Demons

2K 159 24
                                    

Ellos dicen que es lo que tú haces,
yo digo que es cosa del destino,
está tejido en mi alma,
necesito dejarte ir.

Tus ojos brillan tan fuerte,
quiero salvar su luz,
ahora no puedo escapar a esto
salvo que tú me digas cómo.

Cuando sientas mi calor,
mira dentro de mis ojos,
es donde se esconden mis demonios...
no te acerques tanto, está oscuro aquí dentro...

(Imagine Dragons - Demons)


—Debería estar allá afuera armando a sus Nefilim, fortificando la ciudad, protegiendo a sus niños y haciendo planes para aplastar al enemigo cuando intente atacar, a mí no me hace falta tu horrorosa compañía, deje a Alec y fuera.

Debía darle crédito, Sebastián continuaba viéndose condenadamente insolente, hermoso y retador incluso encadenado a una pared de la celda, sucio, sus ojos negros relucían mostrando un brillo amenazador. Alec se sintió estremecer pero su padre no estaba tan impresionado.

Robert había insistido en ver al prisionero tras el interrogatorio, y claro, todos habían querido ir con él, especialmente Jace, pero sólo le estaba permitido tal privilegio a Alexander por una extraña e inexplicable razón que aún le daba miedo preguntar.

Jonathan se veía realmente arisco, mucho más salvaje y cruel, tal vez por la presencia del Inquisidor, tal vez simplemente estaba enojado por el pequeño espacio al cual lo habían confinado.

—No vengo aquí a discutir contigo, hijo de Valentine...

—Mi nombre es Sebastián, elefante imbécil, apréndetelo.

Robert y él parecían estar muy cerca de molerse a palos, Alexander tuvo que dar un paso delante, como si intentase nivelar las aguas, pero ni eso puso a Jonathan más dócil, sino por el contrario, le inquietó.

—Dices amar a mi hijo.

—Y lo sostengo.

Asintió, Alec se sentía realmente pequeño entre ambos hombres, pero orgulloso, esa pequeña parte de él que guardaba dudas ahora se elevaba victoriosa con una nueva seguridad naciente desde algo muy profundo en él. Como si su declaración volviese tangible aquella unión, y el anillo en su mano le diese fuerzas para enfrentarse a cada adversidad venidera.

Pero seguía en medio de aquellos titanes cuyo desprecio mutuo era como energía vibrante entre ambos.

Robert con su cuerpo fornido y una mirada impenetrable que parecía poder destruirlo todo, plantándolo aterrorizado en su sitio. Jonathan mucho más elegante, compacto pero letal, parecía medir el tamaño de su futuro ataúd con tan sólo una mirada.

—No creo que esto sea correcto, confundiéndolo, manipulándolo, ¿Crees que creo semejantes mentiras? Una criatura...un monstruo no puede amar, tú no estás hecho para amar a nadie.

Alec esperaba furia ciega e irrefrenable pero Jonathan era a veces tan similar a Valentine que le asustaba, su sonrisa calma fue el primer indicio, luego lo siguió una expresión inocente casi dulce. Valentine asesinaba con amabilidad, lo recordaba.

—Conozco tu sucio secretito, Robert Lightwood, ¿No puedo amar, no puedo ser leal? Eso me hace un monstruo, pero entonces ¿Qué te hace a ti?

Su padre palideció, como si contemplase un fantasma largo tiempo sepultado, el mismo fantasma de Valentine Morgenstern atormentándolo incluso tras largos años a través de su hijo.

— ¿Cómo...?

—Valentine no era como tú, ¿Quién podría ser tan cobarde y rastrero? Él confiaba en mí, no hay nada suyo que yo no haya conocido ni nada sobre ustedes que yo no sepa...

Ardiente confusiónWhere stories live. Discover now