sᴡᴇᴀᴛᴇʀ

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ʟᴇᴇʀ ᴄᴏɴ "ᴄᴀɴ ɪ ᴄᴀʟʟ ʏᴏᴜ ᴛᴏɴɪɢʜᴛ? -ᴅᴀʏɢʟᴏᴡ"

Llevaban pocos minutos encerrados pero parecían una eternidad

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Llevaban pocos minutos encerrados pero parecían una eternidad. Horacio había dado la idea de llamar a la policía para pedir auxilio pero luego cayó en cuenta que ellos eran la policía, Volkov llamó a los bomberos pero estos dijeron que no tenían un quita nieves y que primero despejarían calles y avenidas principales antes de poder ir a salvarlos.

—¿Qué vamos a hacer, Volkov?— el mayor se escuchaba algo temeroso y bebía de su chocolate. —¡Conway!— gritó emocionado mientras corría a los vestuarios para sacar su móvil y llamar a aquel hombre.

—¿Si?— al escuchar la grave voz de su jefe sintió un alivio recorrer todo su cuerpo, volvió a donde Volkov, que miraba por las puertas intentando encontrar una solución. 

—Empezó a nevar muy fuerte y todo esta cubierto de nieve, el Comisario y yo nos hemos quedado atrapados en comisaría.

—Tranquila súper nena, no son los únicos que se quedaron atrapados.— Horacio apartó el teléfono de su oído y coloco el altavoz para que el ruso también pudiera escuchar. —He juntado a la mayoría de la malla en comisaría del Norte, los que no pudieron llegar dormirán en sus patrullas, además de peligroso es imposible conducir con este clima.— en el fondo se pudo escuchar a algunos oficiales pelear por lo que parecía una manta. —Todos dormiremos aquí en comisaria. El alcalde pidió prestado un quita nieves a la ciudad vecina pero al parecer esos hijos de puta terminarán con sus calles antes de prestarnos su puta máquina.— hubo un pequeño silencio en el que Conway intentaba tranquilizar a la malla del otro lado de la línea. —Y por si no entendieron, se quedarán a dormir en comisaría, no pueden dejar el lugar solo.

—10-4.— respondieron ambos.

—Adiós.

—Adiós, nos vemos mañana.— Horacio cortó la llamada levantando la mirada para ver al Comisario sentado en una de las sillas de espera con los brazos cruzados.

—Hay sacos de dormir en el armario de la armería.— el ruso se incorporó caminando hasta el lugar mencionado.

Después de tomar los sacos de dormir y algo de comida se dirigieron a la oficina del Superintendente ya que era la única que contaba con un aire acondicionado decente además de que estaba más alejada de las puertas principales y de emergencia.

Horacio colocó su sleeping bag en uno de los sillones mientras Volkov solo lo ponía en la alfombra del suelo, manteniendo algo de distancia del contrario. Al parecer el menor pensaba dormir al instante porque se quitó su camisa y el pantalón, quedando solo en un boxer azul, a diferencia del de la cresta que había tomado un pantalón de pijama y una camiseta que guardaba en su casillero.

—¿Ya se va a dormir, Volkov?— preguntó caminando hasta el escritorio de Conway. —Estamos en una pijamada, el primero en dormir siempre termina con un pene dibujado en la frente.— soltó con gracia mientras se sentaba en la cómoda silla y prendía la computadora. —Veamos una película y si quiere podemos dormir después.— sonrió mirando como el ruso se encogía de hombros.

No supo en qué momento todo se salió de control pero terminaron colocando el sillón más grande frente al escritorio con mascarillas de huevo, café instantáneo y papel sobre sus rostros. Horacio se sentía morir a cada segundo que pasaba ya que en ningún momento se imaginó viendo una película de terror y comiendo palomitas con el que aseguraba era el amor de su vida, pero ahí estaba viviendo en carne propia lo que algún día solo parecía una fantasía.

—Volkov.— susurró mientras miraba el cuerpo del otro entre la oscuridad. —¿Está dormido?

—¿Qué ocurre, Horacio?— escuchó la tela del saco para dormir moverse un poco por lo que concluyó que el ruso se había acomodado para verlo.

—No puedo dormir, tengo miedo.— sintió sus mejillas sonrojarse ante su confesión mientras el otro solo soltaba una carcajada. —¿Puedo acercarme a usted un poco?

—Vale, antes de que me arrepienta.— Horacio salió de su saco y se arrastró hasta la esquina donde el Comisario estaba recostado, dejó su sleeping bag a menos de un metro del contrario y al no escuchar reclamo se adentró en el saco de nuevo. —Buenas noches, Horacio.

—Buenas noches, Volkov.

Heather ☣ volkacio ☣ AUWhere stories live. Discover now