27: Ciemcornio

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No fue porque me sostuvieses, sino porque empezaste a crecer en todos mis lugares rotos.

Ron Israel.

{Capítulo 27}

¿Alguna vez han montado en un ciempiés gigante con cabeza de unicornio?

Lancé un grito al cielo cuando la bestia que estaba domando movió todo su cuerpo en zigzag, lo agarré del enorme cuerno que brotaba de su cabeza peluda y lo jalé en mi dirección. Escuché como relinchó al mismo tiempo que proseguía sacudiéndose intranquilo. A simple vista era un monstruo, pero ante mis ojos, es un bello animal desconocido. Doy un brinco en mi lugar cuando su enorme cabeza gira 180° hacia mí, saca su lengua y la pasa por toda mi cara, empapándome de una saliva muy diluida. Paso rápidamente mis manos por mis mejillas e intento secarme, pero el ciemcornio vuelve a mojarme.

—No hagas eso, me siento mal—llevé mi mano a mi boca cuando sentí que iba a vomitar. El ciemcornio se rió dejándome ver unos enormes dientes llenos de sangre. Sentí que mi frecuencia cardíaca aumentó—. Eres un ciemcornio tonto—me quejé.

Voy a destrozarte completamente, niña tonta—su voz se escuchó como la de una película japonesa, gruesa y totalmente atemorizante.

—No van a dañarme más—alcé mi mano con alevosía y con una destreza que no sabía que tenía, la dirigí hacia su cuerno y tiré de él tan fuerte como pude. En el acto, mis dedos resbalaron por la humedad del agua, ocasionando que la piel entre mis dedos se abriera ligeramente—. ¡Duele! ¡Me duele mucho ciemcornio!—lloriqueé mirando como de mi mano salía un líquido azul.

De mis ojos comenzaron a salir enormes cascadas de lágrimas que descendían hasta el suelo. La bestia frente a mí se fue transformando lentamente en un pequeñito pájaro. Tiene las alas azules, tan livianas como las de una mariposa, logro ver un poco borroso una línea fina de la que salen raíces de un árbol que se conectan a su corazón. Este último late muy deprisa, como si estuviera asustado. Seco una última lágrima de mis ojos y me agacho para tener la misma altura que el ave y cuando acaricio su plumaje, pequeñas punzadas de dolor viajan a través de mi brazo.

—¿Tú tampoco me quieres?—pregunté eufórica, sintiendo como el ave continuaba picando mi brazo.

—Dios Sophie, ¿alguna vez te habías suministrado esta mierda?—mis sentidos se vuelven difusos cuando la imagen de un hombre comienza a dibujarse frente a mí.

Pestañeo un par de veces, sintiéndome abrumada y ansiosa. Deseo ver el rostro de la persona que me está hablando, pero tan solo logro distinguir un par de sombras en su piel. Mis energías están a flor de piel y es en el momento que por fin logro reconocerlo, que un ataque de tos se apodera de mí. El aire comienza a faltarme a medida que se hace más real su figura, es él, Eiser. Sin retener mis impulsos, alzo mi puño y con toda la fuerza que estaba sintiendo actualmente, le lanzo un golpetazo por toda su cara. Comienzo a reírme sin saber por qué, mientras lo visualizo a él llevando su mano hasta su nariz.

—¡Oh mierda! Tenía tantas ganas de hacerte esto, idiota—grité y volví a alzar mi puño para golpearlo, pero esta vez no lo logro ya que mis manos quedan prisioneras por la suyas, levitando en el aire—. Suéltame Dagmar, déjame y lucha como un hombre.

—Odio tanto a las chicas malcriadas—susurró mirando a la puerta, luego sonrió cuando me empujó y caí en los brazos de alguien más.

El tacto de esta nueva persona es cálido, su piel es lisa, no es tan rasposa como la de Eiser. Quiero mirar en su dirección para ver quién es la persona que sostuvo mi caída, pero al escuchar su voz, todo cobra un poco de sentido. Es una chica, es ella, y no sé qué demonios hace aquí. Me deja en el suelo por unos segundos en los que sus pies se ponen de puntitas para llegar a la altura de Eiser. Su dedo índice lo apunta y su cara se desfigura a medida que sus labios se mueven de una forma de lo más graciosa. Vuelvo a reírme por las caras que ellos están poniendo y luego me quedo callada cuando Alice me apunta.

Slave Of You (Trilogía Slave, Libro 2)Where stories live. Discover now