ғɪɴᴀʟ ᴀʟᴛᴇʀɴᴀᴛɪᴠᴏ

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ʟᴇᴇʀ ᴄᴏɴ "ᴠᴇᴛᴇ -ᴋᴇᴠɪɴ ᴋᴀᴀʀʟ"

Tanto los ojos azules como los verdes le miraban atentamente, esperando algún movimiento de su parte

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Tanto los ojos azules como los verdes le miraban atentamente, esperando algún movimiento de su parte.

—¿Qué harás?

—¿Con qué?— bebió de la taza con café para después llevar el cigarrillo a sus labios, no siempre fumaba pero ahora sí que lo necesitaba.

—Con Horacio, su vuelo es en menos de tres horas.— Gustabo miró su reloj para comprobar lo que decía Michelle.

—Dos horas, 37 minutos y 13 segundos.— detalló mientras el ruso solo se encogió de hombros y dejaba la taza vacía en la encimera.

—Él es feliz con Dereck, no puedo hacer más.— golpeó un poco el cigarro para dejar caer las cenizas.

—La noche en que llegó decidiste llevarlo a cenar y a un mirador, una cita perfecta para ambos. Acepta de una puta vez que lo amas y ve por él.— Michelle se inclinó sobre la isla para hacer a su amigo entrar en razón.

—Ni siquiera sabemos si él disfrutó de esa "cita", además mi oportunidad con él fue hace años, la desperdicié y es momento de que alguien más este con él.

—Aquella noche, después de que lo dejaste en casa de Jack, me llamó para decirme que estaba dudando si ir a dormir con Dereck o ir atrás de ti.— el ojiazul tomó un trago de su vaso de agua. —Fuiste un total hijo de puta aquella Navidad hace ya tanto que pensé que Horacio no se merecía volver a pasar por ello, le aconsejé que saliera con Dereck para olvidarte, que solo había sido la melancolía de volver lo que provocó que el amor hacia ti renaciera.— se tomó unos segundos recordando los ojos tristes y perdidos de su hermano en el Pier. —No me quiero equivocar, solo quiero que mi niño sea feliz y si tú puedes lograr eso, entonces debes estar con él.

La idea de levantarse, salir de su casa y conducir hasta el aeropuerto era tan tentadora; la podía sentir en la punta de los dedos, casi se veía desayunando con Horacio y sus pequeños, yendo al parque, teniendo un picnic, pero no podía. El sentimiento de culpa seguía ahí, tan poderoso que no le dejaría tener un final feliz.

—Papi, me lees un cuento.— Alisa estaba ahí, con su pijama de dinosaurio rosa, su manta morada y un libro de cuentos infantiles. La realidad lo golpeó.

—Ahora voy amor.— sonrió de lado para después mirar a sus amigos. —No lo haré, arruiné la vida de Horacio una vez, no pienso hacerlo de nuevo. Tal vez no soy el indicado y volverá a pasar de lo que años atrás me arrepento, lo siento.— tanto Gus como Mich cerraron los ojos, habían fallado.

—Si cambias de opinión siempre podemos ir a Nueva York.— la pelirroja sonrió triste antes de levantarse para ir hasta la puerta.

—¿Estás seguro?— los ojos azules buscaban algo en los del ruso, una pizca de duda o algo que le dijera que no iba a dejar que Horacio se fuera de nuevo. Pero en el verde césped solo se encontraba la seguridad.

Heather ☣ volkacio ☣ AUWhere stories live. Discover now