Cap. 73. Una copa, dos copas

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Ser la mujer de la familia no era cosa sencilla. Sobre todo porque sólo se trataba de una niña que claramente no tenía los rasgos característicos de lo que venía siendo un Gaster. Aun así, Muffet tomó su papel muy enserio en poco tiempo ante el agradecimiento de acogerla con ellos, sirviéndoles en cada detalle que se requiriera de su atención absoluta. En la cocina, en tener bien sus prendas que constantemente maltrataban en entrenamientos y combates, en que la casa estuviese impecable y, sobre todo, en el apoyo emocional que muchas veces requerían que sólo una percepción femenina podría brindarles.

-¿Qué si sé bailar? Pues claro, es una de las cosas que hacía en la cuerda floja. –Recordó la niña sin saber si aquello en particular se trataba de un buen recuerdo o no. Prefiriendo darle más importancia a lo que estaba cosiendo que a lo que pudiera sentir con eso. –¿Por qué?

-POR NADA EN PARTICULAR. –Contestó el niño con una voz sumamente elevada y que no tenía intenciones de disminuir su volumen. Era evidente que Pyrus le estaba mintiendo, pero tenía muy poca información para saber si debía de hacer algo más aparte de sólo escucharlo. –MIS PADRES SIEMPRE HABLABAN DE QUE FUERON PAREJA DESDE UN BAILE... Y SOLO T-TUVE CURIOSIDAD DE CÓMO ERA ESO POSIBLE.

-Es por una niña. –Concluyó de inmediato.

-¡C-CLARO QUE NO!

Muffet sonrió con burla por los primeros segundos, pero poco después se enterneció que ese fuese el caso. ¡A Pyrus le gustaba alguien! ¿De quién se trataría? Aunque le negara tal cosa, era bastante evidente que le había atinado a la primera. Terminó de acomodar las bastillas del nuevo pantalón de Papyrus antes de seguir hablando al respecto. Era impresionante que, aunque fuesen de la misma edad, creciera mucho más rápido que ella. No era el mismo caso con Sans que era el mayor de los tres, lo cual le extrañaba aún más cómo era eso posible.

-Pues si no es por eso, podrías preguntarle a tu papá de más detalles. –Argumentó mientras le pasaba su nuevo pantalón para que se lo probara después. –Tal vez pueda explicarlo mucho mejor de lo que yo podría.

-NO LO HARÁ. NO HABLA NADA SOBRE ELLA DESDE...

-Entiendo. –Contestó tras un silencio incómodo en esa oración sin afán de terminar. Siempre tenía curiosidad de saber cómo había sido la señora Gaster, pero cada vez que entraba en tema, rápidamente quedaba ahí como una incógnita de la que nadie se atrevía a dar seguimiento. Y ella claramente no tenía el derecho de saber nada más de eso. –Yo nunca he bailado en pareja, así que no sabría qué decirte sobre cómo se pudiera dar algo así.

-¿Y POR QUÉ NO PRACTICAS BAILANDO CON SANS?

-Ammmm...

-¡ES UNA BUENA IDEA! –Insistió el esqueleto menor de la familia, como si no hubiera duda de que genialidad en esa conclusión precipitada, al igual que no se daba cuenta de la evidente incomodidad de la niña frente suyo. –BAILA CON SANS Y ASÍ PODRÍAS EXPLICARME CÓMO SE DA ESO DE QUE TERMINEN SIENDO PAREJA EN ALGO ASÍ. DESPUÉS DE TODO, USTEDES DOS ESTARÁN CASADOS CUANDO SEAN MAYORES DE EDAD. NO VEO EL PROBLEMA.

Pero claro que había un problema, y era que a ella no le agradaba para nada esa idea. Pero no podía decirlo abiertamente ante el temor de que la desecharan y dejaran en la calle ante el evidente destino que tenía su existencia con ellos. Desde el primer día en el que el señor Gaster la había llevado a la casa, le había indicado que se casaría con su primogénito para brindar un linaje dentro de la profesión no ética en la que se dedicaban. Escuchar eso le había apenado demasiado siendo una niña, pero conforme pasaron los días, se percató de que no había ninguna agresión de por medio hacia ella, dándole una libertad que nunca había experimentado en su vida y agradeciéndolo infinitamente por haberla rescatado de un lugar sumamente despreciable.

Flapper Florist (Mafiatale)Where stories live. Discover now