Bumblebee || Mitsuya Takashi

One

Estaba terminando la línea de mi delineador cuando la puerta se abrió de golpe y el grito de mi hermano me hizo gritar a mí. Provocando que pegara un brinco en mi asiento y mi mano con el lápiz se moviera. Miré cómo mi ceja palpitaba ante la molestia de ver como la línea que estaba quedando perfecta, ahora estaba distorsionada y llegando casi a mi sien.

—¡Oi, Hanabi-chan! —el grito del mejor amigo de mi hermano me provocó más molestia. Así que, tomando una de mis brochas se la lancé a Mikey, quien por suerte logró esquivarla—. ¡Oye, pero qué agresiva! —se veía ofendido. Poco me importaba.

—¡Ken! —grité poniéndome de pie observando cómo Mikey se reía por mi maquillaje y Ken tenía una mirada burlona—. ¡¿Cuántas malditas veces te he dicho que toques antes de entrar?!

—Está bien, lo siento. —suspiró y luego tomó a Mikey de su pijama y prácticamente lo lanzó a mi cama, en donde habían hojas de mi colegio con la tarea recién hecha. Abrí mi boca—. Ups...

—¡¡¡Maldición, Ken!!! —grité y tomé mi labial para lanzárselo a la cara, pero el muy rata había cerrado la puerta para evitar ser golpeado.

Había tardado dos días haciendo esas malditas tareas de la pesada profesora de matemática, quien parecía que me tenía mala, ya que siempre en sus clases me sacaba a la pizarra a desarrollar sus malditos ejercicios y pareciera que me daba el doble de las malditas tareas.

—Esto... —Manjiro comenzó a hablar, pero se calló cuando lo miré fijamente. Sus labios comenzaron a temblar y luego estalló en grandes carcajadas—. ¡Ha-Hanabi-chan, lo siento! ¡Pero no puedo tomarte en serio con ese delineado!

—¡Pues entonces deja de mirarme rata de alcantarilla y salte de mi cama!

Mikey rápidamente se puso de pie, dándome la espalda, pero por sus sacudidas supe que se estaba riendo. Con un pesado suspiro, tomé las hojas y las dejé debajo de un pesado libro para que mañana amanecieran "planas". Me volví a sentar frente a mi tocador improvisado, ya que consistía en una vieja mesa que Ken encontró en la basura y juntos la arreglamos para que quedara como nueva.

—Por cierto... Mikey, ¿Qué demonios sigues haciendo aquí en mi cuarto?

—Kenchin me dejó a cargo de ti mientras él va a comprar unos dulces para que comamos.

—¿No debería ser al revés? —lo miré por el espejo, ya que él se había puesto tras de mí para comenzar a trenzar mi cabello.

—Uh, quizás dijo eso.

Puse los ojos en blanco.

—¿Para qué te estabas maquillando, Hanabi-chan? —fue curioso.

—Estoy tomando cursos de maquillaje a parte de impartir en el colegio. —le expliqué—. Creo habértelo comentado, Sano Manjiro.

—¡Claro que te escuché!

—¡Mentiroso!

La puerta de mi habitación se volvió a abrir, pero yo estaba bastante concentrada en seguir discutiendo con mi amigo.