ʙʟᴜᴇ sᴋʏ

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ʟᴇᴇʀ ᴄᴏɴ "ʙʀᴜɪsᴇs -ʟᴇᴡɪs ᴄᴀᴘᴀʟᴅɪ"

Horacio permanecía sentado en las escaleras que llevaban a comisaría, admirando la poca nieve caer aunque con toda la ropa que Conway lo obligaba a vestir, era difícil ver algo

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Horacio permanecía sentado en las escaleras que llevaban a comisaría, admirando la poca nieve caer aunque con toda la ropa que Conway lo obligaba a vestir, era difícil ver algo.

Unos Converse negros llamaron su atención así que como pudo levantó la mirada y reconoció a la chica pelirroja con la que Volkov tomaba café, se levantó rápidamente siguiéndola hasta el edificio policíaco.

—Buenas tardes, agente, ¿Está Dios de servicio?— preguntó con una linda sonrisa al oficial que estaba a cargo de la recepción.

—¿El Superintendente?— la chica asintió. —Sí, en su oficina, si quiere la puedo llev...— el chico comenzó a caminar fuera del mostrador.

—¡Yo la llevo!— gritó Horacio mientas apartaba la bufanda verde que cubría su nariz y boca. Ambos se giraron a verlo.

—La llevará el Inspector Dan.— sonrió amable volviendo a su puesto.

—Por aquí.— el de la cresta empezó a andar hasta la puerta que los llevaba a los vestuarios y primer piso, se quitó los guantes azules guardandolos en su chaqueta, ya que no podía tomar los picaportes con esas cosas.

—Muchas gracias.— la pelirroja volvió a sonreír al chico de la recepción, mientras seguía al Inspector.

Todo el camino estuvieron callados así que fue algo incómodo para Horacio, que jugaba con el cierre de su chaqueta policial. Una vez estuvieron frente al despacho, la chica golpeó un par de veces la puerta recibiendo un "pase" como repuesta. Ambos entraron, aunque Horacio solo lo hacían para tomar su medicamento, que era controlado por Conway.

—Buenas noches Superintendente.— le tendió la mano al hombre que la aceptó cordialmente.

—Sloan.— entonces se llamaba Sloan.

—Verá, dentro de un par días quería realizar una pequeña cena con el Comisario Volkov por mi cumpleaños.— el de la cresta caminó hasta la pequeña mesa de cristal donde Conway dejaba sus pastillas acomodadas junto con un Powerade rojo, ya que odiaba los azules. —Me preguntaba si podría darle el día libre, ya sabe, para que disfrute del día.— Horacio se giró discretamente para ver la reacción del Superintendente.

—Bien, me parece bien.— casi se ahoga al escuchar eso, aunque pudo mantener la compostura. Conway tomó una hoja anotando el día en que Volkov faltaría, para no contar con él.

—Gracias, de verdad, gracias.— Sloan sonrió levantándose de la silla y saliendo de la oficina del Superintendente.

Horacio caminó hasta el lugar donde había estado la chica, se sentó y miró a Conway que revisaba algunas multas y denuncias de mierda.

—¿Qué?— preguntó levantando la mirada, captando a un chico con el ceño fruncido a más no poder.

—¿Le dará el día libre a Volkov por una cita?— el pelinegro simplemente asintió volviendo a mirar los papeles. —¡A mí no me dejó faltar y estoy enfermo!— gritó levemente señalándose.

—Pero te estoy cuidando yo, anormal.— fulminó con la mirada a Horacio que solo se dejó caer en la silla. —Ahora, deja de quejarte de lo injusta que es la vida y ayúdame a acomodar estas multas por fecha.— le entregó un paquete de hojas.

Heather ☣ volkacio ☣ AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora