El beso de judas

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"Soy un truco humano que aspira en convertirse en un hombre sin trucos."

(La mecánica del corazón)  

Alec le vio acercarse con una furia ciega, aplastando, apartando y matando, atrás donde se encontraba intentando proteger a los niños apenas pudo darle aviso a Jonathan, quien, como un titán invencible se giró sobre sus propios pies avanzando hacía el inevitable encuentro.

Como una colisión entre dos mundos opuestos, una explosión inevitable, necesaria.
Meliorn estaba enfurecido, la furia resultaba visible en sus ojos entornados que resplandecían con el fulgor de las llamas, parecían tan feroces como la espada que sostenía entre los largos dedos y blandía esperando alcanzar el cuello de quien les había traicionado.

Por un momento Alec se quedó absorto en su danza mortal, el encuentro entre un medio hada contra un medio demonio, ambos moviéndose con agilidad a cada embate, agitándose como si fuesen dos bailarines sincronizados.

Los otros Nefilim se apartaron para observarlos, la ciudad ardía en rojo vivo desde sus altas torres a la más pequeña casa en la avenida, parecía toda una confusión de cuerpos, a Alexander le pareció ver a Aquiles mismo contra Héctor, el problema es que no sabía quién resultaría vencedor ante aquellas puertas. Confiaba plenamente en su novio, pero estaba agotado, veía las ropas rasgadas y manchadas con sangre, de enemigos y amigos por igual, las heridas también estaban abiertas, necesitaba runas. La noche había sido larga e implacable, ningún descanso para los guerreros ni piedad alguna para los enemigos.

Unas cuantas hadas se acercaron dispuestas a acabarlo, estaba en inferioridad numérica y él no podía socorrerlo, estaba demasiado lejos, demasiado desarmado, incluso Jace intentaba pararlo en vano.

—Va a matarlo.

Magnus se acercó con chispas azules rodeándolo, también estaba agotado, se le veían grandes bolsas oscuras bajo los ojos felinos y el aliento le salía en silbidos irregulares, intentaba proteger lo mejor posible a sus niños así como a los pocos heridos que habían logrado llevar, pero estaba casi seguro que la ciudad caería y él con ellos.

—Buscarán matarlo incluso si pierden, Jonathan les traicionó por un Nefilim, trajo la desgracia a sus puertas...buscarán capturarlo, al fallar eso...le matarán.

Claro, no resultaba absolutamente alentador pero tampoco esperaba palabras dulces en momentos de desgracia. Quería armas, su arco, flechas, quería cualquier cosa para poder salvar a Jonathan y sin embargo continuaba con las manos desnudas, sangrantes, intentando consolar un montón de niños asustados así como su corazón acelerado.

—Debemos hacer algo...

Buscó respuestas sin encontrarlas, Isabelle estaba bastante ocupada también con las hadas que lograban colarse, Clary blandía una pequeña espada y el cabello rojo se alborotaba a su alrededor, danzando al igual que Jace, ya recuperado pero no lo suficiente. Muchos niños se abrazaban entre ellos, unos cuantos sollozos se escuchaban, los Nefilim eran grandes incluso cuando eran pequeños.

Y se encontraban vacíos de camino al fin. Jonathan no podía morir ahí, no lo permitiría.

—Creo que va empeorando.

Alec volteó, sus ojos azules ensanchándose aterrorizados cuando más hadas se unieron a la matanza, y él se encontraba solo entre ellas. Los Nefilim habían retrocedido para dejarle morir así, en el abandono total como si fuese un perro rabioso que podía ser sacrificado por una causa mayor. Ellos le daban la espalda, los adultos que habían jurado proteger al mundo de la oscuridad, que estaban ahí para hacer mejores mañanas para los mundanos, ellos, que se creían tan parecidos a los ángeles no tenían la capacidad de perdonarle y unir sus fuerzas, no lo veían como si fuese su hermano, sino un simple objeto capaz de ser sacrificado.

Ardiente confusiónWhere stories live. Discover now