32. Las paredes tienen ojos

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Tras tres horas de examen, ahora estamos en un descanso

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Tras tres horas de examen, ahora estamos en un descanso. El profesor de biología se ha ido a la sala de profesores a por uno de los parciales que hicimos la semana pasada y hay mucho alboroto.

—Esta vez toca en tu casa —replica Adam Shallow balanceándose en su silla. Se va a caer.

—En la mía la hicimos hace dos semanas —añade Jack Connor, uno de sus amigos.

—Tranquilos, chavales —interviene Mitchell, acaparando la mirada de todo el mundo, incluido Nate. Ya no se sientan juntos, ni siquiera se hablan, pero no puede evitar sentirse interesado por la conversación, al igual que todos—. La fiesta será en casa de mi colega Mason.

Me levanto de la silla al escuchar su nombre, solo para comprobar que se está refiriendo al mismo Mason que conozco y, en efecto, es él. Mitchell le pasa el brazo por encima del hombro y le da un ligero golpe. Mason le responde con otro y se ríen.

Miro a Jeremy y él, al notar que le observo, se gira. Está tan espantado como yo porque lo que acaba de decir Mitchell solo puede significar una cosa.

—No vas a hacer la fiesta en mi casa.

—Primito, tus padres no se enterarán —contesta Mason mientras caminamos a paso acelerado por el pasillo para que no se escape. Ya hemos acabado las clases; he sacado una nota bastante buena en el examen.

—Me da igual que se enteren o no.

Jeremy le agarra del brazo con fuerza y hace que se detenga. Para cuando Mason se da la vuelta, su expresión de diversión ha desaparecido. Me coloco junto a mi amigo.

—La fiesta se hará, quieras o no.

Le vemos marcharse en la moto sin poder hacer nada. Es frustrante cómo una persona puede sacar de quicio tan fácilmente. Sin embargo, Mason es un mentiroso de manual. Lo tengo comprobado con todas las veces que ha prometido cosas y no las ha cumplido. Esta vez será igual.

—Es un gilipollas —murmura Jeremy sacudiendo la cabeza.

—¿Le pinchamos las ruedas de la moto?

Me mira con los ojos entrecerrados.

—A veces me gusta tu mente criminal.

—Solamente lo hago para documentarme —me excuso entre risas y él se coloca la mochila.

—Tu novela será un best-seller.

Asiento. No le pienso decir que no la he vuelto a tocar desde Navidad. Le enseñé los avances y, aunque cuestionó varios puntos, le gustó bastante. Sin embargo, han pasado tantas cosas últimamente que si tengo tiempo para sentarme es un milagro. ¡Encima estamos con los exámenes finales! Se avecina un infierno, como diría Kai. Y todavía tengo mil cosas más que hacer.

Me despido de él con un beso en la mejilla y corro de nuevo al instituto con la excusa de que se me ha olvidado un libro. Hoy es último viernes del mes y estoy tremendamente emocionada con lo que pueda descubrir al abrir el buzón.

Corro por el pasillo, asegurándome de que no hay nadie, y quito la llave de la cadena. Cuando abro la puertecita, observo el interior, muy confusa. Solo hay cuatro notas en el buzón. CUATRO. ¿Qué ha pasado? Las saco con cuidado y me las guardo en el bolsillo de la chaqueta. No entiendo nada.

Me tomo mi tiempo antes de sacarlas. En la primera solo pone los nombres de las personas que aprobarán los exámenes como si fuese una especie de pronóstico. El mío está escrito. Me alegra que al menos alguien piense que voy a sacar buenas notas, pues yo no lo tengo tan claro.

«¿A qué huelen las nubes?».

Ni me molesto en averiguar de quién es, aunque es una muy buena pregunta. Yo siempre he pensado que son dulces.

«¿No es suficiente castigo el instituto? No pienso ir a la universidad».

«Mis amigos son las mejores personas del mundo».

Esta última es de Riley, le delata lo redondas que hace las letras. Ojalá tenerla ahora a mi lado para darle un abrazo gigante.

Decepcionada por no haber tenido respuesta ni de Nate ni de Jeremy, cojo todas las notas y camino hacia conserjería. Bruce, que así se llama el hombre que las recoge siempre, me desea un buen fin de semana.

—¡Lo sabía! —me grita una chica nada más salir a la calle. Se abalanza sobre mí y me doy cuenta de que se trata de Laura.

—¿Qué haces todavía aquí? —le digo extrañada y me aparto. Me ha pegado un susto de muerte.

—Sabía que escondías algo, Reese, pero ¿esto? ¡Qué fuerte! —empieza a decir cosas sin sentido y a moverse de un lado para otro.

—¿Esconder?

—¡Te he visto abrir el buzón! —confiesa y se me hiela hasta el aliento.

—Es... Yo... —resoplo, resignada—. La profesora Silva me lo pidió.

—Menuda cabrona. —Suelta una risa sarcástica y niega con la cabeza, incrédula.

La manera en la que arruga la nariz me hace pensar que no me cree, así que la cojo de la mano y la llevo hasta el banco de la parada de autobús para resguardarnos del frío. Una vez sentadas, le cuento todo desde el principio.

—¿Entonces... leíste todo?

Asiento. No me siento orgullosa, pero sí aliviada de poder compartir mi secreto.

—Por eso supiste que Mitchell me engañaba y robaba a Nate. ¿Qué más sabes?

Me muerdo el labio, dudando si contarle todo. Hay cosas demasiado graves, pero le cuento los secretos que nos afectan directamente o los que son inofensivos.

—Lo de Riley, aunque no sabía que era ella. También que a Nate le falta un dedo en el pie y que la profesora Silva graba videos guarros.

—¡Qué dices! —responde espantada para luego soltar una carcajada—. ¿En serio? Menudo asco.

—Lo sé —añado riéndome también.

Mientras caminamos hasta la tienda no dejo de darle vueltas a la nota de Jeremy. ¿Por qué no ha respondido a mi carta? Me aseguré de encontrar una máquina de escribir para que no reconociera mi letra. A lo mejor va a confesarlo todo y por eso no le hace falta responder en el buzón. Le escribí que debía liberar lo que guardaba porque si no se le haría bola y sería mucho peor. O tal vez ni siquiera la ha leído. La dejé ayer en su taquilla y puede que no la haya encontrado todavía.

Desde que ha pasado lo de Riley y Nahid me da miedo que le ocurra algo a él también. Me remuevo en la cama mirando la bola que me regaló por Navidad mientras Nahid duerme. Pensar en eso hace que se me forme un nudo en el estómago. Duele. No sé qué haría si él no estuviera en mi vida. Sin Jeremy yo estaría muy, pero que muy perdida. No me cabe duda de que él es mi estrella.


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AWWWWW, hemos llegado a las mil lecturassssss :)

Si estás leyendo esto, gracias ❤

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El buzón de los secretos © |COMPLETA|Where stories live. Discover now