Tal vez estaba mal, pero es que cada que lo veía solo deseaba abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería además de hacerle saber que todo estaría bien, que estarían bien.
El problema era que alguien más ya estaba haciendo todo eso.
~Errores ortográ...
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Tomó la linda taza con un reno como diseño, encendió la cafetera para hacer más café. Su cabeza dolía.
-Ho ho ho, Feliz Navidad.- Greco entró a la sala común con unas gafas de sol que en una esquina tenía un gorro navideño, simulaban ser el rostro de Santa Claus.
Todos los oficiales se giraron para ver a su superior que portaba una mochila y una gran sonrisa.
-Buenas, chavales. Escogan algo de mi saco, un regalo por persona.- lanzo su mochila a unos chicos mientras se acercaba a Horacio. -¿Qué ocurrió, Dan?- se recargó en la barra donde el del pasamontañas seguía moviendo su chocolatosa bebida.
-¿Qué se hace cuando el amor de tu vida no es el amor de tu vida?- preguntó levantando su mirada, mirada que logró derretir el corazón del hombre con barba.
-¿Volkov?- susurró apenas audible para ellos dos, el ojimiel asintió pasando el dorso de su mano intentando limpiar las lágrimas que sus ojos empezaban a generar. -Ven.- tomo al chico del brazo sacándolo de ahí, para hablar más en privado. -¿Quieres hablar de ello?
-Ni siquiera soy una opción para él. Lo escuché hablando con Conway y está saliendo con una chica, una linda EMS que visita todos los días y ahora va a pedirle que sea su novia y dentro de unos años terminarán casados, con tres hijos y un perro.- al terminar se quitó el pasamontañas y se tiró sobre los brazos del Comisario el cual correspondió su abrazo al instante.
-Ay Horacio.- comenzó a mover su mano en círculos sobre la espalda del contrario para tratar de consolarlo. -No le hagas caso al ruso alcohólico, el vodka le ha dañado el cerebro.- intentó hacer una pequeña broma logrando que Horacio riera un poco. -Te compré un regalo de Navidad, ¿Quieres verlo?- se separaron mientras el más pequeño asentía y limpiaba sus lágrimas.
Greco sacó una cajita de terciopelo roja, la colocó en las manos de Horacio y sonrió una vez más. El Inspector frunció el ceño y miró la cajita con curiosidad, después la abrió encontradose un collar de una mariposa blanca, ahogó un pequeño grito y miró al de la barba.
-¡Dios! ¡No debiste!- se volvió a tirar sobre el contrario para envolverlo en otro abrazo. -¡Muchas gracias!- su voz casi no se oía porque tenía el rostro en el pecho de Greco pero aún así se notaba la emoción.
-De nada, hijo.- sacudió su cabello juguetón. -Ahora, a organizar lo de tu intercambio.- Horacio asintió guardando la cajita en uno de los bolsillos de su pantalón.
La verdad Greco era la mejor persona en toda la comisaría y la ciudad, tenían una relación cercana pero desde que el horario de Horacio había cambiado ya no podían verse tan seguido. Consideraba al hombre de la barba como un tío ya que Conway era su papu.
