fourteen

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HeeSeung lloró durante todo el camino a casa. Se sintió la peor persona al dejar a SungHoon solo en esa lucha contra sus sentimientos y hacer como si poco le importara lo que estaba sucediendo con su mejor amigo, pero también se sintió herido y decepcionado, lo que provocaría que su lengua fuera un arma letal en cuanto a palabras hirientes.

HeeSeung no sabía cómo controlar sus emociones, solo sabía que probablemente hubiera sacado cosas en cara, lo que no era sano para ninguno de ellos y debía cambiar eso. Se arrepintió un poco se irse pero supo que era lo mejor para no dañar más a SungHoon.

HeeSeung no creyó que SungHoon estuviera tan roto cuando lo encontró, él parecía una persona feliz y conforme con su vida. Pero ahora sabía que Park era la prueba viviente de que las apariencias engañaban, y mucho. Ahora él quería hacerlo feliz en vez de romperlo más y más haciéndole creer que le avergonzaba ser su pareja.

Lee debía cambiar las cosas.

Debía dejar de lado su temor por el qué pensarán sus padres y ver por su propia felicidad.

Tal vez era hora de extender sus alas como tanto había querido.

Si SungHoon lo pensaba bien, el recuerdo del rostro de JungWon se iba desvaneciendo con el pasar de los días, sabía que tenía bonitos hoyuelos que le gustaba besar y que tenía una preciosa sonrisa, pero de lo que ya no tenía conocimiento era sobre...

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Si SungHoon lo pensaba bien, el recuerdo del rostro de JungWon se iba desvaneciendo con el pasar de los días, sabía que tenía bonitos hoyuelos que le gustaba besar y que tenía una preciosa sonrisa, pero de lo que ya no tenía conocimiento era sobre cómo lucían exactamente, y ni siquiera tenía una fotografía de Yang como para recordar.

SungHoon lo extrañaba mucho y eso no era un secreto, estaba ansioso por reencontrarse con él y sentir lo acogedores que eran sus brazos, de volver a besar todo su rostro y decirle lo mucho que lo amaba después de tanto tiempo.

Pero sus esperanzas cayeron en picada esa misma noche.

Luego de unos minutos de que que HeeSeung se largara como si no le importara en lo más mínimo su dolor, una llamada anónima hizo vibrar su teléfono y con desesperación contestó, creyendo que tenía que ver con JungWon.

Y sí, tuvo que ver con JungWon, pero no fue algo exactamente bueno.

Aquellas personas que prostituian a su chico le habían acortado el plazo de entrega de dinero a unas pocas semanas, a la que sino alcanzaba probablemente asesinarían a JungWon al no obtener más dinero con él al ser mayor de edad, colgando una vez dicha la advertencia. SungHoon creyó que esa era su perdición, él no alcanzaría a juntar todo el dinero que faltaba.

Su vista se nubló y sus cuencas oculares se convirtieron en una cascada constante. Cristales comenzaron a estamparse contra la pared, golpes incansables contra los muebles y gritos desgarradores resonaron entre las cuatro paredes de la solitaria casa.

SungHoon estaba devastado. Era imposible que consiguiera el dinero, y de tan solo pensar que JungWon estaría muerto si no lo hacía, le hacía sentir vacío, culpable y sin razón de vivir.

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