Reese Miller conoce los secretos de todos sus compañeros de instituto.
✉ Publicación: 7 de julio.
✉ Sinopsis extensa en el interior.
✉ Obra registrada en el Registro de la Propiedad Intelectual de España. No se permiten adaptaciones.
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No he pegado ojo en toda la noche. Jeremy no ha aparecido. Además, la persiana está estropeada y la luz de las farolas de la calle iluminaba la habitación por completo. Me he quedado todo el rato observando esa flor seca que mi amigo metió en mi libreta en busca de respuestas.
—Tía, pareces una muerta. ¿Estás bien? —me pregunta Laura nada más verme. Hoy también he ido sola al instituto porque Riley no tenía muchas ganas. Está teniendo problemas otra vez, aunque por suerte no ha recaído.
Respondo con un gruñido y sigo caminando por el pasillo.
—Reese, no me asustes —añade, y me coge del brazo para que me detenga—. Después de lo de Riley no está el horno para bollos.
Alzo la cabeza para observarla y me doy cuenta de que está realmente preocupada.
—Estoy bien, te lo prometo.
Ella resopla y entramos a clase. Los chicos ya están sentados y, cuando veo a Jeremy, se me hace un nudo en el estómago. Intento disimular y me siento en mi silla tan torpemente que me doy un golpe con la pata de la mesa.
Jeremy es mi mejor amigo y esta es una reacción completamente normal. Como si estuviese charlando con Kai. Completamente normal. Menos por el hecho de que nos besamos.
Me armo de valor y me giro para preguntarle por qué no vino anoche, pero antes de poder abrir la boca, se levanta a tirar algo a la basura y se queda hablando con Adam Shallow.
La paciencia es una de mis virtudes, así que espero con toda la tranquilidad del mundo hasta que llega el descanso.
Esta vez, la profesora Silva me intercepta para hablarme de los posibles cursos para subir nota y aumentar mi currículum. Juro que intento escucharla, pero es imposible cuando te están rondando miles de cosas por la cabeza al mismo tiempo. Otra vez me he quedado sin comer el almuerzo y estoy hambrienta.
—¿Quieres un chicle? —susurra la voz de mi amigo a mis espaldas y se me eriza la piel al sentir su aliento. No debería haberme hecho coleta.
Al darme la vuelta me encuentro con su sonrisa. Asiento sin pronunciar palabra alguna y él me da el último chicle de hierbabuena que le queda. Está delicioso.
—¿Por qué no viniste anoche?
—No pude —responde con repentina seriedad.
Cuando me vuelvo a colocar mirando al frente, aprieta mi hombro con cariño y agarro su mano. La suelto en cuanto el profesor hace acto de presencia, pero él la mantiene un rato más sobre mí. Es agradable sentirle cerca.
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—La banda no está muy bien, el violinista se marcha y necesitamos a alguien con urgencia, ¿conocéis a alguien?
—Miraré en mi agenda de músicos a ver quién está disponible —responde Laura con sarcasmo mientras recorremos el pasillo hasta la salida.
Jeremy y yo nos reímos, aunque lo cierto es que no estoy muy centrada en la conversación.
