¿Libertad?

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Mientras conducía a toda velocidad por las calles de la ciudad tratando de que la policía no lograra atraparnos no podía dejar de mirar de reojo a Ana y Edward, en ese justo momento sabía todas las consecuencias que traía ser una prófuga de la justicia y pertenecer a un grupo de personas los cuales uno era un psicópata y la otra una asesina, trataba de ser optimista, pero era inevitable dejar de pensar en todo esto y lo que vendría más adelante. Había devorado todas mis uñas, estaba nerviosa y cagada de miedo, y la verdad es que nunca fui buena mintiendo y se hizo notar mi estado emocional.

- ¿Se puede saber que coño te pasa? - Me dice Ana con la voz un poco irritada

- Na, Nada - Le respondo con voz temblorosa, sigo comiéndome las uñas.

- No me mientas, careces de ese talento.

Un silencio inundó el auto por algunos instantes

- Mierda Isabel, deberíamos estar felices, logramos escapar y sacar a Edward, ¿era lo que querías no? - Se deja caer contra el asiento acomodándose.

La miro por el retrovisor interior del auto sin responder una sola palabra. Realmente no estoy segura de si era esto lo que quería, pero al menos Edward ya estaba a salvo, Ana ya se había vengado de Raúl y ahora estábamos yendo a el lugar donde estaríamos seguros, al parecer esta pesadilla ya estaba terminando y yo podría dejar de sentirme tan mal. Conducimos casi tres horas hasta llegar a un debió que daba a una calle de tierra a las afuera de la ciudad, una pequeña cabaña que parecía abandonada se veía a varios metros de la entrada sobre una colonia, sin nada a su alrededor.

-¿En dónde estamos? - Le pregunté a Ana

- Aquí era donde vivía mi abuelo hasta que murió.

Entramos a la casa y estaba completamente llena de polvo y suciedad, las ratas huían de nuestra presencia al escucharnos entrar. Limpiamos un poco y nos acomodamos en las habitaciones, Edward y yo dormiríamos juntos y Ana en la otra, ya que la casa solo tenía dos habitaciones, un baño, una sala y una pequeña cocina, era una casa realmente simple ni siquiera tenía escaleras, ni un segundo piso. El día siguiente se había mantenido lluvioso como el anterior, me levanto de la cama y no veo a Edward, comienzo a buscarlo rápido por toda la casa, y no lo encuentro, entro a la habitación de Ana desesperada.

- ¿Has visto a Edward?

- No, ¿Qué pasa?

- Edward no está

Lo llamamos por toda la casa y escuchamos unas carcajadas en la parte trasera de la casa, nos asomamos por la ventana y ahí estaba Edward riendo y saltando bajo la lluvia como un niño pequeño, a veces las cosas más simples son las que nos hacen más felices y Edward era la representación viva de eso, por fin su deseo de volver a bañarse bajo la lluvia se había hecho realidad, su inocente sonrisa era como el resplandor del arcoíris entre las nubes grises. Abrí la puerta de la cocina que daba a la parte trasera de la casa y grito a Edward:

- Edward, Edward, ven dentro antes de que te resfríes

Él volteó su mirada hacia mí y me obedeció, tomó una toalla de una barandilla de la cocina y se la pongo encima, él temblaba mucho, sus labios y manos estaban enrojecidas a causa del frío.

- Solo espero que no te resfríes

Él toma mi mano izquierda con las dos suyas y me dices con una sonrisa - gracias por darme la oportunidad de ser feliz y empezar otra vez, ahora soy libre.

- No hay de que, ahora ve a la habitación y ponte ropa seca del armario

No solía ser supersticiosa, pero una gran mariposa negra había entregado a la casa y se había posado justamente en la pared frente a Edward, muchas personas, creen que esas mariposas negras siempre traen malas noticias, no solía creer en esas cosas, pero me aterró demasiado pensar en que esa mariposa llegó a la casa bajo una fuerte lluvia

Demonios MentalesWhere stories live. Discover now