10. Drunk confession.

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¡Hola mis bonitos lectores! No pensé que efectivamente alcanzaría, pero ya saben, cuando estoy especialmente estresada produzco el doble (que triste mecanismo de coping), y en la mañana empezó a sangrarme la nariz de la nada por estres, so here we are, esperando que se acabe mi ciclo de examen luegoooo. Muchas gracias a quienes se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

—¿Por qué te tengo que soportar? —La copa es alzada hacia el aire, con movimientos suaves, Yut-Lung la mece, el vino choca contra la iridiscencia del cristal creando un mar de sangre o un torbellino de rosas, las gotas acarician los bordes solo pa...

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—¿Por qué te tengo que soportar? —La copa es alzada hacia el aire, con movimientos suaves, Yut-Lung la mece, el vino choca contra la iridiscencia del cristal creando un mar de sangre o un torbellino de rosas, las gotas acarician los bordes solo para regresar—. Eres un dolor de culo.

—Tampoco es un agrado volver a verte. —Eiji se encoge contra su silla, los bordes de mimbre se han enganchado a su suéter, la textura le resulta incómoda y fría, bonita de observar, igual que el dueño, piensa—. Sing fue quien me terminó arrastrando.

Eiji estaba tratando de distraerse del estrés, cuando una reunión fue convocada cerca de Chinatown. Sing ni siquiera le permitió protestar, lo subió a la vieja motocicleta de Shorter, lo obligó a afirmarse con fuerza de su cintura, y en un parpadeo se hallaban en la mansión Lee. Aunque no era conocedor del ostento, debía admitir que aquella residencia era una oda para la espectacularidad, se dio cuenta con solo ver la sala de estar. Su mirada repasa las paredes de marfil, grabados de oro se encuentran bordados alrededor de las ventanas, el piso está hecho a base de mosaicos floreados, los muebles parecen costar más que la matrícula de su carrera.

—No puedo creer que me dejen fuera de mi propia pandilla. —Gimotea.

—Porque no confían en ti. —Yut-Lung frunce el entrecejo, iracundo.

—Pues son bastante tontos si confían en ti, Okumura. —Las palabras venenosas comienzan a brotar desde lo más profundo de su alma, escurren y escurren—. Eres quien arruinó al grandioso Ash Lynx. —Escurren un poco más. Ha sido una mierda independizarse de su clan, lo último que quiere es lidiar con este bufón.

—No es verdad, yo no lo arruiné.

—Lo hiciste débil.

Esas palabras echan raíces en lo más frágil de Eiji para marchitarlo, girasoles intoxicados o margaritas sucias. A juzgar por la expresión de cachorrito pateado que bosqueja, Yut-Lung puede dimensionar el daño que ha sembrado, eso le desagrada en demasía, no puede creer que el lince de Nueva York renunciara a una vida de gloria por este estropajo.

—Destruiste a una bestia hermosa e indomable, lista para gobernar.

—Tú no estabas buscando una bestia a quien admirar. —Vaya, al parecer Okumura afloja la lengua con el vino, ojalá haberlo sabido antes—. Tú estabas buscando un verdugo para acabar contigo. —Es su turno de quedar pasmado.

—¿Qué pasa contigo? —Chasquea, inclinándose levemente hacia el japonés, meciendo la copa con una delicadeza propia de la nobleza.

—No es de tu incumbencia.

Flufftober 2021 [AshEiji]Where stories live. Discover now