14: No me dejes

4.4K 395 817
                                    

Sigo siendo un puto desastre, pero contigo un poco mejor.

Ron Israel.

{Capítulo 14}

Sophie Grey.

Bajé tan rápido como pude las escaleras del edificio y me alejé lo suficiente para que ninguno de ellos me siguiera. Mi pecho subía y bajaba con cada respiración acelerada, con cada uno de mis suspiros exacerbados que hacían por consumirme. Cuando venía en la lancha con ese hombre, me la pasé pensando en si debía decirle o no a Asier sobre mi embarazo, deseaba hacerlo, juro que sí, pero una parte de mí se rehusaba por la reacción que pudiera tener. Creí que Asier al ser un tipo sin escrúpulos, frío y un total imbécil, me gritaría y hasta me diría del mal que me iba a morir, pero extrañamente fue diferente a como es él.

Esta noche conocí a un Asier sincero, romántico, delicado, amable, más maduro, mientras que Gael, quien siempre tuvo esas características desde que nos conocimos me trató como una cualquiera, diciéndome palabras que me dolieron demasiado. Pero no fue eso lo que terminó de destrozarme, sino, su cobardía. Joder, por qué sigue insistiendo en ocultarme su secreto. ¿Realmente piensa que soy una tonta? ¿Verdaderamente cree que no lo descubrí hace mucho tiempo atrás? Pero no voy a hacer nada aunque pueda, porque si tuvo sus santos cojones para seguir mintiéndome, aun sabiendo que estaba sufriendo, tiene que tener la valentía necesaria para enfrentarse a un ángel que creyó haberlo perdido todo.

Me detuve cuando sentí que mis pies dolían y recosté mi cabeza en la pared de un edificio a varios metros del que vive Asier. Tenía tanta impotencia por dentro, tanto rencor hacia ese idiota, que mi única forma de liberar tensiones fue golpear con todas mis fuerzas el muro de ladrillos rojos detrás de mí. Estaba tan furiosa que no me dolió, pero sabía que cuando mi adrenalina se esfumara, el escozor terminaría matándome. Mi piel se abrió un poco sobre mis nudillos y algunas gotas de sangre comenzaron a teñir la superficie. Solté una bocanada de aire cargada de cansancio y pasé mi mano por la cara fuertemente, restregando las lágrimas y la mucosidad que llevaba aspirando algunos minutos por todo mi rostro.

Todo fue tan insólito, tan cargado de furia, que me quedé sin energías, solo con mi pulso agitado y mis manos un poco temblorosas.

Soy fuerte. La vida me obligó a endurecerme y convertirme en un duro roble, cada uno de ellos me convirtió en una guerrera, y ahora, luego de los sucesos de esta noche, al fin comprendí que lo mejor para mí es estar sola. Terminaría cada una de mis metas, construiría mi nuevo destino y no me detendría hasta ganar. Ahora solo debía plantearme dos cosas: hacia donde voy, y quienes realmente son mis aliados. La cabeza me daba vueltas. Me arrepentí de no haberlo echado de la casa y quedarme el resto de la noche bebiendo con Asier hasta emborracharnos.

Continué caminando lentamente, con la vista borrosa, observando pequeños destellos blancos en el suelo. ¿Han experimentado esa sensación de derrota pero al mismo tiempo felicidad? Sé que puede sonar ilógico, pero me siento mal, una completa demente por haberme enamorado de dos hombres que solo me causan dolor, pero que son los mismos que alegran mis días con cada una de sus palabras, con cada acción que me hace replantearme el por qué los elegí a ellos para ser los dueños de mi mundo. Agh. Odio totalmente a mis hormonas, me hacen parecer ridícula cambiando cada cierto tiempo de parecer.

Me quejé cuando choqué con un transeúnte delante de mí. Cuando alcé la vista, no logré reconocerlo a la perfección por la neblina que tenían mis ojos. Los restregué un poco y cuando soy consciente del chico que tengo delante, siento que mi corazón se acelera. No lo conozco, nunca lo he visto en mi vida, pero los rasgos físicos de su rostro, el color de sus ojos, hasta la forma tan peligrosa en la que me mira, me hacen recordar a una persona. Debo estar totalmente loca para pensar en él justo ahora.

Slave Of You (Trilogía Slave, Libro 2)Where stories live. Discover now