Los Dos Cadáveres

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Edward 

[Silencio]

... Habían pasado mucho tiempo, desde que había matado a el padre Miguel, su cuerpo pálido tirado en el suelo sin vida frente a mí, me hacía sentirme muy nervioso... Tenía que desaparecer de ese cuerpo como fuera. Me acerco a la puerta y me doy cuenta de que no esta cerrada completamente, sino que solo está echada hacia delante, la abro lentamente mirando a ver si hay alguien fuera, pero está totalmente despejado, cuando intento caminar fuera de la celda me siento como una ave a la que se le da la libertad después de haber estado presa en una jaula por toda una vida, siento que viene alguien —corro rápido hacia la celda. Y vuelvo al cerrar la puerta, estoy demasiado nervioso, verán el cuerpo, tengo que hacer algo. Me escondo al lado de la puerta y me recuesto de la pared, veo la vasija que tenía el padre, la tomo y me vuelvo a esconder recostado de la pared—El guardia abre la puerta y entra lentamente mirando hacia todos lados. 

- ¿Padre, Padre está usted bien? —su voz tiembla de pánico, lo puedo sentir. Camina hacia el cadáver del padre, se agacha y toma con sus dos manos la cabeza del padre, le golpea la cara con leves bofetadas.

Golpeó lo más fuerte que puedo su cabeza y cae sobre el cuerpo del padre — sigo golpeando su cabeza. La sangre sale de su cráneo como un río que corre cuando crece por las lluvias, vallando parte de su cuerpo y del Padre, me acerco a su cuello para tomarle el pulso y efectivamente está muerto. Me percato de que ahora ya no tengo un cadáver, sino dos. Estoy demasiado nervioso, sudo mucho, mis manos tiemblan — paso mis manos por mi cabeza, mientras mi respiración se torna cada vez más fuerte y agresiva. Necesito salir de aquí, tomo el arma que traía el guardia, es una escopeta negra más grande que todo mi brazo con dos agujeros por los que salen las balas. Corro fuera de la celda mirando hacia todos lados —continúo con mi respiración agitada, y nervioso, no sabía cómo era el mundo. Siento pasos otra vez, mierda, mierda mierda —cargo el arma y a punto. Cuando abren la puerta mis ojos dejaron ver que tal vez, solo tal vez si hay algo para mí ahí afuera, Isabel entró y con cara de espanto me dijo:

- ¿Edward, que ha sucedido, y porque tienen una escopeta y estás lleno de sangre? 

Ella debía su mirada hacía la celda. 

- ¿Qué isiste? — cara de espanto

La abrazo fuerte y con voz temblorosa y llanto desconsolado le digo:

- yo, yo no quería hacerlo de verdad, los demonios me obligan, no soy un asesino, no soy un asesino, no soy un asesino— jalo mi pelo, me doy golpes con mis manos en mi cabeza.

Ella me abraza fuerte también y pasa su mano por mi espalda sobandola.

- tranquilo, ya pasó. Ahora es mejor que nos largamos rápido de aquí, no tenemos mucho tiempo 

Sus delicada manos y su voz de paz me tranquilizan de inmediato.

Corrimos a través del pasillo, por la cocina del hospital hasta llegar a una puerta al fondo.

Demonios MentalesWhere stories live. Discover now