Tal vez estaba mal, pero es que cada que lo veía solo deseaba abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería además de hacerle saber que todo estaría bien, que estarían bien.
El problema era que alguien más ya estaba haciendo todo eso.
~Errores ortográ...
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Ahí estaba, esperando a Conway para poder ir a patrullar, estaba tomando un gusto por sentarse en las escaleras de comisaría.
—Dan.— giró a ver quién le llamaba, encontrándose con el peligris. —A patrullar.— se levantó aunque frunció un poco el ceño.
—¿Y Conway?— preguntó una vez estuvieron dentro del patrulla y con el aire acondicionado.
—Tuvo una emergencia en el CNI, no se preocupe.— Horacio asintió quitándose una de sus sudaderas. —No, no. Conway me dijo que no debía retirarse ninguna prenda que lo cubriera del frío.— el contrario suspiró volviendo a ponerse la chaqueta.
Volkov arrancó metiéndose entre las calles esperando alguna alerta de robo o persecución.
—Voy a poner la radio.— avisó el mayor antes de extender la mano y sintonizar aquella estación que le gustaba mucho, a Conway no le gustaba mucho la música que ponían así que siempre se mantenían en silencio cuando patrullaban.
"Se iluminaba" sonaba causando que comenzará a bailar.
—Diooooos.— sonrió en grande subiendo el volumen. —Volkov, sientalo.— miró al ruso que solo conducía con una pequeña sonrisa causada por la emoción de Horacio.
La imagen del mayor era algo inigualable; la bufanda y gorrito apenas permitían ver una parte de su rostro por lo que no había necesidad de usar un pasamontañas, sus mejillas sonrojadas solo le daban un toque más tierno, sus ojos miel brillaban por algunas lágrimas que limpiaba constantemente y estaban achinados por la gran sonrisa que ocultaba tras la prenda invernal, y se movía al ritmo de la canción.
Después de que se terminará la canción Horacio solo se dedicó a mirar por la ventana disfrutando de las melodías más tranquilas que reproducía la emisora. Pero un sonido rompió con el ambiente ameno, una alarma de un móvil.
—Su medicamento.— Volkov paró a un lado de la acera y sacó una pequeña bolsa de los asientos traseros. —Conway dijo que no debía olvidar ninguna dosis.— sacó las pastillas y un jarabe que estaba seguro no le habían recetado.
—El jarabe...— dijo esperando que el ruso le explicara.
—Está enfermo, es lo que yo tomo para evitar los resfriados.— dejó en la mano de Horacio todas las pastillas para después tenerle una botella de agua. El Inspector tomó todo el medicamento ante la atenta mirada del peligris. —Sabe feo pero es efectivo.— le tendió un vasito con el líquido escarlata, lo tomó de una y fue la peor experiencia de su vida.
—Ay Dios.— una arcada lo obligó a poner una mano sobre su boca y tomar agua rápidamente. —La peor mierda de mi vida.— susurró mirando como el Comisario soltaba una pequeña carcajada, que sin duda lo tomó por sorpresa.
—Le dije que sabía mal.— retomaron el patrullaje pero Horacio no podía dejar de pensar en la bella melodía que había salido de los labios del menor, mejor que cualquier canción que hubiera escuchado antes.
