Fifteen

4.9K 605 60
                                    

Habíamos llegado hace media hora a la casa

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.

Habíamos llegado hace media hora a la casa. Hakkai se encargó de venir a dejarnos sanas y salvas, y a pesar de que lo invitamos a ver una película, él decidió irse. Las niñas ya estaban dormidas a la mitad de "Bambi", y yo estaba hecha lágrimas desde que la mamá del cervatillo murió. La puerta se abrió, le puse pausa a la película y me puse de pie, recibiendo a Mitsuya con una sonrisa. Tenía varias cosas en sus manos, como bolsas, por lo que me acerqué para ayudarle con algunas.

—Perdón por demorar tanto.

—No te preocupes. —le dije mientras sacaba las cosas de la bolsa y las ordenaba en la estantería. Ya conocía los lugares en donde iban.

—¿Luna y Mana ya están dormidas?

—Sip, ahora hay que llevarlas a su futón. Antes de ver la película les dije que lavaran sus dientes y se pusieran pijama. —avisé, mientras me acercaba a Mana y la cargaba entre mis brazos con cuidado. Mitsuya tomó a Luna.

Así que cuando estuvieron en su futón, cerré la cortina que separa los lados de Mitsuya y las pequeñas.

—Ven, quiero darte algo. —la mano de Mitsuya atrapó la mía, guiándome a la cocina—. Quizás es muy poco, pero quería agradecerte por darte el tiempo de cuidar de mis hermanitas. —me dio un chocolate relleno de menta y sentí mis ojos brillar.

—¡Muchas gracias! —lo miré, sus mejillas estaban rojas e intentaba no tener contacto visual conmigo. Acepté el chocolate.

—Perdón lo poco. —dijo avergonzado—. Y creo que tardé unos años.

—¿Qué dices, Mitsuya? Incluso si me regalaras una flor arrancada de la tierra la guardaría para toda la vida. Gracias por el lindo gesto y acordarte de la promesa. —le dije, con una sincera sonrisa.

Hace años le comenté que el chocolate relleno de menta era mi favorito en todo el mundo. Siempre los veía en el mercado, pero nunca me permití comprarlo por lo caros que eran en comparación a uno normal. Entonces, mi única forma era robarlos con ayuda de Draken. Sí, travesuras de unos críos de ocho años. Y Mitsuya un día me dijo "cuando tenga un poco más de dinero, prometo comprarte un barra solo para ti". Y aquí está.

Por la emoción y lo lindo que era, lo abracé. Sentí que su cuerpo se tenso, pero no tardó en recibirme el abrazo con la misma emoción.

—Vamos a compartirlo.

—Ni hablar. Es una barra solo para ti, te lo prometí. —me tomó de los hombros para guiarme al sofá.

—Bien, no voy a discutir porque será un bucle sin salida. —sonreí y tomé mi mochila—. Me iré.

—¿Eh? Ya es muy tarde.

—Quiero ir a ver a Ken. —le dije en un suspiro—. No lo he llamado y no he visto mi celular por si tengo algún mensaje de él.

—Entonces déjame ir a dejarte.

—Acabas de llegar, debes estar muy cansado, Mitsuya. Tu también tienes que descansar de vez en cuando.

—Ha...

—Es mi veredicto final.

—Que terca eres. —suspiró, pero me regaló una sonrisa.

—Lo sé. —sonreí burlona—. Nos estamos viendo.

—Muchas gracias, de verdad. Te lo pagaré algún día.

—Mitsuya, sabes que hago esto porque me nace del corazón querer ayudarte. —puse mis manos en sus mejillas y las aplaste un poco para que sus labios hicieran una linda boca de pato—. No espero ni esperaré nada a cambio, así que tranquilo.

—Eres tan buena, Hana.

Le sonreí y salí de su casa—. Te avisaré cuando llegue.

—¡Esperaré tu mensaje!

Moví mi mano en forma de despedida y comencé a caminar por las solitarias calles. Cuando entré al centro de Shibuya, me sentí más tranquila al tener a tanta gente a mi alrededor. Porque lo admitía, yo le tenía miedo a la soledad. A pesar de sentirme cómoda en mi espacio y de no haberme criado con mis padres, siempre alguien estuvo a mi lado. Mi hermano, sus amigos, las chicas del burdel y el recepcionista encargado de dirigir este burdel. Pero si algún d ellos no estaban, no sabría qué iba a suceder conmigo.

—Ya llegué. —avisé.

Saqué mi celular y le escribí un "ya estoy en casa :D" a Mitsuya.

—Oh, Nabi-chan. Bienvenida.

Le sonreí a Masaway y fui directo a la habitación de Ken. La abrí sin necesidad de tocar y me sorprendí de ver a Mikey, acostado con un torayaki en su boca. Mi hermano estaba viendo algo en su pared llena de fotos.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—¡Ah, Hanabi-chan, llegaste!

Mikey rápidamente se lanzó a mí, pero fui más rápida y me hice a un lado provocando que chocara contra la puerta.

—¡Ay, me duele! —se quejó, poniéndose de pie y acariciando su zona golpeada—. Mínimo un "hola", Hanabi-chan.

—¿Ya se arreglaron? —pregunté, mirando a Ken.

—¡Oi, no me ignores!

—Sí.

—¿Y puedo saber por qué se pelearon?

—No lo sé, ya no lo recuerdo. Siento el mal rato, hermanita. —dijo Kenchin, acariciando mis cabellos.

Suspiré y tomé a Mikey de su coleta para acercarlo a mi rostro. Sus ojos estaban medio cerrados y una gotita de sudor recorría su mejilla. Podía sentir su pesada respiración hasta aquí.

—No me retes, Hanabi-chan. Me das miedo enojada.

—Vendrás conmigo. Ahora.

Lo solté y caminé a mi habitación sintiendo que él venía cerca de mí. Dejé que Sano entrara primero, así que cuando cerré mi puerta, mi labio inferior comenzó a temblar.

—Ha...

—¡Ni se te ocurra decir algo, Sano Manjiro! ¿Cómo demonios se te ocurre bloquear mi número? ¡Intenté contactar contigo para saber cómo mierda estabas! ¿Sabes lo preocupada que me tenías? —me acerqué a él, tomando su sudadera con mis manos. Mikey tenía la mirada baja—. No vuelvas a hacer algo así nunca más, te lo suplico. No vuelvas a alejarme.

Sus brazos rodearon mi cintura, su cabeza se apoyó en mi pecho y yo no aguanté más. Así que comencé a llorar.

—Lo siento. No pensé que ibas a estar tan mal.

—¿Pues no es obvio? Mi hermano y mi mejor amigo se pelean sin darme una buena explicación. Mi mejor amigo bloquea mi número y luego regresa como si nada hubiese pasado. Me tienes que estar bromeando, Mikey. —lo alejé de mí.

Me quité la mochila y la dejé en la silla de mi tocador. Me hice una coleta alta y me dejé caer en mi cama.

—Estoy agotada, lo único que quiero es dormir.

—Perdón, Hanabi-chan. —sentí que se sentó a mi lado. Sus manos acariciaron la cola de mi cabello.

—Ya... está bien. Supongo que, "lidiaremos con nuestros propios problemas en nuestro propio mundo".

—Ya no vamos a pelear más porque ahora sabemos lo que causamos cuando Kenchin y yo discutimos.

—Eso es bueno.

—Sip. Ahora te dejaré descansar, ¿Si? Y perdón nuevamente. —sentí sus labios en mi sien—. Buenas noches.

Y no fui capaz de responderle, ya que el sueño me había ganado.

Bumblebee || Mitsuya TakashiOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz