cada vez más temeroso de salir y hallarse con las monstruosas caras furiosas de sus padres.

Si tan solo hubiera tenido unos padres menos homofóbicos todo sería más fácil para él.

Aunque estuviera cansado, SungHoon se adentró de manera energética al local de la pastelería, buscando con la vista a su compañero de trabajo y divisándolo detrás del mostrador con una sonrisa para los clientes

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Aunque estuviera cansado, SungHoon se adentró de manera energética al local de la pastelería, buscando con la vista a su compañero de trabajo y divisándolo detrás del mostrador con una sonrisa para los clientes. Le sonrió con dulzura y se acercó a Sunoo, tomando su mano para estrecharla de forma amistosa.

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