Tal vez estaba mal, pero es que cada que lo veía solo deseaba abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería además de hacerle saber que todo estaría bien, que estarían bien.
El problema era que alguien más ya estaba haciendo todo eso.
~Errores ortográ...
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Ya todo le importaba una mierda, no quería saber nada más del ruso o el amor.
Después de aquella declaración por parte de Volkov, salió de su escondite y condujo hasta un bar; ni siquiera sabía dónde estaba, solo que el sabor del cigarro se mezclaba perfectamente con el del whisky.
La pantalla de su móvil volvió a brillar, anunciando que Conway volvía a llamarlo; rodó los ojos y giró el dispositivo, ¿Cuando iba Conway a darse cuenta? No había respondido sus 20 llamadas anteriores, ¿Por qué lo haría ahora?
El lugar era asombroso, las luces neón lograban darle un ambiente exótico, muy diferente al Vainilla o al Yellow. Además, parecía que la suerte estaba de su lado ya que un gran anuncio afuera invitaba a la noche de karaoke, que no estaba nada mal.
Llevó el vaso de cristal hasta sus labios y le dio un trago a la bebida hasta terminarla, levantó la mano para llamar la atención de la camarera que asintió junto con un guiño. No era estúpido y sabía que aquella chica había estado coqueteando con él todo el tiempo, desde el escote abierto que pegaba a su rostro cuando dejaba una bebida o la manera en que acariciaba su hombro preguntándole si quería algo más. Si no fuera por la herida causada por un extranjero a su corazón ya habría terminado con la chica en alguno de los baños del lugar. Bendita bisexualidad.
-Ahora tenemos a Verónica, que nos va a cantar...- el DJ acercó el micrófono a una chica castaña que vestía un lindo vestido rojo, mierda ¿Por qué estaba tan caliente?
-Rosa pastel.- sonrió. Todos comenzaron a gritar eufóricos pero él solo frunció el seño, no había escuchado esa canción.
El DJ despareció y la chica quedó sola en el escenario. Pronto una melodía comenzó a sonar, era algo pegadiza, así que comenzó a mover el pie siguiendo el ritmo.
Sí, yo quería ser esa mujer La madre de tus hijos Y juntos caminar hacia el altar Directo hacia la muerte
Sin saber por qué sus movimientos se detuvieron, tal vez era la voz de la chica que cantaba con tanto sentimiento.
Y al final ¿Qué tal? Tú y yo ya no existimos
¿Por qué se sentía tan identificado?
Todo acabó No queda más Seremos dos extraños
Sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿Qué mierda le pasaba?
Y al final Ni hablar Los dos nos destruimos
Joder
Yo te olvidaré Me olvidarás Hasta nunca
-Hasta nunca...- susurró para después escuchar los aplausos de la gente, que lograron sacarlo de su trance.
Para el final de los gritos y felicitaciones a la chica, pudo notar que era un total desastre, algunas lágrimas se habían escapado de sus ojos y humedecian sus mejillas.
