Cenizas

2.8K 190 33
                                    

"" ...vivo de encuentro en encuentro. Estoy continuamente al acecho para ver si descubro que también él vive esperándome a mí, y salto de alegría dentro de mí cuando noto sus pequeños y tímidos esfuerzos al respecto..."
(El diario de Ana Frank) 


Alec despertó sobresaltado por el insistente golpeteo de la puerta y los constantes “Alec” repetidos uno tras otro sin siquiera una pausa, lo que causaba que su nombre se escuchara extraño tras el embotamiento del sueño.

Por un momento se encontró desorientado en la cama, parpadeando curioso, buscando entre los desconocidos muebles sus conocidas ropas, algunos libros, las cartas de Magnus…y entonces lo recordó todo, fragmentos que iban llegando uno a uno junto al dolor por todo su cuerpo, especialmente en la parte baja de sus caderas donde las punzadas eran más que notorias.

Ahora comprendía al brujo, él había probado a un Nefilim con runas de resistencia y sangre demoniaca corriéndole entre las venas, el resultado era sencillo: No volvería a sentarse nunca jamás ni aunque la vida se le fuese en ello.

Dolía, más aun cuando se encontró completamente solo en la cama que aún tenía su suave aroma, como a jabón, cuero, sangre y deliciosa tentación.  Pero ya no estaba, no volvería a estar.

Jace continuó tocando, por un momento temió que fuese a echar abajo la puerta, sin embargo también cayó en cuenta que Jace, siendo su mejor amigo y parabatai, no querría verlo desnudo con otro hombre haciendo un millar de cosas homosexuales, lo respetaba así que esperaría.

—Ya voy…

Su voz era ronca, tal cual hubiera estado gritando toda la noche, y realmente había sucedido, entre gemidos, jadeos profundos y aquel nombre susurrado entre sus labios como un secreto, un delicioso pecado.

Pero Jonathan ya no estaba, no iba a estar nunca más, no así, en su cama, siendo su amante, su delicioso y sexy amante demasiado bueno en el sexo para poder pensar en otra cosa a esas horas de la madrugada y con Jace al otro lado de la puerta esperándolo. Pero era normal, es decir, Jonathan se acostaba con casi todo el mundo, Clary les había confesado unas cosas, Jace otras pocas, generalmente chicas, las pocas que desfilaban por su departamento, un rostro tras otro sin realmente ser importantes, como él.

—Ya voy.

Repitió queriendo con ello alejar los demonios ya devorando su consciencia. Vistiéndose mientras intentaba calmarse un poco, estaba vivo, Jonathan le había dejado vivir a cambio…bueno, los dos habían estado muy interesados en tener una noche juntos, y se sentía bien, el dolor punzante entre sus glúteos, la sensación pegajosa sobre el vientre, sin duda valía la pena un despertar así entre dolores por el placer pagado, pero dudaba que su familia tuviese la misma perspectiva de las cosas.

Una vez vestido se apresuró a abrir, Jace le observaba con esa sonrisa suya tan picara, tenía el cabello revuelto húmedo y ropas ligeras, parecía saber lo sucedido mucho antes de entrar con él para ayudarle.

— ¿Qué haces aquí?

Jace pareció confuso al levantar su pequeño teléfono  móvil.

—Me enviaste un mensaje, decías que viniera por ti…supongo tu noche estuvo muy interesante.

Ahora iba a ponerse más, se dijo, Jace seguramente querría una explicación, y no sólo eso, Jonathan había tomado su teléfono, había mensajeado a Jace para que viniese por él ¿En qué rayos estaba pensando?

No quería ese tipo de favores, si es que era un favor, más bien parecía una última forma de burla, restregándole en la cara lo que habían hecho sin que pudiese comentarlo jamás.

Ardiente confusiónWhere stories live. Discover now