El Plan

28 9 1
                                    

Isabel 

Habían pasado al rededor de seis horas desde que Ana se había ido, la oscuridad de la noche ya había inundado la ciudad y era un poco tarde. Un par de golpes débiles tocaron mi puerta, me asomo a través de la ventana, apartando la cortina para ver quien es y veo a Ana—abro rápido la puerta, y me quedo fríamente asombrada mirándola de arriba abajo, su rostro todo golpeado e hinchado, junto a barios moretones en su rostro, cuello y brazos, su postura curva y sus ojos adormecidos entre abiertos dejaban al descubierto el estado de fragilidad que tenía —Cae al suelo.

- ¡Oh dios mío Ana! ¿Qué te sucedió? — le digo con voz de asombro. 

La tomo por su torso y la logro acostar en mi cama arrastrándola desde la puerta hasta mi habitación. Tomo un balde de agua fría con un paño — lo mojo y se lo coloco sobre su frente. 

- Ana, ¿Ana puedes oírme? - golpeo con suaves bofetadas su cara — vuelo a mojar el paño en el balde de agua y se lo pongo sobre sufrete 

—Lentamente abre sus ojos mientras se queja con débiles gemidos. 

- ¿Qué te ha pasado? Estás muy demacrada - paso mis manos por sus moretones en su cara

- El hijo de puta de Raúl entró a mi casa cuando llegué después de haber salido de la tuya, me golpeó y luego me violó en el sofá— me decía llorando con su voz totalmente quebrada. 

- Lo siento mucho, no sé que decir la verdad — trago seco, la abrazo 

- No lo sientas, pienso matar a ese hijo de perra — abre y cierra levemente sus fosas nasales totalmente enojadas 

Me quedo totalmente asombrada frente a su respuesta. 

- ¿En serio lo vas a hacer? 

- Nunca había estado más segura de algo en mi vida, haré que pague por lo que me iso— seca sus lágrimas con su mano izquierda. Ya lo tengo todo pensado — saca una pistola de uno de sus bolsillos. 

-Estoy contigo hasta el final —Pongo mi mano sobre la de ella en señal de apoyo. 

En ese momento había comprendido que habíamos dejado de ser unas simples enfermeras y las débiles mujeres que tanto la sociedad discriminaba, para convertirnos en unas mujeres que defenderían hasta la muerte su honor, dignidad e ideales. 

- Muy bien Isabel, hagamos esto como dos hijas verdaderas hijas de puta. Tú sacarás a Edward y yo iré a por Raúl. ¿Tú has pensado en algo? 

- ¡No! 

- Muy bien, pues yo si 

- Te escucho — le digo viéndola atentamente 

- Saldremos de aquí en tu auto hasta donde rentan autos a las cuatro treinta de esta madrugada, cambiaremos de auto para que no reconozcan el tuyo, solo tardaremos diez minutos a esa hora desde aquí, ya que habrá muy poco tráfico y no estará casi nadie en la calle, rentamos un auto e iremos hasta el hospital que serían unos quince o veinte minutos máximo. Muchos piensan que el hospital solo tiene una entrada ósea la principal, pero ¡no!, en realidad tiene dos, la principal y una atrás que da justo a una puerta al final de la cocina que será por la misma que entramos. Ahora para rescatar a Edward yo te ayudaré distrayendo al guardia que estará custodiando la celda, él tiene la llave, lo seducidos un poco hasta que se ponga bien caliente, yo me subiré en sima de él y tú por detrás le darás un fuerte golpe en la cabeza para que caiga desmayado. Una vez inconsciente le robamos las llaves y liberamos a Edward, tú lo llevarás al auto pasando a través de la cocina y si te preguntan dirás que tiene una hora de trabajo forzado mientras yo iré a buscar a Raúl que deberá estar en el cuarto de contadores en el sótano del hospital. 

— La miro totalmente anonadada -¿Cuándopensaste todo esto? 

- Hace una hora — me dice con una voz totalmente relajada. Mira el reloj - Ahora vamos a prepararnos, dentro de tres horas tenemos una extracción que hacer. 


Demonios MentalesWhere stories live. Discover now